Réquiem por un campesino español, de Ramón J. Sender.
En esta entrada,
realizaré un comentario de la novela Réquiem
por un campesino español, de Ramón J. Sender. Esta obra, publicada en 1953,
fue escrita durante el exilio del autor y poco antes de que la Generación del 54 adquiriese notoriedad
en la vida cultural española. A pesar de esto, la obra es una buena muestra de
la novela social, posee las características que hemos venido apuntando y la
comentamos por ser una obra señera de nuestra literatura.
Antes de
referirnos a la novela en sí, conviene apuntar algunos datos biográficos de
Ramón J. Sender Garcés. Nació en Chalamera de Cincas, un pueblo de Huesca, el 3
de febrero de 1901 y falleció en 1982 en San Diego (California). En sus
inicios, comenzó trabajando como periodista para diversos periódicos y en sus
crónicas y artículos, criticó el caciquismo y el atraso en el que se hallaba
sumida España, el régimen de Primo de Rivera y las guerras (costosas en dinero
y en vidas humanas) que España emprendió contra Marruecos. Al llegar la guerra
civil, participó en ella en el bando republicano y tras la pérdida de su
hermano y su mujer, decidió exiliarse a América, donde trabajó como profesor de
literatura, como hicieran otros muchos autores. Destacó por obras como La esfera, El rey y la reina o El
verdugo afable y al igual que en la obra que vamos a comentar, destaca en
su novelística el recuerdo de una infancia vivida en ambientes rurales.
Réquiem por un campesino español (cuyo título inicial fue Mosén Millán, réquiem por un campesino español) tiene, como la
mayor parte de novelas sociales, un argumento en apariencia sencillo. Mosén
Millán, el párroco del pueblo de Las Cuevas, recuerda, antes de que se inicie
una misa funeral por la muerte de Paco, los sucesos que llevaron a esa
situación.
Esta obra, sin
embargo, es eminentemente una novela de crítica social, lo que se advierte ya
al inicio de la lectura.
El argumento y el conflicto se basan en que
Paco, un campesino, quiere remediar la situación de miseria y pobreza en la que
viven sus compañeros de aldea, expropiando ciertos terrenos a los ricos
(caciques) que explotan al trabajador. Pero los terratenientes, como puede
suponerse, no están contentos con las ideas revolucionarias de Paco y sofocan
la revuelta sanguinariamente. Paco es ejecutado.
Pero tal vez, el
mayor trasfondo crítico de la novela lo hallemos en los conflictos internos del
cura Mosén Millán. El clérigo, como indican los textos bíblicos, cree
firmemente que debe practicar la caridad cristiana y la ayuda al necesitado,
pero termina, inevitablemente, colaborando más con los ricos que con los
pobres. Cuando Paco reivindica una mejora social del campesino, Mosén argumenta
que el orden social establecido viene marcado por una suerte de orden universal
que Dios ha establecido. No está de acuerdo con el proceder violento de los
ricos, pero como históricamente la Iglesia española ha estado supeditada (según
lo percibe J. Sender) al interés de las clases altas, Mosén no puede deshacerse
de esta idiosincrasia y entrega a Paco a las autoridades (pidiendo que no le
maten). Paco, como todos sus compañeros, termina ejecutado y Mosén no protesta.
Siente remordimientos por su actitud pasiva e incorrecta desde un punto de
vista estrictamente ético y religioso, pero el autor nos presenta a un
personaje incapaz de dejar de colaborar con los intereses del terrateniente.
Así, comprobamos
que hay personajes representativos del campesinado, de los terratenientes y del
estamento eclesiástico. Es este último el más complejo, dado que los otros
incurren en las actitudes de cualquier personaje de su clase en toda novela
social. El rico lucha (a costa de lo que sea) por conservar su estatus y el
pobre lucha (con ideas revolucionarias) para lograr que el estado de las cosas
cambie y sus condiciones de vida mejoren. Como afirma Gil Casado, «los personajes son representativos y el caso de Mosén
Millán está visto en todas sus conexiones y contradicciones» [1]. Con la excepción ya abordada del sacerdote, el resto
de personajes, como afirma Borja Rodríguez Gutiérrez, son presentados con «técnicas impresionistas, por medio de escenas
significativas que nos puedan hacer concebir una imagen del personaje.»
Una vez comentados
el argumento y los personajes, hay que decir que el tiempo de la novela es
bastante inexacto, porque Mosén, la voz narrativa principal, nos va narrando
escenas de la vida de Paco que sucedieron 25 años antes y que, en su calidad de
recuerdos, son fragmentarias.
Podemos concluir
diciendo que los sucesos (que llamaremos anecdóticos) de la aldea podrían
extrapolarse, en su crítica social, al resto de la España franquista. Paco
representaría al pueblo español sometido al dictador, Mosén al estamento
clerical favorecido por el régimen y los ricos que asesinan a Paco (y que son
los únicos que asisten a su misa de réquiem) a Franco ya los dueños
tradicionales de la propiedad.
NOTAS:
[1] Gil Casado, Pablo, 1968, p. 243.
Bibliografía:
[1] Gil Casado, Pablo, 1968, p. 243.
Bibliografía:
Ø Garcés Sender, Ramón José, Réquiem por un campesino español, Barcelona, ed. Destino, 1988.
Ø Gil Casado, Pablo, Historia
de la novela social española (1920-1971), Barcelona, ed. Seix Barral, 1968, (1973).
Ø
Rodríguez
Gutiérrez, Borja, «Reiteración y simbolismo en "Réquiem
por un campesino español" de Ramón J. Sender / Borja Rodríguez Gutiérrez», en Boletín de la Asociación de Profesores de Español "Gerardo Diego", núm. 11, (2005), Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2008,
url: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/reiteracin-y-simbolismo-en-requiem-por-un-campesino-espaol-de-ramn-j-sender-0/html/01d7bf38-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html#I_0_,
(Acceso: 14/05/2017).
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