miércoles, 3 de mayo de 2017


Comentario de “La trastienda de tus ojos” de Carmen Marín Gaite



Introducción: acercamiento a Carmen Martín Gaite

Carmen Martín Gaite nació en 1925 en Salamanca, capital de provincia castellana tradicional de costumbres muy arraigadas, que marcaría los primeros años de su vida. Dentro del enclaustramiento opresivo de Salamanca encontró una vía de liberación en el gusto por la literatura, que le transmitió su padre desde muy pequeña. Durante su infancia asistió forzosamente el desastre de la Guerra Civil, que le dejó recuerdos terribles como el fusilamiento de su tío. Por lo demás, y dentro de lo posible, gozó de una infancia sin grandes penurias en el seno de una familia liberal.

De joven - como método de liberación del hogar y la rutina femenina de la época- decidió estudiar Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca. En la universidad entró en contacto con el teatro, formando parte del grupo teatral de la Universidad.

En 1948 se traslada a Madrid, donde pretendía continuar la tesis doctoral, que abandona tras ponerse en contacto- a través de su amigo y referente de los años de universidad en Salamanca, Ignacio Aldecoa- con el grupo de jóvenes literatos de la Generación del 55 o Postguerra, entre los que se encuentran Eduardo Fraire, Alfonso Sastre y Rafael Sánchez Ferlosio, los cuales, aunque grandes amantes de la literatura, desdeñaban los estudios universitarios.

Comienza su carrera profesional como escritora en el género de la narrativa. En 1955 publica El balneario, galardonado con el premio Café Gijón, y en 1957 publica su novela Entre visillos, por la que recibe el Premio Nadal.

A partir de este momento se dedicará a la creación de obras teatrales como A palo seco (1957), sin abandonar la trayectoria narrativa iniciada, que seguirá desarrollando progresivamente con la Las ataduras (1960) y Ritmo lento (1963), y llegará a perfeccionar más aun, si cabe, en la década de los 70s con El cuarto de atrás (1978), por la que obtiene el Premio Nacional de Literatura, entregado por primera vez a una mujer.

Recopila sus poesías en A rachas (1976) y sus relatos en Cuentos Completos (1978).

Además, desempeñó la labor de periodista, crítica literaria y traductora en diversas revistas literarias y periódicos españoles. Y realizó una obra ensayística, de la que destacan títulos como La búsqueda de interlocutor y otras búsquedas (1973).

Como colofón a una vida dedicada a las letras recibe en 1988 el Príncipe de Asturias, el Premio Nacional de las Letras en 1994 y la Pluma de Plata del Círculo de Escritura en 1999.

Los estudios literarios de la narrativa de Carmen Martín Gaite tienden a centrarse en la novela, dejando sin explorar el cuento, tan importante en la obra de la autora. Gracias al artículo de María de los Ángeles Lluch Villalba he conseguido unas directrices básicas acerca del proceso del cuento en Carmen Martín Gaite.

Podemos diferenciar tres periodos en la elaboración de cuentos de la autora: el periodo neorrealista, desarrollado en los años 50s, donde encontramos la producción más vasta, y, como el nombre indica, se trata de cuentos de influencia neorrealista, el periodo de transición, desarrollado en los años 60s, en el que se mezclan elementos del primer y tercer periodo, y, el periodo de interiorización, perteneciente a los años 70s, en el que se pone de manifiesto el interés por la interioridad de los personajes.

El cuento que he seleccionado, y del que, a continuación, expondré un comentario, “La trastienda de tus ojos”, pertenece al tercer periodo o periodo de interiorización. Se trata de un cuento muy sugerente, de gran sensibilidad y trasfondo psicológico, expresado, en ocasiones, con un lirismo, que recuerda a la poesía.


Comentario de “La trastienda de tus ojos”

“La trastienda de tus ojos” –escrito en 1954- aparece publicado, junto al resto de cuentos de la autora, en la recopilación de cuentos Cuentos Completos (1978). A pesar de ser escrito en la década de los 50s, por la naturaleza de profundidad en la psicología del protagonista, podemos decir que es un preludio del  periodo de interiorización.

Comenzaré analizando aspectos básicos del texto: argumento, personajes, espacio, tiempo, tipo de narrador y estructura del cuento. Y, después, trataré de profundizar en el sentido del texto.

El argumento es el siguiente: Francisco, un hombre sencillo, que adora el silencio y estar solo, descubre que es posible eludir el contacto social sin abandonar la rutina social, a través de la modulación de la mirada, haciendo que esta no llegue a conectar de forma sincera con ninguna otra mirada. “Cierra” las ventanas que conectan su ser interior con otros.  Así transcurre un tiempo, ajeno a las conversaciones y a las personas que le rodean, sin que nadie lo perciba. Llega un día en que su madre le habla del matrimonio con una chica, Margarita, también ajena a él. En ese momento, recupera la impresión lejana de Margarita y comprende que le agrada pensar en la idea de compartir su soledad, “la trastienda de sus ojos”, con ella, apartándose, así, de la rutina banal que le empujó a exiliarse en sí mismo. Decide, pues, casarse con ella.

En cuanto a los personajes, se aprecia una clara escisión entre el protagonista, Francisco, que evoluciona y nos hace partícipes del proceso interno que experimenta desde que decide evadirse de la realidad, y el resto de personajes, pertenecientes al mundo exterior, planos y de los que apenas sabemos nada -exceptuando a la madre, de la que apreciamos preocupación real por Francisco.

En el grupo de personajes secundarios encontramos a: la madre, Margarita, y después ya, más difuminados, al padre, amistades de su hermana y amistades de la familia en general.

A través de esta escisión se subraya la ruptura radical entre interioridad- exterior, de la que versa el cuento; conocemos mucho del interior, es decir, de Francisco, y casi nada del exterior, del resto de personajes. Apreciamos, además, la incompatibilidad e incomunicación entre ambos mundos. Vemos como, a medida que Francisco evoluciona, del hombre simple del principio al hombre de rico mundo interior del final, el distanciamiento con el resto de personajes es mayor.

En un principio, Francisco no experimenta grandes cambios, se evade con esa actitud de falsa escucha, pero sigue siendo el mismo ser sencillo, que estudia las oposiciones y hace pajaritas de papel en su tiempo libre. La única diferencia en un primer momento es que los demás lo perciben diferente, más atento, melancólico y profundo.

Al final del relato apreciamos que se ha producido un claro cambio en Francisco,  cuando asistimos a la conversación que mantiene con su madre sobre el matrimonio. En este punto, a Francisco le cuesta salir de su interior para comunicarse, le causan mayor magnetismo la luna y los objetos que las personas, todo de lo que le habla su madre le suena extraño, y, en definitiva, es un perfecto desconocido a pesar de compartir espacio físico con los seres que le rodean.

Pero, al mismo tiempo, vemos cómo esa reclusión, en principio vacía de utilidad, le ha servido para enriquecerse y conocerse mejor a sí mismo, y en última instancia, para tomar una decisión, por fin, útil y determinante en su vida: casarse y emprender una nueva vida liberadora lejos de la rutina del hogar. Así, se aprecia a lo largo del relato que la evolución personal de Francisco es proporcional al distanciamiento y extrañamiento con el resto de personajes.

Otra interpretación posible al cambio de actitud de Francisco es que sea el amor hacia Margarita -no reconocido ni por él mismo-, lo que le empuje a mostrar mayor seguridad en sí mismo y a volver de una zancada a la realidad. Es llamativo cómo de repente, decide compartir su mundo interior tan preciado, con Margarita, a pesar de no conocer prácticamente nada de ella,  salvo una impresión lejana de sus sueños. No conoce ni el rostro, ni el momento en que la conoció, solo sabe, a través de vagas suposiciones, que se debe de tratar de una chica de clase social interior a la de su familia.

El espacio en el que se desarrolla el cuento no se precisa, pero se deja ver que se trata de una ciudad de provincia española cualquiera, como la que se describe en la célebre película Calle Mayor, por la alusión a los paseos y a la plaza mayor. Bien podría tratarse de Salamanca, la ciudad natal de la escritora.

El ámbito social al que pertenece Francisco es el de una familia de posición social alta, ya que sabemos que viven en la Plaza Mayor, (“- ¡Qué bonita debe ser esa casa! – decían los chavalines de la calle”), que Francisco, a pesar de tener edad de trabajar, se dedica a estudiar unas oposiciones sin ningún tipo de presión por obtener resultados, que, las conversaciones que le rodean son banales y prescindibles, cosa que no ocurriría si las personas que las establecen estuvieran preocupadas por sobrevivir a la miseria, y las palabras de la madre a Francisco al inicio de la conversación que mantienen: “- Mira, Francisco; mientras vivamos tu padre y yo, no tienes que preocuparte por ninguna cosa.”. La posición social elevada de la familia acaba de confirmarse cuando al final  del cuento se alude a la posible posición inferior de Margarita, que bien podía ser una criada.

En cuanto al tiempo, no se precisa, una vez más, ningún dato externo, ni histórico, ni social, que nos haga situar el relato en un periodo determinado. Por los pocos datos de la rutina social que se da de los personajes (Francisco va al café, al casino, a pasear por el barrio de la Catedral), podríamos situar la acción en un tiempo entre la década de los 40s, pues al ser una familia acomodada no se percibirían signos de postguerra, y la década de los 50s.

El tiempo interno del relato es reducido. La acción, es decir, el proceso interior de Francisco, envuelto por el devenir social ajeno, puede durar entre unos cuantos meses y dos años. Tampoco podemos precisarlo, por la falta de datos, pero no ocurren grandes cambios en la vida externa de Francisco durante ese tiempo, sigue estudiando para las oposiciones.

El narrador es omnisciente. Además de narrar los hechos, introduce pensamientos de Francisco, como el hallazgo determinante de que “Por los ojos le asaltaban a uno y se le colaban casa adentro.” y que, “Se escuchaba por los ojos” y “Eran los ojos lo que había que aislar”. También conoce los sentimientos del protagonista, un ejemplo claro es, cuando al principio del cuento, tras un breve diálogo, en el que se aprecia la incomodidad de Francisco cuando le obligan a intervenir en la conversación, el narrador describe lo que Francisco siente en ese momento, ese deseo irracional de acabar su intervención para poder volver a sus pensamientos, a su silencio, a su bienestar.

En el transcurso de la narración podemos diferenciar tres partes: La primera parte va desde el inicio, en el que se introduce la idea de la invasión de la intimidad a través de los ojos, y se describe la incomodidad de Francisco en las reuniones y conversaciones sociales, hasta que Francisco toma la determinación de proteger su mirada, dirigiéndola a los objetos en lugar de a las personas, y adoptando una postura de escucha falsa. En el texto, este cambio, que supone el fin de la primera parte de la estructura interna, se encuentra hacia la mitad de la segunda página, cuando se desvela el siguiente contenido: “Eran los ojos lo que había que aislar; a ellos se dirigían. Francisco aprendió a posarlos tenazmente en las lámparas, en los veladores, en los tejados, en grupos de gente que miraba a otro lado, empeñadamente, sorbiéndoles con el color y el dibujo, el tiempo y la pausa que albergaban”.

La segunda parte va desde este extracto que acabo de introducir hasta el momento en que la madre de Francisco inicia una conversación seria con él, situado hacia la mitad de la tercera página del texto, a partir de la frase “Un día su madre le llamó al inmediato saloncito”. En esta segunda parte se describe el nuevo estado evasivo de Francisco, en el que él se encuentra a salvo de los demás, recluido en su interior, mientras recibe cumplidos y buenas palabras de los conocidos con los que se relaciona, pues opinan, por su actitud profunda y abstraída, que se trata de un joven muy atento.

La tercera parte abarca la conversación final que mantienen Francisco y su madre, que va desde la línea de la mitad de la tercera página que señalaba hasta el final del texto. En esta tercera parte se aprecia el apogeo de la incomunicación y distanciamiento entre madre e hijo, que pertenecen a universos distintos, aunque compartan el mismo espacio físico. Y se nota cómo Francisco, que al principio era un joven inseguro, ha cambiado, vemos cómo se muestra tajante en la determinación de casarse con Margarita. Por fin, tiene un interés real por algo de la realidad externa. Se ha encontrado a sí mismo, a su voz, su voluntad, y al mismo tiempo, una solución real a rutina aburrida de la que se evadía.

La construcción del cuento es sublime. Carmen Martín Gaite consigue condensar en un cuento de apenas cuatro páginas la incomunicación y el hermetismo de cada individuo. Construye la narración desde el perspectivismo, por un lado nos muestra la visión que los seres que rodean a Francisco tienen de él, y por otro, se plantean lo que Francisco realmente piensa y sienta, y los procesos internos que desarrolla en un completo hermetismo individual.

Se aprecia el distanciamiento e incomunicación entre Francisco y los seres que le rodean, a partir de la introducción de apreciaciones externas de Francisco, que no se corresponden con su realidad personal, recogidas en la segunda parte del cuento, del tipo: “-Su hijo, señora- le decían a su madre- tiene mucha vida interior”, o “- Es estupendo. Escucha con tanto interés todas las cosas que se le cuentan”.

Se deja ver la búsqueda de voz propia de Francisco, ese joven con de apariencia pusilánime y meditabunda, que se está fraguando a sí mismo en su particular reducto personal, al que no deja acceder a nadie. Ese reducto hermético del individuo es denominado por la autora en el título “La trastienda de tus ojos”.

Se reproduce a la perfección el sentimiento de desconcierto de Francisco del principio, que no entiende qué le sucede, qué es lo que realmente quiere, solo sabe que el verdadero camino hacia su voluntad no se encuentra en el contacto con los demás, “si alguien le hubiese preguntado qué era lo suyo o por qué le absorbía tanto tiempo, no lo hubiera podido explicar”.

Su único deseo es desligarse de la sociedad para vivir su propia vida, escuchar a su voluntad. Siente las relaciones sociales como una atadura, como apreciamos  en: “sentía que volver a ello era lo mismo que soltarse de unas manos empeñadas y sucesivas”, “Era soltarse de aquellas manos y llegar otra vez a la puerta de la casa de uno”. Esta idea de romper las ataduras se repite al final del cuento, cuando, ya con voz propia toma la determinación de casarse con Margarita y alejarse de la ciudad natal y todos sus habitantes: “Se lo dijo resueltamente, mirándola a la cara con la voz rebelde y firme que nunca había tenido, sacudiéndose de no sé qué ligaduras”.

Este cuento es un canto a la libertad, a la individualidad y la voluntad propia. Esta individualidad se expresa a través de metáforas construidas a partir de los elementos de una casa: la interioridad es una casa, con puerta, un almacén, una trastienda, a la cual solo pueden acceder los extraños a través de las ventanas, es decir, de los ojos. Esta idea de los ojos como medio de la verdadera comunicación al exterior es popular, se recoge, incluso, en dichos populares como: “Los ojos son el reflejo del alma”.

Los temas centrales, pues, son la interioridad individual, la incomunicación, la voluntad propia. Al mismo tiempo, encontramos una crítica indirecta a la banalidad y superficialidad de la clase alta que rodea a Francisco. Francisco es un joven que tiene todos los caprichos y facilidades, y sin embargo, se encuentra vacío. Y, en última instancia, lo que realmente desea es alejarse de su círculo familiar y de conocidos, por los cuales parece no sentir ningún afecto. Son desconocidos los unos para los otros a pesar de la riqueza.

Además, el hecho de que Margarita sea una persona de clase inferior, puede respaldar esta teoría. Ya que, por un lado, se plasma el desconocimiento que tienen los adinerados de las personas de su entorno de clase inferior, y por otro, se plantea que la única persona que puede comprender a Francisco es una mujer de clase baja.

Además de la perfecta construcción del relato y de la profundidad de matices del protagonista, el estilo es claro y directo cuando trata los hechos externos y profundo y reflexivo cuando trata los procesos internos de Francisco, casi lírico y onírico  en algunas ocasiones, como: “Era siempre la misma: tenía el pelo largo, oscuro, sujeto por detrás con una cinta. Él le pedía ansiosamente: “Por favor, cuéntame alguna cosa” y solamente a esa persona en el mundo hubiera querido escuchar”.




Bibliografía
LLUCH VILLALBA, Mª DE LOS ÁNGELES, Los cuentos de Carmen Martín Gaite. Temas y técnicas de una escritora de los años cincuenta, Pamplona, EUNSA, 2000, 235 pp.
Webgrafía

Instituto Cervantes – Biblioteca y documentación – Carmen Martín Gaite: http://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/creadores/martin_gaite_carmen.htm

Podcast RNE –RTVE.es: 


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