jueves, 18 de mayo de 2017

La novela social del campo.



La novela social del campo.

En esta entrada, me planteo definir las características de la novela social que tiene al campo como tema central.
Esta novela social resulta muy interesante, porque el devenir histórico nos permite comprobar que ha sido en las sociedades rurales donde se han producido las mayores desigualdades. La novela de realismo social critica precisamente la falta de equidad en la sociedad, con lo que este tema es especialmente proclive a ser novelado.
Las novelas sociales del 54 ambientadas en el campo nos muestran la sociedad rural y los hechos criticados mediante un asunto que sirve de excusa. Por ejemplo, en Dos días de septiembre, el asunto que cataliza la crítica es la vendimia y la labor viticultora.
Estas obras nos presentan, por lo general, a una sociedad dividida en dos estamentos claramente diferenciados. Por una parte, tenemos a las denominadas fuerzas vivas (terratenientes, curas, guardias civiles…). Por el otro, encontramos al campesino, al que sirve. En palabras de Gil Casado, de un lado tenemos a «los ricos, con sus correspondientes servidores» y de otro «a los pobres, con sus correspondientes simpatizantes».
La crítica de estas novelas se basa en la muestra de las vilezas y la explotación que un miembro de las fuerzas vivas (por ejemplo, un terrateniente) comete contra el campesino. Se pretende fotografiar la miseria en la que viven los jornaleros y la explotación que sufren, en contraposición a la opulencia del terrateniente.
En estas novelas, volvemos a encontrarnos, una vez más, con el patrón literario que se basa en la muestra de uno o varios personajes, más o menos definidos como individuos, para presentar a una clase social. No hay que pensar que en en la novela social del medio siglo el esquema era tan simple como lo exponemos. No se trata de que los autores creasen personajes tipo, sin personalidad propia y todos caracterizados de un modo u otro según su clase social. Por ejemplo, en Dos días de septiembre, comprobamos que los personajes, tanto jornaleros como terratenientes, son individuos concretos, aunque representen en buena medida las ideas y costumbres de la clase a la que se adscriben.
Para que la crítica social sea posible y completa es necesario que la novela sea también testimonial. En Dos días de septiembre, novela en la que basamos someramente nuestra caracterización, se comprueba que resulta inevitable mencionar los procesos de la viticultura, porque si no, la crítica estaría descontextualizada y su comprensión sería complicada.
En cuanto al vocabulario y a la técnica narrativa, estas novelas recurren a expresiones a veces populares, propias del campo en el que se ambientan. Sus narraciones son por lo general concisas y no contienen discursos ideológicos directos por parte del narrador. Esta función, que es esencial en una novela de crítica social, se deja más bien en manos de las descripciones concisas (aunque no exentas de metáforas e imágenes) y de los diálogos.
Concluimos esta breve caracterización refiriéndonos a la relación que podría establecerse entre la novela social del campo y la novela realista y costumbrista del siglo XIX. Este contacto textual, que por supuesto no se aprecia en todas las obras ni con la misma profundidad, es más común en las novelas de esta temática social que en el resto. El motivo de esto habría que buscarlo en que los autores costumbristas tenían predilección por los ambientes rurales, tal vez porque igual que los novelistas del 54 que se sirvieron de esta temática, entendieron que las sociedades rurales eran las más adecuadas para mostrar el status quo de la sociedad española y sus desigualdades.
Por último, haciendo un breve listado de los cultivadores de esta temática, encontramos las siguientes obras: Mosén Millán (Réquiem por un campesino español), de Ramón J. Sender (1953), Los bravos, de Jesús Fernández Santos (1954), Dos días de septiembre, de José Manuel Caballero Bonald (1962), El cacique, de Luis Romero (1963) y La huelga, de Isabel Álvarez de Toledo (1967).

Bibliografía:

Ø  Gil Casado, Pablo, La novela social española (1920-1971), Barcelona, ed. Seix Barral, 1968, (1973).

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