La novela social del
campo.
En esta entrada,
me planteo definir las características de la novela social que tiene al campo
como tema central.
Esta novela social
resulta muy interesante, porque el devenir histórico nos permite comprobar que
ha sido en las sociedades rurales donde se han producido las mayores
desigualdades. La novela de realismo social critica precisamente la falta de
equidad en la sociedad, con lo que este tema es especialmente proclive a ser
novelado.
Las novelas
sociales del 54 ambientadas en el campo nos muestran la sociedad rural y los
hechos criticados mediante un asunto que sirve de excusa. Por ejemplo, en Dos días de septiembre, el asunto que
cataliza la crítica es la vendimia y la labor viticultora.
Estas obras nos
presentan, por lo general, a una sociedad dividida en dos estamentos claramente
diferenciados. Por una parte, tenemos a las denominadas fuerzas vivas
(terratenientes, curas, guardias civiles…). Por el otro, encontramos al
campesino, al que sirve. En palabras de Gil Casado, de un lado tenemos a «los ricos, con sus correspondientes servidores» y de otro «a
los pobres, con sus correspondientes simpatizantes».
La crítica de
estas novelas se basa en la muestra de las vilezas y la explotación que un
miembro de las fuerzas vivas (por ejemplo, un terrateniente) comete contra el
campesino. Se pretende fotografiar la miseria en la que viven los jornaleros y
la explotación que sufren, en contraposición a la opulencia del terrateniente.
En estas novelas,
volvemos a encontrarnos, una vez más, con el patrón literario que se basa en la
muestra de uno o varios personajes, más o menos definidos como individuos, para
presentar a una clase social. No hay que pensar que en en la novela social del
medio siglo el esquema era tan simple como lo exponemos. No se trata de que los
autores creasen personajes tipo, sin personalidad propia y todos caracterizados
de un modo u otro según su clase social. Por ejemplo, en Dos días de septiembre, comprobamos que los personajes, tanto
jornaleros como terratenientes, son individuos concretos, aunque representen en
buena medida las ideas y costumbres de la clase a la que se adscriben.
Para que la
crítica social sea posible y completa es necesario que la novela sea también
testimonial. En Dos días de septiembre,
novela en la que basamos someramente nuestra caracterización, se comprueba que
resulta inevitable mencionar los procesos de la viticultura, porque si no, la
crítica estaría descontextualizada y su comprensión sería complicada.
En cuanto al
vocabulario y a la técnica narrativa, estas novelas recurren a expresiones a
veces populares, propias del campo en el que se ambientan. Sus narraciones son
por lo general concisas y no contienen discursos ideológicos directos por parte
del narrador. Esta función, que es esencial en una novela de crítica social, se
deja más bien en manos de las descripciones concisas (aunque no exentas de
metáforas e imágenes) y de los diálogos.
Concluimos esta
breve caracterización refiriéndonos a la relación que podría establecerse entre
la novela social del campo y la novela realista y costumbrista del siglo XIX.
Este contacto textual, que por supuesto no se aprecia en todas las obras ni con
la misma profundidad, es más común en las novelas de esta temática social que
en el resto. El motivo de esto habría que buscarlo en que los autores
costumbristas tenían predilección por los ambientes rurales, tal vez porque
igual que los novelistas del 54 que se sirvieron de esta temática, entendieron
que las sociedades rurales eran las más adecuadas para mostrar el status quo de la sociedad española y sus
desigualdades.
Por último,
haciendo un breve listado de los cultivadores de esta temática, encontramos las
siguientes obras: Mosén Millán (Réquiem
por un campesino español), de Ramón J. Sender (1953), Los bravos, de Jesús Fernández Santos (1954), Dos días de septiembre, de José Manuel Caballero Bonald (1962), El cacique, de Luis Romero (1963) y La huelga, de Isabel Álvarez de Toledo
(1967).
Bibliografía:
Ø Gil Casado, Pablo, La
novela social española (1920-1971), Barcelona, ed. Seix Barral, 1968,
(1973).
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