¿Qué misión hemos venido
en esta vida a cumplir?
Por bien que nos haya ido,
es muy difícil vivir.
Concha
Méndez, de libro inédito Con el alma en
vilo
INTRODUCCIÓN
En
la entrada anterior vimos el caso de María Teresa León, en esta hablaremos
sobre Concha Méndez, otra de las grandes olvidadas. Dramaturga, editora,
impresora, autora de un guión de cine y, sobre todo, poeta. A pesar de esto, no
apareció en la Antología de Gerardo
Diego sobre los poetas del 27; ni en la primera edición, de 1932, ni en la
segunda, de 1934, en la que sí se incluyó a Ernestina de Champourcín y Josefina
de la Torre.
Quizá
esto se podría justificar alegando que los mejores poemas de la autora son de
fecha posterior. Lo que no se puede justificar es el olvido actual en el que
esta grandísima poeta se encuentra y que se debe, no solo al exilio de 1939,
sino también a su condición de mujer. Muchos autores masculinos sufrieron el
exilio, pero a su vuelta fueron recuperados y valorados como se merecen, ¿por
qué no es así en el caso de las mujeres? Sus libro autobiográfico Concha Méndez: memorias habladas, memorias
armadas (1990), que fue escrito por su nieta, Paloma Ulacia Altolaguirre, a
partir de varias cintas grabadas con historias narradas por su abuela, no está
en ninguna de las bibliotecas de Logroño, ni tampoco en Amazon o Casa del
Libro. En la Biblioteca de la Universidad de La Rioja hay un libro de poemas
suyos, pero yo he sido la primera persona en cogerlo prestado, para hacer este
trabajo.
En
un principio, cuando estudiábamos la Generación del 27 en Bachillerato, por
ejemplo, y no aparecía ninguna escritora femenina (o como mucho se las nombraba
de pasada), yo me cree la idea de que esto sería porque la calidad de sus textos
no estaba a la altura de la de los escritores hombres. La sorpresa ha sido al
descubrir que sí que lo están, a pesar de que el nivel es muy alto.
Es
una pena que las generaciones de jóvenes actuales nos estamos perdiendo todos
estos sobresalientes poemas de escritoras femeninas, en especial nosotros, que estudiamos
Filología Hispánica. Veamos, por tanto, un poco de la vida y obra de Concha
Méndez.
VIDA Y OBRA
Concepción
Méndez nace en Madrid en 1898 en el seno
de una familia acomodada y conservadora que va a tratar por todos los medios de
frenar las ansias de libertad de Concha. Tan solo asistió a la escuela, no le
permitieron realizar estudios superiores ni tampoco le dejaban leer libros. El
ambiente en el que la escritora pasó sus primeros años de vida se refleja muy
bien en una de las anécdotas que ella misma cuenta en el documental “Las sinsombrero”[1]. Un
hombre amigo de su padre fue a visitarlos y preguntó a sus diez hermanos, todos
chicos, qué querían ser de mayores. Concha, aunque el hombre ni la había
mirado, se adelantó y contestó que ella iba a ser capitán de barco. El hombre
la miró con desprecio y le dijo “las niñas no son nada”.
Para
su familia, todo a lo que Concha podía aspirar era a buscarse un marido al que
dedicarse en cuerpo y alma y con el que tener muchos hijos. La única manera de
escapar de este ámbito familiar tradicional y represivo era viajando. “Viajar
era viajar, pero era también liberarme de mi medio ambiente, que no me dejaba
crear un mundo propio, propicio para la poesía”[2]. Pero
viajar, escapar, tampoco le va a ser fácil.
“Era
el momento de escaparme de mi casa rumbo a Suecia. Estando en San Sebastián, una
tarde preparé mi maleta. Al salir, por esas cosas que tienen que pasar, me
sorprendió mi madre. Entonces le dije: «Me voy a Estocolmo». «Esto es el colmo»
-respondió-. Y yo me decía: «Esto es un poema». Cogí la maleta y salí corriendo
a la calle; mi madre, a gritos, empezó a llamar a la policía; apareció uno y me
acusó a él. Total: decidí no volver a casa y pedí un juez. Entonces me
depositaron en un hotel sin dejarme salir; ahí me quedé tres días. Como había
un piano, me agarraba de él, tocando marchas fúnebres: acentuaba los does y los
alargaba. Mi padre volvió de Madrid para buscarme y me prometió que, si volvía
a casa, arreglaría las cosas para que pudiera viajar; me prometió muchas cosas,
que nunca cumplió.”[3]
Finalmente
en 1929 consigue huir de su familia y viaja, sola (un escándalo en aquel
momento), primero a Londres, donde pasa unos seis meses trabajando como traductora
y profesora de español, y luego a Buenos Aires, donde permanece algo más de un
año y entra en contacto con varios intelectuales españoles y argentinos. Estando
en Buenos Aires, en 1930, publica su tercer libro de poemas, Canciones de mar y tierra (en el título
ya vemos la influencia de Lorca y Alberti, de quienes era amiga). En Madrid había
publicado anteriormente Surtidor
(1928) e Inquietudes (1926) para gran
disgusto de sus padres, que veían la profesión de “poetisa” como una ofensa al
buen nombre de la familia.
Estos
tres primeros libros no son de tanta calidad como la obra posterior de la
poeta, lo cual es lógico, más sin tenemos en cuenta que había sido autodidacta
y sus conocimientos sobre la técnica poética eran limitados o inexistentes.
Al
igual que la mayoría de los poetas, comienza siguiendo la moda el momento, en
este caso el vanguardismo -sus versos están llenos de aviones, coches,
velocidad…-, y será en la madurez cuando encuentre su estilo propio. Además, el
vanguardismo es una manera de romper con la sociedad tradicional predominante y
mostrarse como mujer moderna, dinámica y rompedora. Como afirma Juan María
Calles Moreno:
“Son poemas que la sitúan en el
eje de la vanguardia y de la modernidad poética española de aquellos años. Su
poesía reacciona contra el intimismo sentimental romántico, contra su dramática
y ya canónica «desarmonía del alma», y construye el poema desde el foco de un
yo intrasubjetivo que se manifiesta como «manifestación polifónica de la pura
subjetividad». Méndez simboliza la imagen emergente de la mujer moderna urbana
–también reconocible en figuras como la flapper
o la garçonne–, que asume la ciudad
como espacio privilegiado de la modernidad y como espacio artístico que se
escribe y desde donde se escribe.”[4]
A
modo de ejemplo sirve el poema “Ser”, de Surtidor:
Ser.
Fábrica
de ideas.
Fábrica
de sensaciones.
¡Revolución
de todos
los
motores!
Ser
y ser.
Energía
continua.
Dinamismo.
Evolución.
Así
siempre.
Y
cerca de los astros.
¡Ser!
Vuelve
a Madrid en 1931 y abandona la estética vanguardista para siempre. Quizá por la
llegada de la II República, que cambia el concepto del quehacer literario,
pero, sobre todo, porque es entonces cuando conoce por mediación de García
Lorca a Manuel Altolaguirre, poeta y editor malagueño del que se enamora y con
el que se casará el 5 de junio del año siguiente, siendo testigos García Lorca,
Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén y Cernuda. Este gran cambio en su vida supone
un gran cambio también en su poesía, siempre muy biográfica, reflejo de su
experiencia vital.
El
matrimonio viaja a Londres, donde editan la revista 1616, en la que aparecen escritos españoles e ingleses. Vuelven a
Madrid y crean la imprenta “La Verónica” en una habitación del hotel Aragón.
Aquí editan la revista Héroe, en la
que colaboran Juan Ramón Jiménez, Miguel de Unamuno, Pedro Salinas y Jorge
Guillén, entre otros.
En
1932 Concha Méndez publica Vida a vida,
colección de poemas editada por ella y Altolaguirre en su pequeña imprenta. El
tema principal del libro es el amor, pero no solo como sentimiento perfecto de
unión con el otro: también hay poemas de reflexión angustiosa sobre la propia
identidad, la relación con los demás y otros temas filosóficos que dejan claro que Concha Méndez no es una chica
burguesa más, preocupada por la ropa y los bailes, como la gran mayoría.
En
este libro percibimos que la autora ya ha mejorado su estilo. Sigue utilizando
principalmente el octosílabo y la rima asonante, pero ya no los usa de manera
mecánica y machacona, como en los primeros poemarios, que resultaban algo
artificiales. Aquí la lírica es sencilla pero auténtica, y, tal apunta James
Valender: “logra captar algo del misterio y la incertidumbre de la experiencia
humana”[5].
La
influencia de Calderón parece clara, y continuamente aparecen en los poemas
palabras como “sueño”, “vida” o “sombra”. En el poema “¿Dónde?”, por ejemplo: “¿Dónde
estuve yo antes/ de esta vida?/ ¿Qué sueño/ fue anterior a este sueño?”. En “Recuerdo
de sombras”: “Dices que en estas sombras/ vives en mi recuerdo, /y son las
mismas sombras/ que están en mí viviendo.” O en “Insomnio”: “¡Qué angustiosa
cárcel ésta/ de hierro por todas partes,/ con las ventanas al mundo,/ a las
sombras, a la nada!”.
En
mayo de 1936 publica en Madrid Niño y
Sombras, el cual surge de nuevo de una experiencia conmovedora, aunque esta
vez no para bien, como fue el conocer a Altolaguirre, sino para mal: sufre un
aborto de su primer hijo en 1933, hecho que marca a la escritora y que aparece
en muchos de los poemas de este nuevo libro. Se trata por tanto de un poemario
lleno de tristeza. Al tema del hijo perdido se suma el tema de las sombras, que
aparece de nuevo, y refleja la confusión que la autora siente ante la
incomprensión del mundo y de sí misma. Predomina el pesimismo, pero en algunos
poemas se vislumbra un rayo de esperanza (en marzo de 1935 nace su hija Paloma)
y de voluntad de seguir luchando, pese a las adversidades que se le presenten.
Por ejemplo, el poema 23:
Fuerzas
ocultas me sostienen,
un
apoyo invisible en cada brazo.
No
creáis que estas fuerzas
son
para mí un descanso.
Yo
soy la vida en lucha
de
cada hora y de cada paso.
Yo
soy la fuerza de mí misma,
la
antena receptora del milagro.
Yo
soy la vida sin remedio.
Mi
muerte no será sino un colapso;
porque
después de muerta seguiré viviendo,
nadie
sabe hasta dónde ni hasta cuándo.
Dos
meses después de la publicación de Niño y
sombras, estalla la guerra civil. El matrimonio debe abandonar su vivienda
en Madrid, que será bombardeada durante la guerra perdiéndose así todos los
textos, suyos y de otros autores, que guardaban en la imprenta, a excepción de
los que Concha Méndez se llevó consigo antes de partir.
La poeta había apoyado a la República desde el
comienzo pero, la preocupación por el bienestar de su hija, la lleva a abandonar
España. Pasa gran parte de la guerra en el extranjero (Inglaterra, Francia y
Bélgica) mientras que Altolaguirre se queda luchando. En 1938 la escritora no
aguanta más la separación y viaja a Barcelona, donde se reencuentra con su
marido.
Durante
estos años no escribe mucho. En noviembre de 1937 colabora en la revista Hora de España con los poemas “Esta
tarde” y “España” en los que muestra sus sentimientos sobre la contienda:
En
1938 vuelve a colaborar en la revista con estos dos poemas:
En
estos dos últimos poemas vemos que no se hacen referencias directas a España ni
a la Guerra Civil. Tal ocurre con otros poetas, esto llevó a que Concha Méndez
fuese criticada en ocasiones por esta supuesta falta de compromiso político en
sus textos. Pero debemos entender que, no es que la poeta se desentienda de la
situación, sino que la amplía a una situación universal. Es decir, Concha no se
queja solamente de la guerra civil española, sino de todas las guerras y de toda
la maldad del hombre. Citando a Valender:
“Al
igual que muchos otros poetas e intelectuales, Concha Méndez está muy sensible
a la precaria situación que vive en ese momento la República; pero más que la
situación política, lo que le preocupa es el temple moral y vital de los individuos
que conforman la sociedad, su miedo, su frialdad.[…] lo que hace falta para
salvar a la sociedad no es tanto una reorganización política, como una
transformación del individuo a través el amor.”[8]
Lo
que le preocupa es la naturaleza humana, el egoísmo, la falta de generosidad y de
amor… todo lo que lleva a las guerras, y siente desengaño ante la vida humana
en general, no solo ante la España de ese momento. En sus memorias critica los “paseos”
que realizaban ambos bandos. Se muestra crítica con la violencia en abstracto,
sin importar cuál sea su origen.
En
1939 Altolaguirre y Concha Méndez huyen a América con su hija. Pasan cuatro
años en La Habana, donde montan otra imprenta, también llamada “La Verónica”.
Allí editan Lluvias enlazadas (1939)
poemario de Concha con poemas de libros anteriores y otros inéditos. En estos
nuevos textos la poeta continúa preguntándose sobre el sentido de la vida: “A
veces me pregunto: ¿por qué habré venido/ a este laberinto de soledades,/ del
que nunca salgo por más que me esfuerzo,/ encontrando sombras… sin hallar a
nadie?...”, y hace hincapié en la soledad que siente ante un mundo hipócrita y
cruel. Cabe destacar este poema, escrito en Bruselas en 1937:
Quisiera
tener varias sonrisas de recambio
y
un basto repertorio de modos de expresarme.
O
bien con la palabra, o bien con la manera,
buscar
el hábil gesto que pudiera escudarme…
Y
al igual que en el gesto, buscar en la mentira
diferentes
disfraces, bien vestir en engaño;
y
poder, sin conciencia, ir haciendo a las gentes,
con
sutil maniobra, la caricia del daño.
Yo
quisiera ¡y no puedo! ser como los otros,
los
que pueblan el mundo y se llaman humanos:
siempre
el beso en el labio, ocultando los hechos
y
al final… el lavarse tan tranquilos las manos.
En
1943 se trasladan a México. Allí Concha publica Poemas. Sombras y sueños (1944)
-de nuevo un título muy significativo-, donde reúne poemas escritos durante los
siete años que han transcurrido desde que abandonaron España (1937-1944).
En
este poemario están algunos de los mejores textos de la autora. Esta madurez
literaria viene dada por una serie de dolorosas experiencias. El exilio ya de
por sí es triste y, si de joven solo pensaba en viajar lejos, ahora se lamenta
por la patria perdida. A esto se suma el fin de su matrimonio, ya que
Altolaguirre la deja, y, sobre todo, la muerte de su madre, a la que dedica un
largo y conmovedor poema. Aunque de joven nunca llegó a entenderse con su
madre, la muerte de esta le hace ver las cosas de otra manera y le deja un
vacío irreparable -al igual que le ocurre
a María Teresa León-.
El
libro está lleno de poemas muy angustiosos pero, a pesar de todo, Concha no
llega a perder la esperanza y escribe varios poemas que muestran esta fuerza
interior por sobrevivir:
No
quiero descansar un solo instante.
Quiero
vértigo ser a todas horas,
que
ya vendrá después el largo sueño,
el
reposar de piedra entre la sombra.
Quiero
ser, renacer, mientras que aliente,
crear
y recrear y recrearme,
y
dejar una estela de mi vida
que
no pueda acabarse con mi sangre.
Muchas
veces habla en sus memorias del exilio como una experiencia enriquecedora, una
manera de viajar y conocer otras personas y costumbres. En sus poemas, en
cambio, vemos que también fueron años de gran tristeza y añoranza. Es normal. No
todo es blanco o negro, seguramente en el exilio viviría experiencias
agradables: hizo amigos, pudo conocer nuevos lugares… Como cualquier ser humano,
Concha sintió durante estos años alegría y pena de manera entrelazada. Aunque
la vida no se lo puso especialmente fácil, ella se adaptó, renació y su vida
continuó.
A
partir de 1944 comienza a retirase de la vida pública y se retrae a la
tranquilidad de su casa en México. Durante 30 años no publica ningún libro,
aunque sigue escribiendo. En 1979 publica en Madrid Vida o río y en 1981 en México Entre
el soñar y el vivir, dos colecciones de poemas. Vida o río incluía una reedición de Vida a vida. Entre el soñar y
el vivir reunía poemas ya publicados junto con otros nuevos. Se trata e
ambos casos de poemas muy filosóficos, donde la poeta continúa preguntándose y reflexionando
sobre la vida. “La curiosidad de la poeta abarca casi todo, desde los problemas
de la actualidad (las guerras, la miseria, la enajenación, la contaminación del
ambiente) hasta los misterios eternos de la vida (el tiempo, el amor y la
muerte).[9]
Concha
Méndez muere en diciembre de 1986 dejando, entre otros trabajos inéditos, un
último libro de poemas titulado Con el
alma en vilo.
CONCLUSIÓN:
Me
parece curioso que, una vez terminada la dictadura, Concha Méndez decidiese
permanecer en México, donde murió. Regresó a España en tres ocasiones para visitar
a su familia, pero no se quedó, aunque podía. Creo que esto refleja la
sensación de la autora, en el final de su vida, de no pertenecer a ninguna
parte. En su poema “Antes”, de Entre el
soñar y el vivir, contrasta sus años de juventud y de vejez:
Antes, quería
tener
los párpados
bien abiertos;
todo lo quería
ver.
Hoy los cierro y
la mirada
se va al fondo
de mi ser,
en donde tengo
guardados
los recuerdos de
mi ayer.
Dejé correr por
el mundo
sobre el centro
de un ciclón,
por las horas
reposadas
sobre el muelle
de un sillón,
sin nadie que me
acompañe
sola con mi
corazón,,,
Ya
no le interesa viajar, ni el lugar donde se encuentre, quiere retraerse a su
interior, analizar lo que ha sido su vida e intentar entenderla. Esta actitud
parece de acabamiento. Ella misma afirma que sufrió una fuerte depresión en estos
años en México y sintió el deseo de dejarse morir, tan ajeno a ella. Pero triunfó
la esperanza, y la escritura. Ingresó en un hospital psiquiátrico y ahí
descubrió que escribir la unía a la vida, la poesía era su vida. “Cuando
apareció en las librerías la Antología
poética que me publicó Joaquín Mortiz y me trajeron al sanatorio las
reseñas, comprendí que mi vida estaba llena de estímulos y me dieron ganas de
vivir.”[10]
Hay
una palabra que se repite a lo largo de toda su obra: “sueño”. Concha Méndez tuvo
que vivir mucho en los sueños, porque la realidad era una pesadilla. Si se
quitaba el sombrero en la calle era visto como una desvergüenza, si fumaba en
un restaurante la gente se echaba las manos a la cabeza, si decía que quería
ser capitán de barco, un hombre le decía que no podía ser nada. Pero ella no se
resignó a las normas injustas de aquella sociedad. “Vine para algo más que para
pasar como sombra/ dentro de mí una luz quiere salir afuera”, afirma en su
poema “No vengas”, de Entre el soñar y el
vivir. Esa luz fue su poesía, una estela que perdura, como ella quería, más
allá de su vida.
Pero
la escritora no lo tuvo fácil para conseguir ser alguien. Desde su nacimiento
estaba destinada a no ser nada, una cosa. En una entrevista en la que le
preguntaron sobre el feminismo dijo lo siguiente:
“¿La
opinión mía sobre el feminismo? Empezaré por decirle que yo no sé si soy feminista
o no. Toda idea que encierre un sentido colectivo me repugna moralmente. Yo
soy: individualidad, personalidad. Ahora bien, en cuestión de derechos también
pido la igualdad ante la ley. O lo que es lo mismo: pasar de calidad de cosa a
calidad de persona, que es lo menos que se puede pedir en esta época.”[11]
Por
el hecho de ser mujer, fue educada para no hacer, no preguntar y no pensar.
Pero Concha, junto con las demás mujeres de la Generación del 27, decidió romper
con este sinsentido y redefinir el papel de la mujer. Ella quería saber,
entender el mundo y a los otros, y a ello se dedicó durante toda su vida, a
través de la poesía.
Me dijeron: “¡Partes
sola
y sola habrás de
volver!”
Me dieron por
equipaje
una vida en
quien creer.
Cierto que no me
engañaron,
mas me hubieron
de decir
en dónde está la
línea
entre el soñar y
el vivir.
Que en descubrir
el secreto
se me está yendo
la vida,
y me encuentro
tras los años
en el punto de
partida.
Entre el soñar y el vivir (1981)
Para
terminar os dejo dos poemas de Concha Méndez, “Ni me entiendo ni me entienden”
y “Para que yo me sienta desterrada”, recitados por María Alonso y por mí.
Espero que os gusten.
BIOGRAFÍA:
SOLER SASERA, E., “Las voces antiguas: la Guerra
Civil española en algunas memorias y autobiografías del exilio literario de
1939”, en Olivar: revista de literatura y
cultura españolas, nº. 8, 2006. Disponible en línea en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2384196&orden=342055&info=link
(fecha de consulta: 09/05/17)
OLMEDO, I., “La autobiografía como reinvención:
Concha Méndez, poeta”, en Revista de
filología de la Universidad de La Laguna, nº 28, 2010. Disponible en línea
en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3284443.pdf (fecha de
consulta: 09/05/17)
CALLES MORENO, J. M., “Concha Méndez, la seducción
de una escritora en la modernidad literaria”, en Dossiers
feministes, nº 18, 2014. Disponible en línea en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4941634.pdf
(fecha de consulta: 09/05/17)
BARRERA LÓPEZ, B., “Personificación e iconografía de
la «mujer moderna». Sus protagonistas de principios del siglo XX en España”, en
Trocadero: Revista de historia moderna y
contemporanea, nº 26, 2014. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4969035&orden=1&info=link
(fecha de consulta: 09/05/17)
MÉNDEZ, C., Poemas
(1926-1986), Madrid: Hiperión, 1995.
RODRÍGUEZ
CACHO, L., Manual
de historia de la literatura española,
Madrid: Castalia, 2009.
[1] Documental de
los Imprescindibles de RTVE muy recomendable, en el que se habla de las mujeres
olvidadas de la Generación del 27 y aparecen fragmentos de las cintas grabadas
por Paloma Ulacia en las que Concha Méndez cuenta anécdotas de su vida.
Disponible en: http://www.rtve.es/alacarta/videos/imprescindibles/imprescindibles-sin-sombrero/3318136/
[2] Concha Méndez. Citado a través
de CALLES MORENO, J. M., “Concha Méndez, la seducción de una escritora en la
modernidad literaria”, en Dossiers feministes, nº 18, 2014, pág.
155.
[3] Íbid, pág. 154.
[4] Íbid, pág. 160.
[5] VALENDER, J., “Introducción”, en
MÉNDEZ, C., Poemas (1926-1986), Madrid: Hiperión, 1995, pág. 18.
[6] Hora de España, nº XI (noviembre de 1937), pág. 48. Consultado a través de
la Hemeroteca Digital. Disponible en línea en: http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0004516921&search=&lang=es (fecha de consulta: 12/05/2017)
[7] Hora de España, nº XIX (julio de 1938), pág. 34. Consultado a través de la
Hemeroteca Digital. Disponible en línea en: http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0004521906&search=&lang=es (fecha de consulta: 12/05/2017)
[8] VALENDER, J., “Introducción”,
en MÉNDEZ, C., Poemas (1926-1986), Madrid: Hiperión, 1995, pág. 23.
[9] Íbid, pág. 30.
[10] Citado a través
de OLMEDO, I., “La autobiografía como reinvención: Concha Méndez, poeta”, en Revista de filología de la Universidad de La
Laguna, nº 28, 2010, pág. 224.
[11] Íbid, pág. 231.
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