domingo, 7 de mayo de 2017

Las mujeres de los poetas I: María Teresa León

INTRODUCCIÓN:

El título de esta entrada se debe a que las tres mujeres que vamos a estudiar, María Teresa León, Concha Méndez y Ernestina de Champourcín, tuvieron eso en común, ser la esposa de un poeta (Rafael Alberti, Manuel Altolaguirre y Juan José Domenchina respectivamente), y parece ser que es por lo único que se las recuerda.

Es en la Generación del 27, a la que las tres pertenecen, donde surge el primer grupo de escritoras importantes. Mujeres liberales que lucharon por unos derechos que hasta entonces se les habían negado.
"No sé nada de mujeres... no trato sino con hombres... las escritoras son escritores... no tienen sexo. Yo creo que ya hemos sobrepasado el feminismo y que eso no interesa ante los grandes problemas de la hora, que son problemas de la humanidad... Yo vivo entre compañeros y camaradas... No hay separación ni diferencia entre nosotros... Y lo mismo pasa con todas las mujeres y con todos los hombres... Viven juntos y trabajan juntos por el mañana... No siento solidaridad de sexo, de inteligencia sí."[1]
La llegada de la Guerra Civil va a truncar todas sus esperanzas. Estas escritoras son anteriores a las generaciones literarias que surgen en la posguerra, pero también ellas sufrieron sus consecuencias. Las tres se vieron obligadas al exilio y más tarde al olvido del público y de la crítica.

Empezaremos hablando de María Teresa León, una mujer que escribió teatro, novela, cuento, ensayo, guiones cinematográficos y mucho más, y vivió dedicada a quienes amaba y a todo aquello en lo que creía. Aunque a veces las biografías pueden resultar aburridas, no es así en el caso de María Teresa. Su vida y su obra se mezclan, ya que muchas de sus obras son biográficas o tienen parte de biográficas y, su propia vida, tiene mucho de novela.


De izquierda a derecha: Federico García Lorca, María Teresa León y Rafael Alberti


VIDA Y OBRA:

María Teresa León Goyri nace en Logroño en 1903, pero su familia, de clase social medio-alta, se traslada inmediatamente a Madrid, donde pasa sus primeros años.

En su libro Memoria de la melancolía, novela autobiográfica, se refiere a sí misma durante la infancia en tercera persona, y no en primera, como hará luego. María Teresa refleja con esto que todavía no se había encontrado a sí misma en esa etapa de su vida. Fue una niña sin libertad, que vivió ya una especie de primer exilio durante su niñez debido a los continuos traslados a los que les obligaba la carrera militar de su padre:
“Desde niña, desde muy pequeña la habían zarandeado bien con aquel padre militar que se cansaba de todo y pedía un nuevo destino y estaba contento unos años y luego languidecía y se iba agriando. Niña de militar inadaptada siempre, no niña de provincia ni de ciudad pequeña con catedral y obispado y segunda enseñanza…; con amigas de paso y primaveras acercándose cada año a la niña, colorándola, obligándola a crecer y a estirarse.”[2]
Como vemos, su infancia no fue del todo feliz. Además de este peregrinaje continuo, asistió a un colegio de monjas de educación convencional y rígida donde tuvo varios problemas (por leer “libros prohibidos” y otras razones parecidas). Pero también vivió momentos buenos en este periodo madrileño. En sus memorias recuerda con cariño sobre todo el tiempo que pasaba con su tía María Goyti (primera mujer española en obtener un doctorado en Filosofía y Letras), hermana de su madre, y su marido Ramón Menéndez Pidal. La influencia de sus tíos va a ser grande en María Teresa, y también la de su prima Jimena, a través de la cual conoce la pedagogía de la Institución Libre de Enseñanza.

Hacia 1918 o 1919 la familia se traslada a Burgos, nuevo destino del padre militar. Allí pasa su adolescencia y primera juventud y conoce al que será su primer marido: Gonzalo de Sebastián.

El 1 de noviembre de 1920, recién cumplidos los 17 años, se casa en Barcelona con Gonzalo de Sebastián Alfaro, diez años mayor que ella. El 11 de noviembre, diez días después, nace su primer hijo, Gonzalo, pero, desde el primer momento, el matrimonio es infeliz. Él regresa a Burgos y ella se queda en Barcelona, a donde destinan a su padre en 1921.

En 1924 muere su padre y María Teresa vuelve a Burgos con su marido. Aunque ella ya no quiere a Gonzalo, el obispo de Burgos le recomienda que vuelva a unirse a él. En 1925 nace su segundo hijo, cuando María Teresa cuenta con 22 años.

En 1928 viajan a Argentina, donde él tenía intereses comerciales. Allí María Teresa desarrolla una intensa vida social y literaria, dando diferentes conferencias y frecuentando los círculos de intelectuales. La brecha en el matrimonio es ya irreparable y deciden separarse, por lo que los hijos quedan bajo la custodia del padre. Esto supone un mazazo terrible para la escritora.

Desde 1924 colabora en el Diario de Burgos, donde publica sus primeros cuentos y artículos, muchos bajo el seudónimo Isabel Inghirami. En estos artículos trata temas como la condición de la mujer, siempre con reivindicaciones muy feministas.

En 1928 publica su primer libro: Cuentos para soñar, recopilación de cuentos que escribe para sus hijos.

En 1929 se traslada a Madrid buscando dar un giro a su vida y centrarse en su vocación de escritora. Allí se integra en el Lyceum Club, donde conoce a varias mujeres de la Generación del 27 como Concha Méndez o Ernestina de Champourcín.

Conoce a Alberti, su gran amor, del que no se separará nunca más. Ambos dedican en sus biografías (Memoria de la melancolía y La arboleda perdida) hermosas palabras a este repentino amor que surgió entre los dos y les cambió la vida.

En 1930 publica La Bella del mar amor. Cuentos castellanos, donde refleja su conocimiento de la tradición literaria medieval (por influencia de sus tíos) y su preocupación por los problemas femeninos.

Con la proclamación de la II República en 1931, María Teresa entra en las Misiones pedagógicas y en la Barraca de Federico García Lorca. La República es para ella una alegría, ya que está a favor de que los intelectuales tomen el poder. A partir de este momento su compromiso político será total.

Estos son los mejores años de su vida, llenos de actividad cultural política y literaria, además de muchos viajes. En 1932 viaja junto a Alberti a la Unión Soviética gracias a una beca de la Junta de Ampliación de Estudios para conocer el teatro soviético. También visitan Alemania y Holanda, donde participan en diferentes congresos.

En 1933 consigue el divorcio de su marido por sentencia del Juzgado de Burgos del 24 de julio. El 5 de octubre se casa con Alberti e instalan su residencia en Madrid. Ese mismo año fundan la revista Octubre. Órgano de los Escritores y Artistas Revolucionarios, en la que van a publicar grandes intelectuales de la época. En el nº 3 de la revista publica Huelga en el puerto, su primera obra teatro. Se trata de un teatro muy político, como podemos ver ya en el título.

También publica la obra de teatro La libertad en el tejado en sucesivos números de El Heraldo de Madrid. Esta obra está en la línea del Auto Sacramental de los años 30 (Miguel Hernández, Max Aub) y une también con los autos calderonianos del Siglo de Oro, dejando claro una vez más que la tradición clásica española está muy presente en ella, como en muchos intelectuales del momento.

En 1934 edita Rosa-Fría, patinadora de la luna, nueve cuentos vanguardistas reflejo de la moda literaria que triunfaba en España por entonces. Las influencias surrealistas son claras en estos cuentos, todo un ejercicio de estilo. A modo de ejemplo sirve este microrrelato:
“-Toc, toc.
-¿Quién me molesta tan temprano?
-¡Múúúú! Soy yo.
Y entró por la ventana la vaca que los astros tienen de recadera, azulina, con doce manchas rojas y unos cuernos chiquitos y dorados. Una vaca que conoce todos los balcones y sabe por dónde tiene que entrar.”[3]
Ese año regresan a la URSS para asistir a un congreso. Estando allí se enteran en octubre de la revolución de los mineros en Asturias. Intentan regresar a España pero no les permiten entrar en el país y deben de quedarse en París.

En 1935 emprenden un viaje como emisarios del Socorro Rojo Internacional. Recorren varios países americanos: EEUU, Cuba, México, Centroamérica… para explicar los sucesos de la revolución en Asturias, ganarse el apoyo de los intelectuales de los diferentes países y recaudar dinero para las familias de los mineros asturianos.

En 1935 publica en México Cuentos de la España actual, diez cuentos de fuerte contenido social y revolucionario. Sus personajes son marginados, proletarios, seres débiles, mujeres y niños, todas las víctimas inocentes a las que María Teresa dará voz a lo largo de toda su obra.

En 1936 estalla la guerra mientras estaban unos días de vacaciones en Ibiza y deben de esconderse en el monte varios días. Ambos cuentan en Memoria de la melancolía y La arboleda perdida esta aventura de toques románticos pero angustiosa. Con la ayuda de payeses, pescadores y contrabandistas ibicencos consiguen salir de la isla y vuelven a Madrid, donde pasan toda la guerra combatiendo a favor de La República.

María Teresa fue nombrada secretaria de la Alianza de Escritores Antifascistas, en la que participaron grandes escritores (españoles, hispanoamericanos, norteamericanos…). Además, participó en la Junta de Conservación y Protección del Tesoro Artístico Nacional, que trasladó las obras del Museo del Prado de Toledo y del Escorial a lugares seguros de los bombardeos, como luego contará en el ensayo La historia tiene la palabra, otro de sus libros memorialistas, publicado en 1944.

Formó parte, junto con Alberti y otros intelectuales, de la dirección de la revista El Mono Azul (Hoja semanal de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la defensa de la cultura), publicación de finalidad claramente revolucionaria. Asimismo, colaboró en la revista Nueva cultura, también comprometida en la lucha contra el fascismo, y en Nuestro cinema. En Nueva cultura publicó Romancero de la Guerra civil, con versos que recitaban ella y Alberti a los milicianos en los frentes de batalla.

La actividad teatral de María Teresa durante la guerra es continua: como actriz, directora de escena, autora, escenógrafa… Funda Nueva Escena, la sección teatral de la Alianza de Escritores Antifascistas y dirige el Teatro de Arte y Propaganda, instalado en el Teatro de la Zarzuela, en Madrid, desde donde estrenará obras significativas como Los títeres de cachiporra de Lorca o la adaptación de Alberti de El cerco de Numancia de Cervantes. Casi todas las obras, símbolos de la libertad, fueron dirigidas y adaptadas por ella.

Pero María Teresa no se limita a quedarse en Madrid. En 1938 dirige la actividad de las Guerrillas del Teatro, cuyo objetivo era llevar a las trincheras los clásicos del teatro español. Solo en ese año hubo 119 representaciones. De esta actividad surgirá luego su novela Juego limpio, mezcla de realidad y ficción donde refleja la alegría que estas representaciones proporcionaban a los soldados en medio del clima de horror predominante.  

La derrota de 1939 hace que se vean obligados a exiliarse. Resisten en Madrid hasta el final de la guerra y, en febrero de 1939, huyen a Alicante. El 6 de marzo escapan con otros republicanos en una avioneta roja a Orán y de ahí a Marsella.

Después van a París, donde se instalan en un apartamento con Neruda, cónsul de Chile en París, su mujer y Picasso. En 1940 las autoridades francesas los echan de Francia y embarcan desde Marsella hacia Río de la Plata con pasajes conseguidos por Neruda.

Viven 24 años en Argentina, hasta 1963. Allí nace en 1941 su hija Aitana, que recibe el nombre de la sierra alicantina que fue lo último de España que vieron desde el avión al huir hacia Orán. El nacimiento de Aitana es un respiro de alegría para el matrimonio entre las dificultades en las que se encuentran.

Es en Argentina durante los años 50 y 60 donde María Teresa escribe algunas de sus obras más importantes: Juego limpio (1959), a la que ya nos referimos, Morirás lejos (1942), colección de cuentos, Las peregrinaciones de Teresa (1950), nueve cuentos en los que toma su nombre como símbolo de todas las mujeres en situaciones desfavorables, y Fábulas del tiempo amargo (1962), cinco de sus mejores cuentos sobre el destierro.

Participa en programas de radio y en revistas culturales y se integra rápidamente en los circuitos culturales de Argentina, llenos de exiliados españoles.

Con sus colaboraciones y lo que publicaban iban sobreviviendo, aunque en la correspondencia entre ambos que se conserva se puede ver los apuros económicos que sufrieron.  

En 1944 publica, como ya dijimos, La historia tiene palabra. Noticia sobre el salvamento del tesoro artístico, donde habla sobre las peripecias que vivieron para salvar las obras de arte.

Durante estos años su producción cinematográfica es enorme: adapta obras de teatro para películas, escribe guiones cinematográficos, realiza un cortometraje junto a Alberti en el que pone la voz, etc.

En 1952 su hijo mayor, Gonzalo de Sebastián, un médico de 32 años, llega a Buenos Aires, lo que supone una gran alegría para María Teresa.

En 1954 publica Don Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, biografía del héroe burgalés, donde queda clara de nuevo la gran influencia que en ella tuvo su tío Menéndez Pidal.

En 1955 el matrimonio realiza varios viajes por Europa, sobre todo por Europa del Este, por su militancia en el Partido Comunista: Polonia, Rusia, Checoslovaquia… En 1957 viajan con su hija Aitana a China para estudiar los cambios sociales tras la revolución, de ahí surge Sonríe china (1958), con poemas de ambos e ilustraciones de Alberti.

En 1958 publica Nuestro hogar de cada día. Breviario para la mujer de su casa, libro de gran éxito en Argentina. Se trata de una renovación de los manuales para mujeres decimonónicos. En él, María Teresa recoge consejos para el hogar, recetas gastronómicas y trucos de belleza, pero también biografías de grandes mujeres, poemas y fragmentos literarios de diversos autores, reflexiones filosóficas y textos, en general, a favor de una mujer cultivada e independiente.

La calidad literaria sobresale en todas sus obras. Me parece reseñable de Nuestro hogar de cada día. Breviario para la mujer de su casa, este fragmento en el que reflexiona desde su postura de madre:
“¡Cuando sea grande!, dice tu niña y tú, en vez de verla esplendorosa, miras dentro de sus ojos tus trabajos pasados; las enfermedades, las lecciones, los llantos, los exámenes, las rabias infantiles… Pero ella ve, mirando a lo lejos: la libertad de acción, los viajes, el amor, el triunfo. Déjala, madre, y dale la mano y paséate tontamente, juvenilmente, con ella por el campo del sueño.”[4]
Estas son en cambio sus palabras desde la perspectiva de hija en Memoria de la melancolía:
“¿Por qué soñaste tanto conmigo, madre? Sentí que me considerabas tu fracaso. ¡Adiós ilusión de una hija perfecta! En un momento yo tuve que elegir entre tú y el mundo, y elegí el mundo. […] Yo no sé si supe alejarme de ti sin lastimarte, llamada por el reclamo de la sangre hacia los orígenes, hacia el misterioso corazón central. Seguramente fui dura contigo al dejarte, igual que lo son los pájaros cuando se alejan al volar solos o los peces al nadar por su cuenta o los hombres al enamorarse. Pero esta mañana…
¡Si tú supieras, madre! Esta mañana al abrir un cajón, entre guantes descalabrados y recuerdos marchitos, encontré un retrato tuyo. Hasta hoy no he sabido mirarlo. No, no había mirado nunca el paso de la vida sobre ti, tus vacilaciones, tus trabajos, tus angustias, tus inquietudes… Hay un leve polvo sobre tu cara, el que levanta la existencia al vivirla, suavemente gris. ¡Cuánto te quise de pronto! Eras mía, únicamente mi madre. No te parecías a ninguna, pertenecías a ese claro milagro de la existencia del hombre: yo era tu carne.
Y sentí como si me llamases para transmitirme tus poderes. La voz tuya, tan admirable, me anunciaba que yo iba a ser como tú, nada más que como tú. Besé tu imagen y me senté a quererte.”[5]
Con tan solo estos dos fragmentos, queda clara la ternura y la comprensión que María Teresa sentía por los demás.

En 1959 publica Juego limpio, a la que ya hicimos referencia, testimonio de las Guerrillas del Teatro. 

En la primavera de 1960 realizan viajes por Venezuela, Colombia, Perú y Cuba. Ese mismo año publica Doña Jimena Díaz de Vivar, gran señora de todos los deberes, que completa la biografía escrita sobre Don Rodrigo pero desde la perspectiva de su mujer.

Con la llegada del peronismo deben abandonar América en 1963, y se ven obligados así a “exiliarse de su exilio”, lo que hace que la nostalgia sea doble. Se instalan en Roma, donde tanto María Teresa como Alberti crean su obra de madurez, los textos de mayor calidad. Es aquí donde María Teresa escribe Memoria de la melancolía, que finaliza en 1968, biografía en la que rememora su vida en un intento de ordenarla y entenderla a través de los recuerdos.

Vuelven finalmente a España en 1977 con la llegada de la democracia, pero María Teresa ni siquiera pudo disfrutar de este anhelado regreso tras tantos años de destierro, porque el Alzheimer -también lo padecieron su madre y su abuela-, que ya la acechaba desde Roma, le había borrado la memoria.  

Ingresa en 1984 en una clínica geriátrica cerca de Madrid. Muere el 13 de diciembre de 1988. Sobre su lápida, está escrito un verso del poema de Alberti “Retornos del amor en las arenas”: “Esta mañana, amor, tenemos veinte años”.
“Somos el producto de lo que los otros han irradiado de sí o perdido, pero creemos que somos nosotros. ¡Qué equivocados vamos hacia la muerte! Yo siento que me hice del roce de tanta gente: de la monjita, de la amiga de buen gusto, del tío abuelo casi emparedado, del chico de los pájaros, del beso, de la caricia, del insulto, del amigo que nos insinuó, del que nos empujó, del que nos advirtió, del que callando apretó los dientes y sentimos aún la mordedura… Todos, todos. Somos lo que nos han hecho, lentamente, al correr de tantos años. Cuando estamos definitivamente seguros de ser nosotros, nos morimos. ¡Qué lección de humildad!”[6]


CONCLUSIÓN:

Como hemos podido ver, en la obra de María Teresa se mezcla lo individual y lo colectivo. A través de sus libros la conocemos a ella, pero también la intrahistoria de la España del s. XX, sobre todo la historia de aquellos que no tuvieron voz ni voto en ella, los marginados, los desfavorecidos. María Teresa fue una mujer de un tremendo humanismo y una escritora de grandísima calidad. Es triste pensar en la vida que le tocó vivir. Exiliada de España, exiliada de Argentina y exiliada en sí misma a causa del Alzheimer. Toda su vida intentando no olvidar para al final olvidarlo todo. ¡Qué lección de humildad!, como diría ella, y que destino más cruel. Lo último que merece es que nosotros también la olvidemos.

Los fragmentos que he leído de Memoria de la melancolía me han parecido de lo mejor que he podido leer hasta ahora sobre la posguerra. Me gustaría citarlos todos, porque todos reflejan una humanidad e inteligencia que muy pocas personas poseen. Como no es posible, termino con este fragmento, que me resultó especialmente conmovedor:    
“Estoy siempre yendo hacia aquellos pasos dados por allá durante tantos años, mientras me voy envejeciendo, emblanqueciendo, retirándome como quien se va de la escena después de cumplido su papel. Ha sido el destino de los españoles desterrados. Cada cual se está marchando por un escotillón diferente. Alguien nos dice: “Basta, basta”, y nos vamos. Es un cuento terrible éste de la emigración española. Cosa de llorar, de gritar. Los vamos dejando en todos los cementerios. Aunque hemos querido ser alegres, demostrar quiénes éramos, crecernos, algo nos cercana los pies, las manos y nos deja como espectadores de nuestra propia pena. Un día seremos una leyenda más. Nos inventarán hechos fabulosos. Puede que los niños comenten las historias de los españoles que no se dejaron convencer. Se han escrito miles de páginas sobre nuestro sí y nuestro no, afirmándonos o negándonos. Están los libros que escribió la comprensión y los que dictó el odio. Da un poco de paz a nuestras almas el pensar que hizo hablar tanto la guerra española. Pero ¿y nuestro destierro? ¿Quién ha comentado nuestro destierro? Aseguran que el español es un ser aclimatable fácilmente. ¿Fácilmente? Dirían otra cosa si hubieran entrado en el pozo de nuestra angustia. Con qué rudeza nos han separado de lo que más queríamos. Tú allá y yo aquí… No me llegan tus cartas. Escríbeme. ¿Y los niños? Me dices que los del pueblo no te saludan porque yo… Bueno, mándalos a la m… Estoy bien. Puede que empiece a trabajar. Nos socorren. ¡Somos tantos! De aquello del campo de concentración prefiero no decirte nada, para qué… Ahora estoy tranquilo. No, limosna no he pedido… pero casi. Cuídate. ¿Me recordaba mamá antes de morirse? Sí, estoy muy lejos, en América. Estamos bien, aunque se ha muerto el niño… No puedo dormir sin ti, amor. ¿Hasta cuándo durará este martirio? Nos han quitado la casa porque dicen que somos rojos. A tu hermano le han echado veinte años de cárcel. No te aflijas, dicen que puede haber algún indulto. La madre se empeñó en ir al penal… y se murió de frío en la puerta. Crecen los niños, un poco delgaditos, pero crecen. Te llevan esta carta unos amigos, ellos te contarán. No sé escribir, ya lo sabes. Yo pongo la firma. Y firmaban María y Antonia y Angustias y Carmen y Dolores.”


María Teresa León


BIBLIOGRAFÍA:

DA COSTA SILVA, G. A., “Las memorias de María Teresa León en el exilio argentino”, en MACCIUCI, R (dir.), Memoria del II Congreso Internacional de Literatura y Cultura Españolas Contemporáneas, La Plata: Universidad Nacional de La Plata, 2001. Disponible en línea en:
 http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.2806/ev.2806.pdf (fecha de consulta: 06/05/17)
EUN-HEE, S., “Dos perspectivas autobiográficas: Rafael Alberti y María Teresa León”, en Espéculo: Revista de Estudios Literarios, nº. 31 (2005). Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1310869&orden=54352&info=link (fecha de consulta: 06/05/17)
LEÓN GOYRI, M. T., Las peregrinaciones de Teresa, Logroño: Instituto de Estudios Riojanos, 2009, págs. 1-95.
LEÓN GOYRI, M. T., Memoria de la melancolía, Barcelona: Galaxia Gutenberg, 1999.
MERLO, P., “Memorias transatlánticas de la Guerra Civil Española”, en Letral: revista electrónica de Estudios Transatlánticos, Vol. 4, nº. 2 (2011), págs. 39-48. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5370447.pdf (fecha de consulta: 06/05/17)
RODRÍGUEZ CACHO, L., Manual de historia de la literatura española, Madrid: Castalia, 2009.
SALIM GRAU, S., “Memoria de un olvido: textos desconocidos de María Teresa León”, en MARISCAL, B., y MIAJA, M. T. (coords.), Actas del XV Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas "Las dos orillas ", Monterrey, México del 19 al 24 de julio de 2004, México: Fondo de Cultura Económica, 2007, págs. 523-534.  Disponible en línea en: http://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/15/aih_15_3_041.pdf (fecha de consulta: 06/05/17)




* Aquí podéis escuchar un podcast de la sección “Mujeres malditas”, de Radio 5, en el que diferentes familiares de María Teresa, ente ellos Alberti, nos hablan sobre la vida de esta gran mujer.

*Fotografías obtenidas de: http://www.vozpopuli.com/marabilias/cultura/Cultura-Literatura-Poesia-Guerra_Civil-Espana-Rafael_Alberti-Maria_Teresa_Leon_0_648835119.html
https://poetassigloveintiuno.blogspot.com.es/2015/07/maria-teresa-leon-goyri-16462.html


[1] María Teresa León en una entrevista en febrero de 1936. Citado a través de SALIM GRAU, S., “Memoria de un olvido: textos desconocidos de María Teresa León”, en MARISCAL, B., y MIAJA, M. T. (coords.), Actas del XV Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas "Las dos orillas ", Monterrey, México del 19 al 24 de julio de 2004, México: Fondo de Cultura Económica, 2007. Disponible en línea en: http://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/15/aih_15_3_041.pdf (fecha de consulta: 06/05/17)

[2] LEÓN GOYRI, M. T., Memoria de la melancolía, Barcelona: Galaxia Gutenberg, 1999, pág. 17.
[3]Citado a través de  FERRÁNDEZ COBO, A., “«Rosa-Fría, patinadora de la Luna», María Teresa León”, en el blog La formación del Lector Literario. Máster UA 2011-2012. Disponible en http://formacionlectorliterario2011.blogspot.com.es/2011/11/rosa-fria-patinadora-de-la-luna-maria.html (fecha de consulta 07/05/2017)
[4] Citado a través de LEÓN GOYRI, M. T., Las peregrinaciones de Teresa, Logroño: Instituto de Estudios Riojanos, 2009, págs. 44-45.
[5] LEÓN GOYRI, M. T., Memoria de la melancolía, Barcelona: Galaxia Gutenberg, 1999, pág. 125.
[6] LEÓN GOYRI, M. T., Memoria de la melancolía, Barcelona: Galaxia Gutenberg, 1999, pág. 72.

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