lunes, 8 de mayo de 2017

Profundizando en los temas de la Generación del 27 durante el exilio: La producción literaria de Pedro Salinas en el exilio.


Introducción: El exilio de Pedro Salinas

Pedro Salinas tuvo unos ideales acordes a los de la Segunda República, aunque fue desencantándose a medida que el gobierno de esta se hizo efectivo.
En lo que nunca perdió la sintonía con el programa republicano fue en la propuesta del avance cultural de España. Pedro Salinas participó activamente en las Misiones Pedagógicas, que consistían en difundir la cultura entre las clases más desfavorecidas de la sociedad española.
En 1933 tuvo la iniciativa de crear la Universidad Internacional de Verano de Santander, una Institución que pretendía la apertura internacional de conocimientos para los estudiantes españoles, y de la que sería secretario hasta el inicio de la Guerra Civil.
Un año antes del estallido de la Guerra, Pedro Salinas acepta una cátedra como profesor invitado en el Wellesley College de Boston para el curso 1936-1937.
Durante su estancia en Boston, se inician las injusticias fascistas, y el poeta sufre desde América, como apreciamos en las cartas escritas a Margarita a finales de 1936:
“Pienso en todos… y en los pobres estudiantes, entregados a la venganza y al capricho. Es horroroso. Dice el periódico que han empezado las ejecuciones en masa en el cementerio. Ojalá sea una de esas exageraciones periodísticas, pero de todos modos me estremece la idea. [1]
La situación en España empeora progresivamente, lo que hace, que una vez finalizada su estancia prevista para un año en EEUU, no pueda volver. Principalmente, porque sería fusilado por su vinculación con la Universidad Internacional de Verano de Santander. Podemos ver lo que Pedro Salina opina en este momento:
No me asusta perder la vida por una causa noble y grande, de pleno corazón. Dándola voluntariamente, no. Pero me rebelo ante la idea de perderla por causa confusa y mezquina, por violencia brutal, ni dada malamente robada. Y eso hubiera pasado. [2]
Así, en 1937 comienza su alejamiento forzoso de España, que se extenderá hasta el día de su muerte, en 1951. En estos veintiséis años de exilio vivirá en Boston, Baltimore y Puerto Rico (1943-1946), y viajará dando conferencias[3] a diversas universidades de EEUU y de países de América latina (Ecuador, Perú, Colombia y México). Durante estos años será constante la añoranza de Pedro Salinas por España; su lengua, sus paisajes y sus gentes.


La poesía de Pedro Salinas durante el exilio

La producción poética de Pedro Salinas durante el exilio a menudo se ve eclipsada por el célebre ciclo amoroso anterior, compuesto por La voz a ti debida (1933), Razón de amor (1936) y Largo lamento (1939).
Pero no se debe restar importancia a la poesía del periodo del exilio, El Contemplado (1946), Todo más claro y otros poemas (1949) y Confianza, publicada póstumamente en 1955, ya que en ella se aprecia la culminación poética de uno de los propósitos centrales de su obra: encontrar la verdad.
También ha sido habitual interpretar la obra poética de exilio como ajena al compromiso social, por no abordar la reivindicación de la injusticia de la guerra y el régimen franquista desde un punto de vista político, como ocurre en la poesía del resto de sus compañeros de generación.
Pedro Salinas adopta una reivindicación ética, que parte de la idea de que la humanidad del hombre se encuentra precisamente en la ética de sus valores y de sus actos, de forma que la pérdida de esta esencia humana, de la ética, originaría la pérdida definitiva del hombre como ser sensible y humano en el ámbito histórico global.
Pedro Salinas, considera que la sensibilidad del hombre es lo que enlaza a los hombres a lo largo del tiempo, lo que hace que sea posible extraer una esencia puramente humana inmutable a las circunstancias históricas. Un hombre de la Antigua Roma podría entender a un hombre de la época actual, si ambos apelaran a su sensibilidad, que, en esencia, es la misma.
La ética, pues, es infinitamente más relevante que los hechos políticos aislados. La preocupación de Salinas por la sociedad moderna, al tener esta naturaleza ética, es auténticamente angustiosa. Percibe la época moderna, en la que se han visto los horrores de la Segunda Guerra Mundial, como un punto y final definitivo para la humanidad. A partir de este momento podrían seguir existiendo hombres, edificios, motores, administraciones políticas, pero esos hombres estarían vacíos de sensibilidad, y por tanto, serían inhumanos.
En este sentido, uno de los hechos más impactantes para Pedro Salinas es la creación de la bomba atómica. Pedro Salinas a Jorge Guillén[4]:
Te aseguro que desde que me enteré de la invención y uso de tal bomba, me siento como disminuido en mi calidad de humano. Sí, la guerra ha terminado, pero antes de morir se deja puesto este huevo monstruoso, del que puedan salir horrores nunca vistos. Por otra parte, el invento es exactamente lo que había que esperar, es el coronamiento de la época más estúpida de la historia humana.
Se estupefacción queda plasmada de forma directa en el poema “Cero”, de Todo más claro y otros poemas (1949) y en una obra narrativa de 1950, La bomba increíble, en la que presenta una distopía próxima a la sociedad moderna.
Por tanto, la obra poética de Pedro Salinas en el exilio, es, por un lado, fundamental para alcanzar uno de los propósitos literarios y vitales del autor: encontrar la verdad, que alcanza, en el plano interior o esencial en El Contemplado (1946) y en el plano de la realidad externa en Todo más claro y otros poemas (1949). Y, por otro lado, es un documento valiosísimo de la literatura del exilio, por la singularidad evidente que representa su particular modo de sentir la realidad.
Pasemos, ya, a profundizar en las obras El Contemplado (1946), Todo más claro y otros poemas (1949) y Confianza, publicada póstumamente en 1955.
El Contemplado fue escrita durante su estancia en Puerto Rico (1943-1946). Esta época en Puerto Rico se considera un stand-by en el exilio americano, ya que allí se reencuentra con su lengua y con paisajes que le recuerdan a los españoles. En este momento se produce una maduración y renacer en el alma de Pedro Salinas. Como apunta Jean Cross Newman[5]:
«En Puerto Rico, Salinas recuperó una parte de sí mismo que había estado perdida durante décadas y alcanzó una altura espiritual como nunca hasta entonces».
El Contemplado surge de las largas horas de reflexión en contemplación del mar del poeta. En ese estado alcanza la “iluminación” o hallazgo, que le calma la angustia interior nacida de la injusticia que se respira en el viejo continente. Es entonces cuando comprende que la esencia del hombre es inmutable y radica en la sensibilidad. A partir de este pensamiento se siente hermanado con todos aquellos hombres, que como él, en diferentes momentos y lugares, a lo largo de la historia, han recurrido a la contemplación del mar como vía de respuestas. Ha encontrado ese tiempo esencial presente común humano.
Como vemos, Puerto Rico, renueva la inspiración poética de Pedro Salinas, tantos tiempo dormida. Gracias a este impulso escribe, tres años después, Todo más claro y otros poemas.
Del hallazgo de la verdad interior o esencial humana de El Contemplado, gracias a la que se ha reencontrado con una parte de su esencia, pasa a la rabia, producida por el cambio de enfoque visual; pasa de mirar en el interior de los humanos, a fijarse en el exterior, en los actos destructivos que están llevando a cabo en ese momento. Así, nace en él un sentimiento de reivindicación certero. Salinas se levanta renovado, dispuesto a hablar. Es entonces cuando vuelve los ojos a la situación real de su país y escribe con actitud crítica, no sin cierto tono desengañado, a los hechos injustos y violentos de la guerra en Todo más claro y otros poemas.
A través de la reivindicación de Todo más claro y otros poemas, halla la verdad de la realidad externa: la deshumanización moderna.
Pero al mismo tiempo, ve “la claridad”, conserva cierta esperanza de remediar el proceso de deshumanización, haciendo que no sea definitivo. Con esta confianza en la salvación, escribe los poemas de su último libro de exilio: Confianza (1955).
Podríamos decir que en Confianza (1955) fluctúan las conclusiones de los dos poemarios anteriores; a la verdad externa angustiosa de la deshumanización moderna de Todo más claro (1949), se contrapone la verdad interna esperanzadora de existencia de una esencia sensible humana de El Contemplado (1946). En Confianza (1955) acaba inclinando la balanza hacia la verdad de El Contemplado (1946), escribiendo sus últimos poemas con esperanza en la salvación de la humanidad.


Textos literarios de exilio no poéticos

En narrativa, el primer texto del exilio es “Los cuatro grandes mayúsculos y la doncella Tibérica” (1946). Es una alegoría satírica de la indefensión de España, sumida en el régimen dictatorial de Franco, ante la mirada evasiva de las democracias occidentales, que lo permiten. Según dijo Pedro Salinas:
Es de esas cosas que no se quieren escribir y se escriben[6].
Escribirá, además, tres novelas: El valor de la vida, su primera novela, una obra de carácter intimista ambientada en la Guerra Civil. Acabó de escribirla en 1949 pero no se publicó hasta 2009, porque fue considerada como un fracaso por el propio Pedro Salinas.
La bomba increíble (1950), que, como antes comentaba, es una novela en la que se describe una sociedad distópica próxima a la realidad de la sociedad moderna.
Y, El desnudo impecable y otras narraciones, libro formado por cinco narraciones breves, en el que se pone de manifiesto la lucha contra el engaño de la realidad, y en el que se imprime una reflexión sobre la libertad y la fuerza de voluntad del ser humano.
Estas dos últimas novelas fueron publicadas en Argentina y México y tuvieron una difícil difusión en España durante el régimen de Franco.
En cuanto a su obra dramatúrgica, la mayor parte de ella- excepto El Director (1936)-, fue escrita en el exilio, y dentro de estos años, los más productivos fueron los que vivió en Puerto Rico.
El teatro trae consigo un problema adicional para el exiliado. Al tratarse de un texto para ser representada, resulta difícil para el autor exiliado tratar los motivos de un territorio geográfico y social lejano con la frescura y naturalidad que es preciso. Además, como la representación de las obras teatrales depende de la demanda del público, el hecho de que sean obras teatrales de un autor español en América, dificulta su popularidad, aunque solo sea por la barrera del idioma.
En cualquier caso, Pedro Salinas escribió bastantes obras teatrales. Destacaré las más relevantes, por su relación con la actualidad del momento: Judith y el tirano (1945), que tiene como tema principal el totalitarismo; Caín o una gloria científica (1945), en la que se denuncia el peligro de las nuevas armas nucleares (tema que también aparece en “Cero” y en La bomba increíble) y Los Santos (1946), única obra en la que se refiere de forma explícita a la Guerra Civil.
De todas sus obras teatrales, la única que llegó a ser representada fue La fuente del Arcángel (1946). Fue representada a cargo de un grupo de teatro español en la Universidad de Columbia de Nueva York.


Bibliografía

Cross Newman, J. (2004). Pedro Salinas y su circunstancia. Madrid: Páginas de Espuma.

Vara Ferrero, N. (2013). Introducción. En Víspera del gozo y otros textos del Arte Nuevo (pp.11-21). Madrid: Cátedra.

Marimón Garrell, A. (2013). Pedro Salinas: exilio y compromiso. En !Ay, qué triste es toda la humanidad!(107-116). Roma: ARACNE.

Barrantes Martín, B. (2016). El teatro en el exilio de Pedro Salinas. En Pensamiento al margen: revista digital sobre las ideas políticas (pp. 118-127). Madrid: Universidad San Pablo CEU.






[1] Esta cita pertenece a una carta enviada por Pedro Salinas a su esposa Margarita el 22 de septiembre de 1936, y aparece citada en el libro Pedro Salinas y su circunstancia, p. 23.
[2] Cita perteneciente a una carta enviada por Pedro Salinas a Margarita en octubre de 1937, que aparece en el libro Pedro Salinas y su circunstancia, p.25.
[3] Pedro Salinas, además de poeta, escritor y dramaturgo, fue un eminente profesor y estudioso del ámbito de la literatura hispánica y escribió gran cantidad de ensayos.
[4] Carta a Jorge Guillén del 8 de agosto de 1945.
[5] En su obra Pedro Salinas y su circunstancia. Referencia extraída del artículo “Pedro Salinas: exilio y compromiso”.
[6] Cita de Pedro Salinas, OC, vol. III, pág. 1082, insertada en el prólogo crítico realizado por Natalia Vara Ferrero para Víspera del gozo y otros textos del Arte Nuevo.

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