Profundizando
en los temas de la Generación del 27 durante el exilio: La producción literaria
de Pedro Salinas en el exilio.
Introducción:
El exilio de Pedro Salinas
Pedro
Salinas tuvo unos ideales acordes a los de la Segunda República, aunque fue
desencantándose a medida que el gobierno de esta se hizo efectivo.
En
lo que nunca perdió la sintonía con el programa republicano fue en la propuesta
del avance cultural de España. Pedro Salinas participó activamente en las
Misiones Pedagógicas, que consistían en difundir la cultura entre las clases
más desfavorecidas de la sociedad española.
En
1933 tuvo la iniciativa de crear la Universidad Internacional de Verano de
Santander, una Institución que pretendía la apertura internacional de
conocimientos para los estudiantes españoles, y de la que sería secretario hasta
el inicio de la Guerra Civil.
Un
año antes del estallido de la Guerra, Pedro Salinas acepta una cátedra como
profesor invitado en el Wellesley College de Boston para el curso 1936-1937.
Durante
su estancia en Boston, se inician las injusticias fascistas, y el poeta sufre
desde América, como apreciamos en las cartas escritas a Margarita a finales de
1936:
“Pienso en todos… y en
los pobres estudiantes, entregados a la venganza y al capricho. Es horroroso.
Dice el periódico que han empezado las ejecuciones en masa en el cementerio.
Ojalá sea una de esas exageraciones periodísticas, pero de todos modos me
estremece la idea. [1]
La
situación en España empeora progresivamente, lo que hace, que una vez finalizada
su estancia prevista para un año en EEUU, no pueda volver. Principalmente, porque
sería fusilado por su vinculación con la Universidad Internacional de Verano de
Santander. Podemos ver lo que Pedro Salina opina en este momento:
No me asusta perder la
vida por una causa noble y grande, de pleno corazón. Dándola voluntariamente,
no. Pero me rebelo ante la idea de perderla por causa confusa y mezquina, por
violencia brutal, ni dada malamente robada. Y eso hubiera pasado. [2]
Así,
en 1937 comienza su alejamiento forzoso de España, que se extenderá hasta el
día de su muerte, en 1951. En estos veintiséis años de exilio vivirá en Boston,
Baltimore y Puerto Rico (1943-1946), y viajará dando conferencias[3] a
diversas universidades de EEUU y de países de América latina (Ecuador, Perú,
Colombia y México). Durante estos años será constante la añoranza de Pedro
Salinas por España; su lengua, sus paisajes y sus gentes.
La poesía de Pedro
Salinas durante el exilio
La
producción poética de Pedro Salinas durante el exilio a menudo se ve eclipsada
por el célebre ciclo amoroso anterior, compuesto por La voz a ti debida (1933), Razón
de amor (1936) y Largo lamento
(1939).
Pero
no se debe restar importancia a la poesía del periodo del exilio, El Contemplado (1946), Todo más claro y otros poemas (1949) y Confianza, publicada póstumamente en
1955, ya que en ella se aprecia la culminación poética de uno de los propósitos
centrales de su obra: encontrar la verdad.
También
ha sido habitual interpretar la obra poética de exilio como ajena al compromiso
social, por no abordar la reivindicación de la injusticia de la guerra y el
régimen franquista desde un punto de vista político, como ocurre en la poesía
del resto de sus compañeros de generación.
Pedro
Salinas adopta una reivindicación ética, que parte de la idea de que la
humanidad del hombre se encuentra precisamente en la ética de sus valores y de
sus actos, de forma que la pérdida de esta esencia humana, de la ética, originaría
la pérdida definitiva del hombre como ser sensible y humano en el ámbito
histórico global.
Pedro
Salinas, considera que la sensibilidad del hombre es lo que enlaza a los
hombres a lo largo del tiempo, lo que hace que sea posible extraer una esencia
puramente humana inmutable a las circunstancias históricas. Un hombre de la
Antigua Roma podría entender a un hombre de la época actual, si ambos apelaran
a su sensibilidad, que, en esencia, es la misma.
La
ética, pues, es infinitamente más relevante que los hechos políticos aislados.
La preocupación de Salinas por la sociedad moderna, al tener esta naturaleza
ética, es auténticamente angustiosa. Percibe la época moderna, en la que se han
visto los horrores de la Segunda Guerra Mundial, como un punto y final
definitivo para la humanidad. A partir de este momento podrían seguir existiendo
hombres, edificios, motores, administraciones políticas, pero esos hombres
estarían vacíos de sensibilidad, y por tanto, serían inhumanos.
En
este sentido, uno de los hechos más impactantes para Pedro Salinas es la
creación de la bomba atómica. Pedro Salinas a Jorge Guillén[4]:
Te aseguro que desde que me enteré de la invención y uso de
tal bomba, me siento como disminuido en mi calidad de humano. Sí, la guerra ha
terminado, pero antes de morir se deja puesto este huevo monstruoso, del que
puedan salir horrores nunca vistos. Por otra parte, el invento es exactamente
lo que había que esperar, es el coronamiento de la época más estúpida de la
historia humana.
Se
estupefacción queda plasmada de forma directa en el poema “Cero”, de Todo más claro y otros poemas (1949) y
en una obra narrativa de 1950, La bomba
increíble, en la que presenta una distopía próxima a la sociedad moderna.
Por
tanto, la obra poética de Pedro Salinas en el exilio, es, por un lado,
fundamental para alcanzar uno de los propósitos literarios y vitales del autor:
encontrar la verdad, que alcanza, en el plano interior o esencial en El Contemplado (1946) y en el plano de
la realidad externa en Todo más claro y
otros poemas (1949). Y, por otro lado, es un documento valiosísimo de la
literatura del exilio, por la singularidad evidente que representa su
particular modo de sentir la realidad.
Pasemos,
ya, a profundizar en las obras El Contemplado
(1946), Todo más claro y otros poemas
(1949) y Confianza, publicada
póstumamente en 1955.
El Contemplado
fue escrita durante su estancia en Puerto Rico (1943-1946). Esta época en
Puerto Rico se considera un stand-by
en el exilio americano, ya que allí se reencuentra con su lengua y con paisajes
que le recuerdan a los españoles. En este momento se produce una maduración y
renacer en el alma de Pedro Salinas. Como apunta Jean Cross Newman[5]:
«En Puerto Rico, Salinas recuperó una parte de sí mismo que
había estado perdida durante décadas y alcanzó una altura espiritual como nunca
hasta entonces».
El Contemplado
surge de las largas horas de reflexión en contemplación del mar del poeta. En
ese estado alcanza la “iluminación” o hallazgo, que le calma la angustia
interior nacida de la injusticia que se respira en el viejo continente. Es
entonces cuando comprende que la esencia del hombre es inmutable y radica en la
sensibilidad. A partir de este pensamiento se siente hermanado con todos
aquellos hombres, que como él, en diferentes momentos y lugares, a lo largo de
la historia, han recurrido a la contemplación del mar como vía de respuestas.
Ha encontrado ese tiempo esencial presente común humano.
Como
vemos, Puerto Rico, renueva la inspiración poética de Pedro Salinas, tantos tiempo
dormida. Gracias a este impulso escribe, tres años después, Todo más claro y otros poemas.
Del
hallazgo de la verdad interior o esencial humana de El Contemplado, gracias a la que se ha reencontrado con una parte
de su esencia, pasa a la rabia, producida por el cambio de enfoque visual; pasa
de mirar en el interior de los humanos, a fijarse en el exterior, en los actos
destructivos que están llevando a cabo en ese momento. Así, nace en él un sentimiento
de reivindicación certero. Salinas se levanta renovado, dispuesto a hablar. Es
entonces cuando vuelve los ojos a la situación real de su país y escribe con
actitud crítica, no sin cierto tono desengañado, a los hechos injustos y violentos
de la guerra en Todo más claro y otros
poemas.
A
través de la reivindicación de Todo más
claro y otros poemas, halla la verdad de la realidad externa: la deshumanización
moderna.
Pero
al mismo tiempo, ve “la claridad”, conserva cierta esperanza de remediar el
proceso de deshumanización, haciendo que no sea definitivo. Con esta confianza
en la salvación, escribe los poemas de su último libro de exilio: Confianza (1955).
Podríamos
decir que en Confianza (1955) fluctúan
las conclusiones de los dos poemarios anteriores; a la verdad externa
angustiosa de la deshumanización moderna de Todo
más claro (1949), se contrapone la verdad interna esperanzadora de
existencia de una esencia sensible humana de El Contemplado (1946). En Confianza
(1955) acaba inclinando la balanza hacia la verdad de El Contemplado (1946), escribiendo sus últimos poemas con esperanza
en la salvación de la humanidad.
Textos literarios de
exilio no poéticos
En
narrativa, el primer texto del exilio es “Los cuatro grandes mayúsculos y la
doncella Tibérica” (1946). Es una alegoría satírica de la indefensión de
España, sumida en el régimen dictatorial de Franco, ante la mirada evasiva de
las democracias occidentales, que lo permiten. Según dijo Pedro Salinas:
Es
de esas cosas que no se quieren escribir y se escriben[6].
Escribirá,
además, tres novelas: El valor de la vida,
su primera novela, una obra de carácter intimista ambientada en la Guerra
Civil. Acabó de escribirla en 1949 pero no se publicó hasta 2009, porque fue
considerada como un fracaso por el propio Pedro Salinas.
La bomba increíble
(1950), que, como antes comentaba, es una novela en la que se describe una
sociedad distópica próxima a la realidad de la sociedad moderna.
Y,
El desnudo impecable y otras narraciones,
libro formado por cinco narraciones breves, en el que se pone de manifiesto la
lucha contra el engaño de la realidad, y en el que se imprime una reflexión
sobre la libertad y la fuerza de voluntad del ser humano.
Estas
dos últimas novelas fueron publicadas en Argentina y México y tuvieron una difícil
difusión en España durante el régimen de Franco.
En
cuanto a su obra dramatúrgica, la mayor parte de ella- excepto El Director (1936)-, fue escrita en el
exilio, y dentro de estos años, los más productivos fueron los que vivió en
Puerto Rico.
El
teatro trae consigo un problema adicional para el exiliado. Al tratarse de un texto
para ser representada, resulta difícil para el autor exiliado tratar los
motivos de un territorio geográfico y social lejano con la frescura y naturalidad
que es preciso. Además, como la representación de las obras teatrales depende
de la demanda del público, el hecho de que sean obras teatrales de un autor
español en América, dificulta su popularidad, aunque solo sea por la barrera
del idioma.
En
cualquier caso, Pedro Salinas escribió bastantes obras teatrales. Destacaré las
más relevantes, por su relación con la actualidad del momento: Judith y el tirano (1945), que tiene como
tema principal el totalitarismo; Caín o
una gloria científica (1945), en la que se denuncia el peligro de las
nuevas armas nucleares (tema que también aparece en “Cero” y en La bomba increíble) y Los Santos (1946), única obra en la que
se refiere de forma explícita a la Guerra Civil.
De
todas sus obras teatrales, la única que llegó a ser representada fue La fuente del Arcángel (1946). Fue
representada a cargo de un grupo de teatro español en la Universidad de
Columbia de Nueva York.
Bibliografía
Cross Newman, J. (2004).
Pedro Salinas y su circunstancia. Madrid: Páginas de Espuma.
Vara Ferrero, N. (2013).
Introducción. En Víspera del gozo y otros textos del Arte Nuevo (pp.11-21).
Madrid: Cátedra.
Marimón Garrell, A.
(2013). Pedro Salinas: exilio y compromiso. En !Ay, qué triste es toda la
humanidad!(107-116). Roma: ARACNE.
Barrantes Martín, B.
(2016). El teatro en el exilio de Pedro Salinas. En Pensamiento al margen:
revista digital sobre las ideas políticas (pp. 118-127). Madrid: Universidad
San Pablo CEU.
[1] Esta
cita pertenece a una carta enviada por Pedro Salinas a su esposa Margarita el
22 de septiembre de 1936, y aparece citada en el libro Pedro Salinas y su
circunstancia, p. 23.
[2] Cita
perteneciente a una carta enviada por Pedro Salinas a Margarita en octubre de
1937, que aparece en el libro Pedro
Salinas y su circunstancia, p.25.
[3] Pedro
Salinas, además de poeta, escritor y dramaturgo, fue un eminente profesor y
estudioso del ámbito de la literatura hispánica y escribió gran cantidad de
ensayos.
[4] Carta a
Jorge Guillén del 8 de agosto de 1945.
[5] En su
obra Pedro Salinas y su circunstancia.
Referencia extraída del artículo “Pedro Salinas: exilio y compromiso”.
[6] Cita de
Pedro Salinas, OC, vol. III, pág. 1082, insertada en el prólogo crítico
realizado por Natalia Vara Ferrero para Víspera
del gozo y otros textos del Arte Nuevo.
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