martes, 9 de mayo de 2017

La poesía durante la Guerra Civil II

Siguiendo con la poesía humana que se gestó durante los años de guerra, cabe destacar el papel que jugó la ayuda internacional dentro del conflicto. Probablemente, la ayuda soviética fue la que más suscitó diversas visiones entre republicanos y falangistas:
  Brigada soviética junto a las tumbas de sus compañeros fallecidos en el conflicto

¡Oh Rusia, noble Rusia, santa Rusia,
cien veces noble y santa!
Desde que roto el báculo y el cetro,
empuñas el martillo y la guadaña... (Antonio Machado) 
¡Oh Rusia! Te maldigo, porque eres, entre hielo,
la gran inteligencia, bajo cráneos mongólicos,
sutil, negra y segura, judía y miserable,
con astucia de un diablo asiático y oblicuo... (Agustín de Foxá)


Por otra parte, también resultaron muy distintas las visiones acerca de los jóvenes norteafricanos que ayudaron a Franco, durante la guerra de Marruecos, y a los cuales reclutó para su ejército. Por ejemplo, el falangista anteriormente nombrado, Agustín de Foxá, alegaba que un moro era "un español de piel tostada", mientras que el poeta de izquierdas Juan Gil-Albert los veía como jóvenes engañados y lo plasmaba en estos versos:

Oh! víctimas terribles de la sangre,
incautos cervatillos del desierto,
los hoyos que os han dado como tumbas,
son la sola verdad de vuestras vidas... 


Las Brigadas Internacionales, amalgama de intelectuales voluntarios de más de 50 países que apoyaron al Ejército Popular de la República y que arriesgaron su vida de manera altruista, recibieron su reconocimiento en varios poemas, como este de Rafael Alberti:

Hermanos, Madrid con vuestro nombre,
se agranda y se ilumina...

Dentro de estas unidades militares se encontraban poetas de diversos países, como Paul Éluard (Francia), César Vallejo (Perú), Pablo Neruda (Chile) e incluso representantes norteamericanos como John Dos Passos y Ernest Hemingway, todo ellos respaldados por las Milicias de la Cultura creadas en 1937 con el objetivo de facilitar la enseñanza básica y media a las tropas, llegando incluso a recitar poemas en la trincheras. Estos poemas rendían homenaje a los jóvenes de las milicias que, como dijo Rafael Alberti, habían cambiado la azada por la nueva "labor" en las trincheras.

Salió a defender la tierra,
la que nunca poseyó.
Porque has muerto para el pueblo,
qué dulce muerte te dió,
la bala que te mató. (Miliciano muerto, de Pedro Garfias)

Lo que se saca en claro de estos tres años de poesía y guerra es la concepción que ambos bandos tuvieron sobre el conflicto. Por una parte, para los franquistas la guerra supuso la limpieza ideológica "contra el ateísmo y la barbarie" [1] mientras que, para el bando republicano se trataba de una nueva guerra a favor de la independencia. Estas "dos Españas", en palabras textuales del poeta republicano León Felipe, fueron, por un lado, la España de formas desgastadas, de símbolos y ritos sin sentido, de uniformes y medallas y por el otro, la España de las "esencias eternas", propias de los héroes republicanos.

                                                                            

Rodríguez Cacho, Lina, (2009), Manual de Historia de la Literatura española, Madrid, Castalia

[1] " " Recogido literalmente del Manual de Historia de la Literatura española.

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