lunes, 8 de mayo de 2017

Comentario del cuento "La felicidad", de Ana María Matute

La felicidad es un cuento escrito por Ana María Matute (Barcelona, 1925-2014), que pertenece a la colección Historias de la Artámila (1961).

ANA MARÍA MATUTE:

Ana María Matute, como ya sabemos, se contextualiza en la novela de la dictadura, más en concreto en la generación de “los niños de la guerra” y ha sido una de las grandes escritoras que mejor ha retratado la posguerra.
Tanto ella como sus contemporáneos vivieron una dura infancia marcada por la guerra y lo reflejan en sus obras y personajes, como Matute en las novelas En esta tierra (1956) o Primavera memoria (1959).

Josefina Rodríguez[1] explicaba que habían crecido con libros evasores, pero retomando la esencia de la generación del 98, deciden hablar sobre los males de España y de la guerra, para marcar un nuevo camino a la hora de contar y entender la historia. Como ya citó María Piñeiro, A.M. Matute escribe para protestar, y me gustaría añadir:

Escribo porque a pesar de que no tuve una infancia apaleada, ni hambrienta, a pesar de nacer dentro de una clase social de las denominadas ‘acomodadas’, no estoy contenta.

Ha ganado muchísimos premios y ha vivido con la literatura y para la literatura:

Para mí escribir no es una profesión ni una vocación, es una forma de estar en el mundo, mejor aún, es un medio para manifestar mi malestar en el mundo, un malestar que a veces es personal y a veces no. Yo no escribo para divertir, escribo para inquietar y con la literatura que me siento más afín es con la que me inquieta, con la que rompe el conformismo.

Nació y vivió en Barcelona. Cuando tenía 4 años se enfermó y estuvo viviendo con sus abuelos en nuestra cercana Mansilla de la Sierra, lugar que le sirvió de inspiración para empezar a escribir a los cinco años y para crear posteriormente Historias de la Artámila (1961). Historias que hablan sobre la pobreza, la vida y la soledad.  Es en esta compilación donde situamos el cuento La felicidad.

EL CUENTO:

El cuento ha sido muy importante en la literatura española desde la Edad Media, pero la época de mayor proliferación comenzó en los años 50. Todos los cuentos de A.M. Matute nos sirven de reflexión y también los usaremos cuando seamos profesores. Son textos breves pero con un gran didactismo y los temas son comunes a otros autores. Además, tratan problemas humanos muy emocionantes que permiten un gran debate al final de la lectura.

A nuestra escritora le habría gustado ser poeta y trasladó el lenguaje poético a los cuentos dotándolos, con muy pocas palabras, de una gran expresividad.

Durante la década de los 50 y la de los 60 escribió muchos libros y se hicieron muy famosos. Los podemos encontrar en colecciones como Historias de la Artámila (1961) y Algunos muchachos (1968) u obras como Los niños tontos (1656), El tiempo (1957), El arrepentido (1961) y Libros de juegos para los niños de los otros (1961). En muchos de ellos se ha inspirado en las historias que le contaba su abuela y parte de su técnica procede de esta tradición oral.

TEMAS:

Sus cuentos narran la historia y el destino de los indefensos, marginados, abandonados y de los más sensibles. Son niños que no encajan en el cruel mundo que les ha tocado vivir. De este modo, la autora se rebela ante las injusticias y explica la infancia. Un periodo que marca durante toda la vida, tanto haberla tenido como haber carecido de ella.

Además de la guerra y la infancia, también cobran protagonismo la mujer, los prejuicios, la soledad y la humillación. A veces combinados con el enfrentamiento de niños-adultos o ser-parecer.

Mediante la visión de los niños se intenta hacer reflexionar a los adultos. La solución a los problemas suele darse de las siguientes formas:
  • -          descubriendo varias posturas
  • -          a través de un cambio en el protagonista
  • -          o con un final abrupto que cambie el resto
Sea como sea,  los cuentos siempre están terminados: A mi juicio el cuento debe reunir tres indispensables condiciones: ser breve, redondo y jugoso como una naranja.

Los cuentos nos transmiten tristeza y crueldad pero también albergan sueño, esperanza y amor. Son historias muy emocionantes, como ella, que confiesa que cuando leyó la muerte de D. Quijote no lloró por el hecho en sí, sino por todo el desencanto, el desengaño, porque se había muerto su mundo. Porque para ella la imaginación forma parte de la existencia, es una forma de realidad y necesitamos soñar para vivir. Sus finales trágicos intentan explicar que a pesar de las dificultades, la vida puede emocionarte y valer la pena.

Para ella y para millones de artistas, el arte ha ido ligado al sufrimiento. Su literatura es un mundo de imaginación y dolor que viven niños especiales y diferentes. Esta diferencia o debilidad se convierte en el único valor o esperanza para la vida. En La rama seca (1961), la madre llama a su hija “tonta” pero lo único que es esa niña es un ser diferente; una persona única, especial y natural. Como también lo era el niño incomprendido de El tiovivo que encuentra la solución en la muerte, porque con ella estará girando siempre en un tiovivo.  

LA FELICIDAD:

Cuenta la historia de un doctor (Lorenzo) que llega a un pueblo y le recibe el alguacil pero nadie puede alojarlo, solamente una mujer (Filomena) que dicen que es una pobre loca pero inofensiva. La mujer es viuda y le instala en el cuarto de su hijo que tiene doce años y está trabajando fuera. Ella le parece una mujer sabia, buena, llena de paz, que ha dado todo por su hijo y le llaman loca porque no la entienden. Lorenzo pensó que los locos eran los demás y sintió que en aquella casa vivía la felicidad. El protagonista explica al alguacil que quiere quedarse con ella porque no está loca sino feliz por su hijo, y entonces descubre que su hijo murió de meningitis hace cuatro años.

Vemos cómo una mujer se protege, con la ilusión de que su hijo aún está vivo, de una vida que es injusta. Es una mujer incomprendida, a la que consideran loca. Esa soledad le hace sensible y delicada y por eso el huésped se siente a gusto.

Todos tenemos miedos y buscamos un refugio. La magia está dentro de las personas, dentro de las madres que han perdido a sus hijos y dentro de todo aquel que haya sufrido. Matute siempre cuenta la anécdota de que, estando castigada a oscuras, partió en dos un terrón de azúcar y vio una llamita azul: ese día fue trascendental en mi vida, ese día fue cuando yo empecé a ser escritora. Había descubierto la magia, había descubierto que hay otra luz, otras presencias, otra vida al margen de la vida corriente de cada día.

La protagonista de La felicidad se siente muy sola al igual que se sentía el niño de El tiovivo o la niña de La rama seca sin su muñeca. Pipa no era más que un palo con una tela, pero era insustituible, porque era su único confidente y la única que le entendía.

En cuanto a la estructura, hay una introducción, conflicto y solución, pero lo más importante es el final, porque cambia radicalmente la lectura del cuento. Descubrimos que su hijo está muerto y reinterpretamos la historia, viendo que la felicidad no era la que esperábamos al leer el título. Ya no es la alegría de una madre que vive con su hijo sino que la felicidad se encuentra en vivir a través del recuerdo de Manuel.

No se nos explica el significado del cuento sino que se nos da las pistas para entenderlo. Y para que sea más eficaz el mensaje, a lo largo del cuento intentará conmovernos describiendo minuciosamente el ambiente y sumergiéndonos en él (El regatón de la cuneta brillaba como espolvoreado de estrellas diminutas). Asimismo, es un texto muy descriptivo con alusiones a la época: andan malos tiempos; Las mujeres van al trabajo, como nosotros y expresiones rurales: ni en tratándose del médico.

CONCLUSIÓN:

Por todas estas características, ha sido una escritora difícil de clasificar. Es muy original y posee una obra muy variada que la crítica ha denominado como «un mundo en sí misma».
Ana María Matute escribía para expresarse, para protestar y contar su historia y su época. Denuncia la injusticia y luchaba para mejorar el mundo.

Para denunciar una realidad aparentemente  invisible, para rescatarla del olvido y de la marginación a la que tan a menudo la sometemos en nuestra vida cotidiana.

Y así es como nuestra autora nos deleita, a la vez que nos inquieta por dentro haciéndonos reflexionar, con sus pensamientos y con cada uno de sus cuentos.


BIBLIOGRAFÍA:

  • BRANDENBERGER, E. (1973): Estudios sobre el cuento español contemporáneo, Madrid, Editora Nacional.
  • CALAFELL SALA, N. (2010): La conjura de la invisibilidad: el sujeto infantil en algunos cuentos de Ana María Matute y Silvina Ocampo, Lectora, 16: 161-176
  • DÍAZ NAVARRO, E. y GÓNZALEZ, J.R. (2002): El cuento español en el siglo XX, Madrid, Alianza.
  • FRAILE, M. (ed.) (1986): Cuento español de Posguerra: antología, Madrid, Cátedra.
  • RODRÍGUEZ CACHO, L. (2009): Manual de Historia de la Literatura española 2. Siglos XVIII al XX [hasta 1975], Madrid, Castalia.


[1] Posteriormente tomó el apellido de su marido, Aldecoa. 

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