La felicidad es un cuento escrito por Ana María Matute
(Barcelona, 1925-2014), que pertenece a la colección Historias de la
Artámila (1961).
ANA MARÍA MATUTE:
Ana María Matute, como ya sabemos, se
contextualiza en la novela de la dictadura, más en concreto en la generación de
“los niños de la guerra” y ha sido una de las grandes escritoras que mejor ha
retratado la posguerra.
Tanto ella como sus contemporáneos
vivieron una dura infancia marcada por la guerra y lo reflejan en sus obras y
personajes, como Matute en las novelas En esta tierra (1956) o Primavera
memoria (1959).
Josefina Rodríguez[1] explicaba
que habían crecido con libros evasores, pero retomando la esencia de la
generación del 98, deciden hablar sobre los males de España y de la guerra,
para marcar un nuevo camino a la hora de contar y entender la historia. Como ya
citó María Piñeiro, A.M. Matute escribe para protestar, y me gustaría añadir:
Escribo porque a pesar de que no tuve una infancia
apaleada, ni hambrienta, a pesar de nacer dentro de una clase social de las
denominadas ‘acomodadas’, no estoy contenta.
Ha ganado muchísimos premios y ha vivido
con la literatura y para la literatura:
Para mí escribir no es una profesión ni una vocación,
es una forma de estar en el mundo, mejor aún, es un medio para manifestar mi
malestar en el mundo, un malestar que a veces es personal y a veces no. Yo no
escribo para divertir, escribo para inquietar y con la literatura que me siento
más afín es con la que me inquieta, con la que rompe el conformismo.
Nació y vivió en Barcelona. Cuando tenía 4
años se enfermó y estuvo viviendo con sus abuelos en nuestra cercana Mansilla
de la Sierra, lugar que le sirvió de inspiración para empezar a escribir a los
cinco años y para crear posteriormente Historias de la Artámila (1961).
Historias que hablan sobre la pobreza, la vida y la soledad. Es en esta
compilación donde situamos el cuento La felicidad.
EL CUENTO:
El cuento ha sido muy importante en la
literatura española desde la Edad Media, pero la época de mayor proliferación
comenzó en los años 50. Todos los cuentos de A.M. Matute nos sirven de
reflexión y también los usaremos cuando seamos profesores. Son textos breves
pero con un gran didactismo y los temas son comunes a otros autores. Además,
tratan problemas humanos muy emocionantes que permiten un gran debate al final
de la lectura.
A nuestra escritora le habría gustado ser
poeta y trasladó el lenguaje poético a los cuentos dotándolos, con muy pocas
palabras, de una gran expresividad.
Durante la década de los 50 y la de los 60
escribió muchos libros y se hicieron muy famosos. Los podemos encontrar en
colecciones como Historias de la Artámila (1961) y Algunos
muchachos (1968) u obras como Los niños tontos (1656), El
tiempo (1957), El arrepentido (1961) y Libros
de juegos para los niños de los otros (1961). En muchos de ellos se ha
inspirado en las historias que le contaba su abuela y parte de su técnica
procede de esta tradición oral.
TEMAS:
Sus cuentos narran la historia y el
destino de los indefensos, marginados, abandonados y de los más sensibles. Son
niños que no encajan en el cruel mundo que les ha tocado vivir. De este modo,
la autora se rebela ante las injusticias y explica la infancia. Un periodo que
marca durante toda la vida, tanto haberla tenido como haber carecido de ella.
Además de la guerra y la infancia, también
cobran protagonismo la mujer, los prejuicios, la soledad y la humillación. A
veces combinados con el enfrentamiento de niños-adultos o ser-parecer.
Mediante la visión de los niños se intenta
hacer reflexionar a los adultos. La solución a los problemas suele darse de las
siguientes formas:
- - descubriendo varias posturas
- - a través de un cambio en el protagonista
- - o con un final abrupto que cambie el resto
Sea como sea, los cuentos siempre
están terminados: A mi juicio el cuento debe reunir tres indispensables
condiciones: ser breve, redondo y jugoso como una naranja.
Los cuentos nos transmiten tristeza y
crueldad pero también albergan sueño, esperanza y amor. Son historias muy
emocionantes, como ella, que confiesa que cuando leyó la muerte de D. Quijote
no lloró por el hecho en sí, sino por todo el desencanto, el desengaño,
porque se había muerto su mundo. Porque para ella la imaginación forma
parte de la existencia, es una forma de realidad y necesitamos soñar para
vivir. Sus finales trágicos intentan explicar que a pesar de las dificultades,
la vida puede emocionarte y valer la pena.
Para ella y para millones de artistas, el
arte ha ido ligado al sufrimiento. Su literatura es un mundo de imaginación y
dolor que viven niños especiales y diferentes. Esta diferencia o debilidad se
convierte en el único valor o esperanza para la vida. En La rama seca (1961),
la madre llama a su hija “tonta” pero lo único que es esa niña es un ser
diferente; una persona única, especial y natural. Como también lo era el niño
incomprendido de El tiovivo que encuentra la solución en la
muerte, porque con ella estará girando siempre en un tiovivo.
LA FELICIDAD:
Cuenta la historia de un doctor (Lorenzo)
que llega a un pueblo y le recibe el alguacil pero nadie puede alojarlo,
solamente una mujer (Filomena) que dicen que es una pobre loca pero inofensiva.
La mujer es viuda y le instala en el cuarto de su hijo que tiene doce años y
está trabajando fuera. Ella le parece una mujer sabia, buena, llena de
paz, que ha dado todo por su hijo y le llaman loca porque
no la entienden. Lorenzo pensó que los locos eran los demás y sintió que en
aquella casa vivía la felicidad. El protagonista explica al alguacil que quiere
quedarse con ella porque no está loca sino feliz por su hijo, y entonces
descubre que su hijo murió de meningitis hace cuatro años.
Vemos cómo una mujer se protege, con la
ilusión de que su hijo aún está vivo, de una vida que es injusta. Es una mujer
incomprendida, a la que consideran loca. Esa soledad le hace sensible y
delicada y por eso el huésped se siente a gusto.
Todos tenemos miedos y buscamos un
refugio. La magia está dentro de las personas, dentro de las madres que han
perdido a sus hijos y dentro de todo aquel que haya sufrido. Matute siempre
cuenta la anécdota de que, estando castigada a oscuras, partió en dos un terrón
de azúcar y vio una llamita azul: ese día fue trascendental en mi vida,
ese día fue cuando yo empecé a ser escritora. Había descubierto la magia, había
descubierto que hay otra luz, otras presencias, otra vida al margen de la vida
corriente de cada día.
La protagonista de La felicidad se
siente muy sola al igual que se sentía el niño de El tiovivo o
la niña de La rama seca sin su muñeca. Pipa no era más que un
palo con una tela, pero era insustituible, porque era su único confidente y la
única que le entendía.
En cuanto a la estructura, hay
una introducción, conflicto y solución, pero lo más importante es el final,
porque cambia radicalmente la lectura del cuento. Descubrimos que su hijo está
muerto y reinterpretamos la historia, viendo que la felicidad no era la que
esperábamos al leer el título. Ya no es la alegría de una madre que vive con su
hijo sino que la felicidad se encuentra en vivir a través del recuerdo de
Manuel.
No se nos explica el significado del
cuento sino que se nos da las pistas para entenderlo. Y para que sea más eficaz
el mensaje, a lo largo del cuento intentará conmovernos describiendo
minuciosamente el ambiente y sumergiéndonos en él (El regatón de la cuneta
brillaba como espolvoreado de estrellas diminutas). Asimismo, es un texto
muy descriptivo con alusiones a la época: andan malos tiempos; Las
mujeres van al trabajo, como nosotros y expresiones
rurales: ni en tratándose del médico.
CONCLUSIÓN:
Por todas estas características, ha sido
una escritora difícil de clasificar. Es muy original y posee una obra muy
variada que la crítica ha denominado como «un mundo en sí misma».
Ana María Matute escribía para expresarse,
para protestar y contar su historia y su época. Denuncia la injusticia y
luchaba para mejorar el mundo.
Para denunciar una realidad aparentemente
invisible, para rescatarla del olvido y de la marginación a la que tan a menudo
la sometemos en nuestra vida cotidiana.
Y así es como nuestra autora nos deleita,
a la vez que nos inquieta por dentro haciéndonos reflexionar, con sus
pensamientos y con cada uno de sus cuentos.
BIBLIOGRAFÍA:
- BRANDENBERGER, E. (1973): Estudios sobre el cuento español contemporáneo, Madrid, Editora Nacional.
- CALAFELL SALA, N. (2010): La conjura de la invisibilidad: el sujeto infantil en algunos cuentos
de Ana María Matute y Silvina Ocampo, Lectora, 16: 161-176
- CHRIST, I. (1985): Análisis didáctico de algunos cuentos de Ana María Matute, Boletín de la Asociación Europea de Profesores de Español Año XVII,
32-33: 117-129. Centro Virtual Cervantes: http://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/aepe/pdf/boletin_32-33_17_85/boletin_32-33_17_85_15.pdf (Última consulta: 6/5/17)
- DÍAZ NAVARRO, E. y GÓNZALEZ,
J.R. (2002): El cuento
español en el siglo XX, Madrid,
Alianza.
- MARTÍN GARZO, G. (2011): La llama azul, Minerva: Revista del Círculo de Bellas Artes, 18: 8-10
- MATUTE, A. M. (2011): Somos lo que queda de un niño, Minerva: Revista del Círculo de Bellas Artes, 18: 4-7
- FRAILE, M. (ed.) (1986): Cuento español de Posguerra: antología, Madrid, Cátedra.
- RODRÍGUEZ CACHO, L. (2009): Manual de Historia de la Literatura española 2. Siglos XVIII al XX
[hasta 1975], Madrid, Castalia.
- RTVE: Esta es mi tierra: Ana
María Matute, La Rioja,
Barcelona: sombras en el bosque: http://www.rtve.es/alacarta/videos/esta-es-mi-tierra/esta-tierra-rioja-barcelona-sombras-bosque/667510/ (Última consulta: 8/5/17)
- RTVE: Imprescindibles: Ana
María Matute, La niña de los cabellos blancos: http://www.rtve.es/alacarta/videos/imprescindibles/imprescindibles-ana-maria-matute-nina-cabellos-blancos/1639343/ (Última consulta: 8/5/17)
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