“Ahora una minoría vendrá a catalogarme, a encasillarme literaria o sociológicamente. La etiqueta se me desprenderá con el sudor de mis versos. Y si me encasillan, me escapo.”
Gloria
Fuertes, como hemos visto en su biografía, nació en 1917 y murió en 1998. Su
producción poética comenzó en 1934, pero no empezó a publicar poemarios hasta
los años 50. Tuvo que publicar algunas de sus obras fuera de España, por
ejemplo, su Antología y poemas del
suburbio o Todo asusta en
Venezuela. Así pues, cabe preguntarnos cómo se configura
la figura de Gloria Fuertes en el panorama poético español del s. XX.
En la cita con la que he iniciado la
entrada, podemos apreciar el poco interés de Gloria Fuertes por ser catalogada
dentro de una generación o estilo. En muchas ocasiones ha respondido con humor a
este intento de clasificación, diciendo que pertenece a la “corriente
corrientita”, que está “muy entroncada con Gloria Fuertes” o diciendo que ella
no tiene conciencia generacional sino “conciencia por evitar un mundo peor”.
Sin embargo, pese a su individualidad, Gloria Fuertes puede ubicarse dentro del
panorama de posguerra de forma interesante como ya han señalado algunos
expertos.
María
Pilar Monje opina que el uso del lenguaje coloquial, el aprecio por lo
marginal, el “yo poético” presentado como algo “grotesco”, sitúa a Gloria
Fuertes en la línea de Hijos de la ira
de Dámaso Alonso, así como a la primera generación de posguerra en la que se la
incluye. En Obras incompletas, Gloria
Fuertes reconoce la relación con los poetas comprometidos de los 50, siendo
Celaya el primer autor que Gloria conoce (antes en persona que en libro).
Además, aparece en Antologia de la poesía
social de Leopoldo Luis. Dentro de la poesía comprometida, Browne destaca
que hay una producción irregular en la que Gloria Fuertes “supera la técnica y
el horizonte de expectativas que esta línea registrara, como con el fin de
producir un tipo de poesía en donde llegarán a tener mayor importancia los
intercambios de perspectiva y la dinámica intertextual que la propia conciencia
social”.
Así
pues, aunque por edad y temática, Gloria Fuertes está cerca de la poesía social
de la Generación del 36, propia de Blas de Otero, Celaya o Leopoldo de Luis, la
crítica suele considerarla parte de la segunda generación de posguerra, es
decir, la Generación del 50. José Luis Cano, escritor y crítico español, la
incluye en esta generación conformada por Ángel González, J. A. Goytisolo,
Caballero Bonald, J. A. Valente, entre otros, argumentando que hay factores que
la aproximan como el hecho de que ser mujer le hizo vivir la Guerra Civil en la
retaguardia o publicar tardíamente. Sin embargo, si seguimos el criterio cronológico
Gloria Fuertes es diez años mayor que el miembro mayor de la generación y por
tanto quedaría fuera de esta clasificación.
Andrew
Debicki defiende que, aparte de publicarla mayoría de su obra entre 1954 y 1979,
“ejemplifica de manera especial la intertextualidad y el modo de vehicular los
sentidos de los restantes miembros de la generación, y su sensibilidad y
concepción creativa la ligan con mayor firmeza a los escritores más jóvenes que
ella que a los miembros de su propia generación cronológica”. José Olivio Jiménez
resalta el acento personal de Gloria Fuertes que la diferencia de los poetas
sociales del 36, pero también considera que su expresividad, con un desenfadado
humor que esconde un profundo dolor, se puede relacionar con el prosaísmo anterior.
Gloria
Fuertes aparece en diferentes antologías de posguerra como Antología de la nueva poesía española de Batlló, Veinte años de poesía española de
Castellet, en Nuevos poetas españoles de
Luis Jiménez Martos y en La nueva poesía española
(antología crítica). Segunda generación de postguerra de Florencio Martínez
Ruiz. También cabe destacar que Gloria Fuertes publicó en “Colliure” y “El
Bardo”, órganos difusores de la generación del 50.
Por
otro lado, aunque Gloria Fuertes afirme tener interés en algunos autores (Unamuno,
Machado, César Vallejo, León Felipe, Blas de Otero, Neruda, Celaya, Valente,
etc.) niega cualquier influencia:
“Cuando empecé a escribir, de niña-adolescente, como no había leído nada, mi primera poesía no tenía influencias. Empecé a escribir como hablaba, así nació mi propio estilo, mi personal lenguaje. Necesitaba decir lo que sentía, sin preocuparme de cómo decirlo. Quería comunicar el fondo, no me importaba la forma, tenía prisa. Luego he leído y leo a otros poetas, pero no pienso que me hayan influido, pienso que sigo como entonces: huérfana e independiente.”
La
crítica tiene opiniones contrarias en este aspecto. Caballero Bonald declara
que “no hay el menor asomo de “gustos adquiridos” en esta poesía directa y
chorreante, limpia y aleccionadora. Solo algún matiz retórico puede acusar
ciertos superficiales ecos de lecturas.” Otros autores como el ya citado Beowne
o Debicki la relacionan literariamente por el postmodernismo. El primero, además,
la une con el siglo de oro y el psicoanálisis surrealista por la “inversión de
calores semánticos”.
Otro
grupo al que se asocia la figura de Gloria Fuertes es el Postismo. Gloria
Fuertes publica un soneto de Carlos Edmundo de Ory en 1942 en Maravillas, lo que inicia una relación,
primero de amistad, luego de noviazgo. Él la introduce en el postismo,
movimiento tardío de surrealismo, y como nos explica su amigo Francisco Nieva
(también postista) les causo mucho interés:
“Era una mujer nueva, que se enfrentaba con ternura a los hombres, tan brutos ellos, no era una maestra repipi, era un compañero perteneciente a un tercer sexo divino que rompía con todo en aquella España de hierros y caspa, y el resto la mirábamos fascinados ante su aspecto y sus palabras, Rimbaud y Jarry habitaban en Gloria”
La
propia Gloria Fuertes dice: “Iba para modista, y me quedé en postista. Yo no
quería servir a nadie, si acaso a todos.”. No solo Edmundo de Ory o Francisco Nieva la adoptan
como miembro de su movimiento, también Luis Antonio de Villena la cataloga como
postista por “su deje total” y por compartir “el humor, pasión y punto
delirante” propias del postismo. También crea una revista postista llamada Arquero.
Sin embargo, la propia Gloria Fuertes nos
cuenta en otras declaraciones lo siguiente: “Me di cuenta allá por los cuarenta
de que el Dadá no era nada. Fui surrealista por el placer de liberar mi
imaginación de todo freno hasta que descubrí que podía escribir con total
libertad sin ser surrealista ni postista ni nada. Y de ahí nació mi estilo”.
Bibliografía:
- de Cascante, J. (Ed.). (2017). El libro de Gloria Fuertes: antología de poemas y vida. Barcelona, España: Blackie Books S.L.U.
- Monje, M. P. (2007). El humor en la poesía de Gloria Fuertes (Tesis doctoral). Universitat Rovira i Virgili, España. En https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=8193
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