La
obra de Carmen Martín Gaite (1925-2000) es un mundo muy interesante, en el que se han hecho
investigaciones buenísimas, pero todavía queda mucho campo para que sigamos
indagando, como estudiosos o como lectores, dispuestos a dejarnos llevar y
sorprender por su enigmática literatura.
También
nos dejó un enorme testimonio sobre las costumbres del siglo XX y sobre las
relaciones humanas que configuraron ese periodo. Aunque nos aclara mucho las
ideas ante conflictos existenciales universales, también nos remueve por dentro
y arroja el beneficio de la duda. De este modo, ante la complejidad del ser
humano, debemos pararnos a pensar qué haríamos nosotros y darle vueltas hasta
conseguir esquivar la disonancia cognitiva y ponernos en la piel del otro. O lo
que podría decirse en otras palabras, el destino de muchos de los personajes
queda sin resolver, con finales abiertos, como nuestra vida.
Por
otro lado, muchas de las protagonistas de la época son huérfanas de madre:
Andrea en Nada, Natalia en Entre visillos, Valba en Los Abel de Ana María Matute, Carola en Perdimos la primavera, de Eugenia
Serrano, etc. Lena, protagonista de Nosotros,
los Rivero (de Dolores Medio), rechaza a su madre que no la comprendía; la
identifica con la moral represiva del nacionalcatolicismo que se opone a su libertad.
Nos encontramos ante un caso de matrofobia, y esto se debe a la pérdida de fuerza,
en la posguerra, de las madres.
Las
mujeres ven pasar la vida “entre visillos” como un “ángel del hogar”, excepto
las “chicas raras” que plantean otro modelo. Entre mujer y hombre lo más grave
no era la represión sexual, sino la de la sinceridad y la amistad, la cual no
pueden conseguir porque no se comunican.
La
comunicación es una de las clave de la obra de Martín Gaite. Los interlocutores
participan en una especie de terapia comparable al psicoanálisis en la que uno puede liberarse y sanarse a través de las palabras.
Esta
conversación la inicia Carmen Martín Gaite con su escritura que tranquiliza, da esperanzas, y fusiona lo real con el sueño, y nos lleva hacia la fantasía y los
deseos, construyendo un mundo de ficción pero con lenguaje corriente. Con la
misma gracia siempre con la que reinterpreta por ejemplo el cuento de Caperucita con lenguaje corriente (Caperucita
en Manhattan).
Además,
sus ensayos y novelas históricas, como hemos dicho en clase, de los 90 en
adelante, han empezado a ser valorados como se merecen.
Una
de las claves para entender su obra es la expuesta por Marina Mayoral. La teoría
es la siguiente, en el XIX los escritores conocían el mundo femenino de las
madres, abuelas, criadas, etc., pero las niñas no están tan cerca del masculino. Flaubert y Galdós retrataron el mundo de las mujeres pero desde una óptica
masculina, y se da por hecho que este mundo es como ellos lo cuentan, pero la realidad es
otra, distinta a esa gran tradición literaria masculina. Carmen Martín Gaite
rompe con esa herencia literaria y alza su propia voz, voz de mujer. Además, no trata
de adoctrinar y carece de pedantería, reinando siempre en ella la
naturalidad.
Tanto la incomunicación como las
contradicciones internas son temas que nos afectan a lo largo de nuestra vida. Carmen Martín Gaite consigue hacernos reflexionar acerca de los prejuicios,
estereotipos y de la comunicación, no solo con los demás, sino también con
nosotros mismos y nuestros deseos.
BIBLIOGRAFÍA:
CAJADE FRÍAS, S. (2010): Arquetipos
femeninos y masculinos en la novela Entre visillos de Carmen Martín Gaite. Un
análisis desde la etnoliteratura. Revista de Dialectología y Tradiciones
Populares. Vol. LXV. 2
MARTÍN GAITE, C. (1997): Entre visillos; comentado por Marina
Mayoral, Barcelona, Destino
MARTÍNEZ
TORRÓN, M. (1991): “La obra narrativa de Carmen Martín Gaite”, Anuario
brasileño de estudios hispánicos, 1, pp. 139-164
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