Dentro
de la narrativa social, continuando cronológicamente con el desarrollo
anterior, en los años 40 destaca la corriente tremendista.
El
tremendismo es una tendencia artística que se inicia en los años 40. No solo se
puso de moda en la prosa, sino que también lo hizo en las artes plásticas y gráficas
y en la poesía. En narrativa, surgió a partir de la novela La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, en diciembre de
1942.
En
un primer momento, se le otorga el apelativo de tremendismo de manera despectiva. Con la evolución de la narrativa,
el término ha perdido este carácter infame, para pasar a denominar a toda una
corriente de la <<novela de posguerra cuya intención era revelar el
estado de violencia “legal” en que vivía la sociedad española, con un intento
de eludir la censura>>[1].
El
tremendismo muestra los puntos extremos de la sociedad del momento. A través de
estas obras se muestra una deformación de la sociedad de posguerra, pero de
manera exagerada. Dicha distorsión hace que el lector del momento no contemple en
los escritos la comunidad en la que vive.
Desde
diferentes perspectivas, la narrativa de la década de los 40 va a estar marcada
por este tremendismo. Los hechos históricos por los que había pasado y estaba pasando
la España de los 30 y los 40 ayudan a que esta tendencia tenga tanto
desarrollo, como son la huella que dejó la guerra civil en los españoles y las
consecuencias que se vivieron durante la posguerra. De esta manera, Ignacio
Soldevila explica de dónde procede el tremendismo:
<<Esta tendencia
que deriva de la meditación acerca de los desastres colectivos y personales,
incita a un tipo de narración centrada en el devenir dramático de existencias
personales, de personajes que asumen a la vez la experiencia “tremenda” pero,
sobre todo, la mediación sobre la misma, y sobre el cambio de las mentalidades
hacia un pesimismo que se pierde en un laberinto sin horizontes, o, en otros
casos, un matizado optimismo de redención, especialmente cuando tiene el
soporte de una fe en los valores y el fututo, sea este de cariz trascendental,
religioso o simplemente humanista. Es, en otras palabras, lo que se ha
convenido en llamar la presencia de los temas y los problemas existenciales en
la novela de la posguerra […]>>
Soldevila Durante, I. (2001). Historia de la novela española (1936-2000). Volumen I. Madrid:
Cátedra, págs. 437.
La familia de Pascual Duarte,
de Camilo José Cela, y Nada, de
Carmen Laforet, sobre todo, revolucionaron el panorama narrativo de los años
40, debido al tremendismo que las caracterizaba. A pesar de ser tan distantes
sus argumentos, tenían dos puntos en común: la autobiografía que se escondía
entre sus páginas y el sentimiento de desarraigo que sus protagonistas experimentaban
por habitar con una familia que era contraria a ellos.
-
La familia de Pascual Duarte
(1942). A lo largo de las páginas de esta novela el propio Pascual Duarte
relata las memorias de su vida. Los acontecimientos se nos van mostrando
conforme aparecen los personajes. Acostumbrado a la violencia y el alcoholismo
desde que era pequeño, puesto que esto era lo que caracterizaba a su padre,
Pascual Duarte va a convertirse en un ser dominado por la violencia, sobre todo
en ciertos momentos de rabia, como cuando mata a su madre porque ya no aguanta
más el comportamiento que tiene hacia él y hacia su segunda mujer. El extremismo del tremendismo se refleja en
esta novela en la forma que se nos relatan los hechos. Así, Cela pone en boca
de su personaje principal horribles palabras, que ponen de manifiesto la
violencia que le caracteriza, aquellas palabras con las que llega a justificar
el asesinato de su propia de madre. A través de este lenguaje, que está plagado
de frases cortas y tajantes, el lector va comprendiendo el comportamiento de
Pascual Duarte. Esta conducta está marcada por hecho de vivir en una casa en la
que no hay ni comunicación ni amor, lo que hace que el receptor empatice con él
y se apiade. Todo ello nos conduce al extremismo de la violencia. Se trata de
una violencia instintiva propiciada por el aislamiento e incomprensión que
sufre tanto por parte de su familia como por la sociedad en la que vive. Así,
esta obra debe entenderse <<como un drama rural en forma novelesca: el
drama de un ser primitivo que se deja arrastrar por su impulsos hasta el crimen
pasional […]>>[2].
-
Nada
(1944,
Premio Nadal). Desde la
perspectiva de una adolescente, Andrea, se nos muestra una acre reflexión sobre
la sociedad barcelonesa. Allí vive con unos familiares que pertenecen a la
pequeña burguesía y, a través de los cuales, nos hace conocer la mezquindad
moral de este grupo social. Apreciamos el tremendismo en su contenido, mas no
en su lenguaje. De esta forma, las barbaridades que puedan contener sus páginas,
están veladas gracias a su suave y atenta prosa a la hora de detallar los
sentimientos y emociones. Así, en palabras de Lina Rodríguez Cacho <<Nada significa sobre todo una vuelta a
la normalidad cotidiana tras el paréntesis de la guerra, y “en un mundo de
seres fracasados y sombríos”, la animosa figura de Andrea, con su espíritu de
protesta, encarnaba una nueva mentalidad, “la primera toma de conciencia de la
juventud española de posguerra” (A. Vilanova)>>[3]
Además
de estas, otras novelas que se encuadran en esta tendencia son:
-
Saulo el leproso (1947), de Adolfo
Lizón. Se cuenta la historia de un hombre enfermo de tuberculosis que, a causa
de dicha enfermedad, acaba suicidándose.
-
Los hijos de Máximo Judas (1952),
de Luis Landínez.
-
El bosque de Encines (1947), de Carlos Martínez
Barbeiro. Relata una leyenda gallega sobre el hombre lobo.
-
La llaga (1948),
de Marcial Suárez.
En
lo referente al tremendismo aplicado a la temática de la guerra civil, algunos
autores que destacan son:
-
Rafael García
Eugenio.
En su obra Eugenio (1938) narra la
historia del protagonista, que se presenta como voluntario para ir a la guerra. Este
<<encontró en el campo abierto de la guerra fratricida la exaltación de
la acción directa y, como muchos otros, quedó anclado en la posguerra en una
permanente nostalgia del combate y del hermano-enemigo ausente sin el cual deja
de funcionar el ambiguo mecanismo de desprecio y exaltación del impulso
bélico>>[4].
A partir de esta novela, aparecen otras del mismo estilo: La fiel infantería (1943), Plaza
del Castillo (1951), Al otro lado del
río (1954), La paz dura quince días
(1960) o Diccionario para un macuto
(1964).
-
Ricardo Fernández
de la Reguera. Su carrera literaria comienza en torno a la corriente
tremendista con Un hombre a la deriva (1947)
y Cuando voy a morir (1950). En su
obra Cuerpo a tierra (1954) cuenta el
testimonio de un militar que luchó en la guerra civil, pero que ha quedado
marcado por este conflicto bélico.
-
Miguel Delibes.
Su andadura literaria se inicia bajo el tremendismo con La sombra del ciprés es alargada (1948), que fue Premio Nadal. En
ese mismo año publica Aún es de día.
En esta novela se muestran las inquietudes tanto del propio Delibes como de la
sociedad de su tiempo. Su personaje vive alejado de todo aquello por lo que
pueda sentir afecto, porque tiene miedo de perderlo, por lo que no puede
disfrutar de una vida plena. A lo largo de la obra, el protagonista se debate
entre los dos extremos, sin lograr la consonancia. Para intentar solucionar
dicho problema, va a intentar buscar consuelo en la religión, pero no lo
consigue.
En
conclusión, apreciamos como el tremendismo narrativo se extiende a lo largo de
la década de los 40 e incluso algunos años de los 50. A pesar de que sean dos
las novelas claves para entender esta corriente, también otros autores han
escrito obras dentro de esta tendencia, o al menos se han iniciado en ella. En
estas obras se nos muestra la sociedad, aunque debemos tener en cuenta que son
extremos. Sí, eran hechos que estaban acaeciendo en esos momentos, pero lo que
los autores muestran son extremos, hechos exagerados.
BIBLIOGRAFÍA
Soldevila
Durante, I. (2001). Historia de la novela
española (1936-2000). Volumen I. Madrid: Cátedra.
Rodríguez
Cacho, L. (2009). Manual de historia de
la literatura española. Madrid: Castalia.
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