lunes, 8 de mayo de 2017

EL REALISMO SOCIAL

Se da comienzo a esta etapa con la novela La colmena (1951), de Camilo José Cela, y su fin se establece con la publicación de Tiempo de silencio (1962), de Luis Martín Santos.

David K. Erzberger explica las características comunes que se encuentran alrededor de este tipo de novela y hace una introducción general:

Tanto el propósito del realismo social como su diseño narrativo arraigan en un pequeño pero importante grupo de supuestos literarios: la convicción de que la realidad objetiva existe y es traducible mediante un discurso narrativo; la coincidencia entre el signo y su referente; la creencia en la capacidad de la narración para representar la autenticidad total de la vida; el compromiso social según el cual escribir equivale a actuar y, de ahí, la posibilidad de transformar la sociedad si el escritor revela sus injusticias al público lector. Cada una de estas suposiciones sugiere una relación directa e íntima entre la realidad y el discurso novelístico y pone énfasis en el momento histórico actual como base de lo que el novelista puede observar y conocer en el fluir temporal de la vida. Al mismo tiempo, estas ideas se conforman al importante principio según el cual el significado literario es expresado o reflejado por la narrativa más bien que producido por ella. Para muchos críticos, entonces, el realismo social ha adquirido el valor de una crónica de la realidad, de un receptáculo que registra la historia de un momento determinado en la España de posguerra.

Erzberger, D. (1989). La novela de realismo social de la posguerra: historia hecha de ficción. University of Connecticut: Cervantes Virtual. http://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/10/aih_10_2_096.pdf   [Acceso 8 Mayo 2017], pág. 1835.

La colmena, de Camilo José Cela, es, como he dicho anteriormente, con la obra con la que se inicia el realismo social. En ella encontramos <<“un trozo de vida narrado paso a paso, sin reticencias, sin extrañas tragedias, sin caridad, exactamente como la vida discurre” (Cela en “Nota a la primera edición”)>>[1]. Se cuenta, pues, la vida de unos personajes que, durante la posguerra española, tratan de subsistir. De esta manera, a lo largo de la narración nos relata el racionamiento de comida durante este momento histórico, debido a la escasez de comida que estaba teniendo lugar. Dichos personajes, como todo ser humano, se dejan llevar por los instintos básicos, llegando incluso a afirmar Cela: <<la naturaleza y la tradición del hombre, como la cultura y la tradición de la hiena o de la hormiga, pudieran orientarse sobre una rosa de tres solos vientos: comer, reproducirse y destruirse. La cultura y la tradición no son jamás ideologías y sí, siempre, instintivas. (Nota de la tercera edición de La colmena de 1957)>>[2]. Es importante esta novela porque va a servir posteriormente de modelo para las descripciones de la angustia y el desamparo de los personajes. Además, es la obra precursora en tratar el amor durante la posguerra, englobando junto a este al machismo y puritanismo. Para concluir, otra de las innovaciones que incorpora es el ser capaz de reproducir en sus páginas las conductas de sus personajes, haciendo hincapié en el lenguaje gestual o la enunciación de las palabras.

Esta novela influenció en otras muchas, las cuales tomaron también como lugar de la acción la ciudad. Entre ellas, podemos citar:

-         La noria (1952), Luis Romero.
-         Esta oscura desbandada (1952), Antonio de Zunzunegui.
-         Las buenas intenciones (1954), Max Aub.
-         Mi idolatrado hijo Sisi (1953), Miguel Delibes.

Dentro de este género del realismo social, podemos encontrar otras subclases:

-         Neorrealismo y objetivismo.
-         Realismo intimista.
-         Realismo crítico.
-         Realismo testimonial.


NEOREALISMO Y OBJETIVISMO
Miguel Delibes. Destaca su obra El camino. En ella, describe la personalidad infantil en el contexto de un pueblo, elogiando la vida campestre.

Ignacio Aldecoa. Quiere escribir una trilogía en la que se hable sobre la vida de tres grupos sociales: guardias civiles, gitanos y toreros. Escribe dos de estas novelas: El fulgor y la sangre (1954), en la que expone los pensamientos y sentimientos de las mujeres de los guardias civiles tras el fallecimiento de uno de ellos;  y Con el viento solano (1956), en la que relata la huida de un gitano después de haber matado a un guardia y al que le persigue el sufrimiento de su madre y novia. Intenta redactar una segunda trilogía en la que se habla sobre los trabajadores del mar, pero vuelve a escribir otra vez tan solo dos de los volúmenes: Gran Sol (1957) y Parte de una historia (1967).

Jesús Fernández Santos. Su narrativa <<se acoge a la tradición realista española, trascendiendo el reflejo de la realidad inmediata, reelaborándola artísticamente para darle entidad literaria, siempre desde un punto de vista propio […]>>[3]. Dentro de su producción, los escritos que pertenecen al realismo social son aquellos que se acotan entre Los bravos (1954) y Laberintos (1964). Las obras de este periodo se caracterizan porque el contexto llega coaccionar a los sus protagonistas. Concretamente, Los bravos cuenta la historia de los habitantes de un pueblo que se ven presionados por el caciquismo.

Rafael Sánchez Ferlosio. Su obra El Jarama (1956) está considerada como un hito dentro del objetivismo. En ella, el narrador tan solo interviene para describir el paisaje que rodea a los personajes. Es una novela en la que el argumento es nulo, simplemente los personajes se dedican a tener conversaciones entre ellos. A través de estas conversaciones, el autor quiere que el lector se dé cuenta de la frivolidad que existía entre los jóvenes pertenecientes a la clase media, su mediocre mentalidad y la falta de inquietudes.


REALISMO INTIMISTA
Carmen Martín Gaite. <<Entre visillos (1958) “tiene algo de documento sociológico en lo que concierne a su estudio de un grupo de jóvenes de la clase media y de la estructura socioeconómica de la sociedad en la que viven inmersos”; pero en novelas posteriores “la colectividad y los problemas peculiares de la España de la posguerra dejan paso al individuo y a las angustias de la vida contemporánea” [Glenn, en Novelistas, 34]>>[4]. En Entre visillos, su autora refleja la nimiedad de las mujeres características de la época, modelo contrario al de su protagonista.

Ana María Matute. En sus obras se refleja el pesimismo y la crítica, especialmente hacia la temática social. <<Le interesa sobre todo profundizar en “los dilemas de la personalidad humana, sumergida en las circunstancias de la interacción cotidiana; “lo suyo […] es perderse en los entresijos de la personalidad del individuo” [G. Gullón, pról. Matute: Pm, págs. 1X-X]>>[5].


REALISMO CRÍTICO
Juan Goytisolo. Dentro de su trilogía El mañana efímero, las obras que la componen  <<coinciden en mostrarnos el sombrío panorama de “esa España inferior que ora y embiste” de la que habla el poeta sevillano>>[6]. Dicha trilogía se compone de El circo (1957), en la que se expone la vida en un pueblo y, en particular, la de un pintor; Fiestas (1958), realiza un denuncia social en defensa de las clases desfavorecidas; La resaca (1958), relata la miseria en la que viven sus personajes en un suburbio.

Luis Goytisolo. Las afueras (1958) es su primera novela y se encuadra dentro de este subgénero. Abarca un conjunto de siete relatos que tienen en común la descripción de los cambios sociales, económicos e ideológicos que estaban ocurriendo en Barcelona y sus alrededores unos años después de la guerra civil.


REALISMO TESTIMONIAL
Ángel María de Lera. En su novela Los olvidados (1957), propone el tema del chabolismo que se estaba dando en esos momentos. Es con su obra Los clarines del miedo (1958) con la que salta a la fama. Describe el ambiente festivo en un pueblo que produce una celebración taurina.

Antonio Rabinad. Su obra Los contactos furtivos (1956) expone el ambiente de represión y desilusión que sus personajes viven durante los años de la posguerra.  En El niño asombrado (1967) el autor cuenta su propia infancia y adolescencia durante los años de la guerra y la posguerra. Asimismo, en A veces, a esto hora (1965) se narran las duras condiciones de vida en uno de los suburbios barceloneses.


A través de este pequeño estudio de la novela social, podemos apreciar que fue una tendencia literaria muy productiva durante esta década. Incluso, algunos de los autores siguen escribiendo con este estilo años después. Ha llegado a ser tan fructífera que dentro de este género han aparecido otros cuatro subgéneros. En esta entrada tan solo se destacan algunos de los autores, pero se pueden citar otros muchos escritores más y más obras, en las que se quiere reflejar el día a día durante esta década, ya sea el de las clases medias como el de las clases desfavorecidas.




BIBLIOGRAFÍA
Rodríguez Cacho, L. (2009). Manual de historia de la literatura española. Madrid: Castalia.
Pedraza Jiménez, F. y Rodríguez Cáceres, M. (2000). Manual de literatura española XIII. Posguerra: narradores. Tafalla (Navarra): Cénlit, Ediciones S.L.
Erzberger, D. (1989). La novela de realismo social de la posguerra: historia hecha de ficción. University of Connecticut: Cervantes Virtual. http://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/10/aih_10_2_096.pdf   [Acceso 8 Mayo 2017].





[1] Rodríguez Cacho, L. (2009). Manual de historia de la literatura española. Madrid: Castalia, pág. 431.
[2] Rodríguez Cacho, L. (2009).O.C., pág. 431.
[3] Pedraza Jiménez, F. y Rodríguez Cáceres, M. (2000). Manual de literatura española XIII. Posguerra: narradores. Tafalla (Navarra): Cénlit, Ediciones S.L., pág. 567.
[4] Pedraza Jiménez, F. y Rodríguez Cáceres, M. (2000). O. C., pág. 591.
[5] Pedraza Jiménez, F. y Rodríguez Cáceres, M. (2000). O. C., pág. 607.
[6] Pedraza Jiménez, F. y Rodríguez Cáceres, M. (2000). O. C., pág. 648.

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