Conclusiones.
Esta es la última
entrada del blog referida a la novela de realismo social del 54 y ya podemos,
tras nuestra definición y clasificación de la novela social de esta generación,
presentar algunas conclusiones generales.
La generación del
54 o del medio siglo, denominada de un modo u otro dependiendo del crítico,
tuvo, según Darío Villanueva, una gran cohesión interna, un gran sentimiento de
pertenencia a un grupo. Los autores nacieron entre los años 20 y 30 y fueron
los “niños de la guerra”, puesto que no llegaron a vivirla de adultos, sino que
se criaron con las consecuencias que esta trajo. Citaremos a Villanueva, que
describió el carácter unitario de esta generación del siguiente modo:
«fueron sujetos pasivos de la educación
nacional-católica en los 40, universitarios autodidactas y rebeldes en los 50,
y luego la primera generación que, dentro de España, protagoniza el antifranquismo
y luego gobierna.»[1]
La novela social del 54 es heredera del
realismo y del naturalismo, así como de la novelística sentimental con tintes
sociales que se escribió antes de la guerra civil y en los años 40.
Es inevitable hablar del realismo decimonónico
al referirnos a una tendencia de escritura realista, pero hay que recordar que
la deuda del 54 con el realismo y el naturalismo no ha de llevarnos a pensar en
unas relaciones intertextuales profundas, en tanto que los autores del siglo
XIX se decantaban por los cuadros costumbristas y por el retrato de la
personalidad de los protagonistas que por una crítica social explícita. En
cuanto al subjetivismo de la novela sentimental anterior, el realismo social
del 54 lo sustituye por un objetivismo narrativo, adecuado si se tiene en
cuenta que su objetivo es hacer una crítica social desde el realismo, no desde
una posición subjetiva o tremendista, que es lo que caracterizó a la literatura
de la década anterior. Las novelas anteriores al 54 que podríamos considerar
sociales (en ciertos aspectos) son, como afirma Gil Casado, son obras político- sociales puestas al servicio de la reivindicación
proletaria de acuerdo con la línea del partido en que milita el escritor.
La novela social
evolucionó desde un objetivismo marcado hasta un subjetivismo y una complejidad
mayores, lo que podemos percibirlo en las novelas desmitificadoras. Hemos de
tener en cuenta, con respecto a esta complejidad, que las novelas más objetivas
(las del campo o las del obrero y el proletario, por ejemplo) estaban teñidas
de cierto determinismo (lo que entronca con el siglo XIX). Esto se explica
porque la crítica social se basa en la exposición del punto de vista del patrón
o del obrero, del burgués o del pobre. Estos personajes ejercen de represores o
de oprimidos, puesto que en ello se basa la crítica social y muchas veces, no
hay demasiadas características individuales en ellos.
No será hasta la
novela de la desmitificación, segunda etapa de los autores del 54, cuando
percibamos un retrato general de la sociedad, ya no basado en una colectividad
dual (ricos y pobres), sino en una colectividad de carácter más nacional, donde
se describe al país y se definen las actitudes de la sociedad en su conjunto.
NOTAS:
[1] Prieto Villanueva, Darío, 1987, p.363.
Bibliografía:
[1] Prieto Villanueva, Darío, 1987, p.363.
Bibliografía:
Ø Gil Casado, Pablo, La
novela social española (1920-1971), Barcelona, ed. Seix Barral, 1968,
(1973).
Ø
Prieto Villanueva,
Darío, «Revisión de la novela social», en Anuario de
Estudios Filológicos, vol. 10, 1987, pp. 361-374, url: file:///C:/Users/HP-USER/Downloads/Dialnet-RevisionDeLaNovelaSocial-58622%20(1).pdf,
(Acceso: 14/05/2017).
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