"He visto
con mis propios ojos el poder de los ideales. He visto a gente matar por ellos
y morir por defenderlos.”
V
de Vendetta
Si
empiezo mi entrada final con esta cita, es porque el tema que todos hemos
tratado en nuestras entradas ha sido la literatura de la postguerra y,
obviamente, esta literatura va a estar marcada por unos ideales que han llevado
al país a una guerra en la que mucha gente ha matado y ha muerto.
La
guerra termina, pero la muerte continúa, también por los ideales. El exilio,
las persecuciones, el odio… Esto fue lo que se vivió desde 1939 hasta los años 50
por lo menos.
En
el caso de las mujeres, que ha sido el tema en el que me he centrado, fue peor.
Los hombres se enfrentaron al horror de una guerra y de sus consecuencias, que
no es poco; las mujeres (liberales) se enfrentaron a esto y al hecho de que
otras mujeres (conservadoras) quisiesen quitarles su derechos vitales, obvios,
inherentes, que hasta hace poco les habían estado vetados pero que habían
conquistado en los años anteriores a la guerra.
Me
había propuesto ser lo más imparcial posible, pero no puedo evitar el rechazo
que me provocan mujeres como Pilar Primo de Rivera (paradigma a seguir por las mujeres
conservadoras de la época) que denostan al sexo femenino y adoctrinan a las
niñas para una vida de abnegación al hombre y al franquismo, como vimos en las
imágenes del manual del Servicio Social.
En
cambio, las cinco mujeres liberales que he tenido tiempo de estudiar: María
Zambrano, María Teresa León, Concha Méndez, Ernestina de Champourcín y Ángela
Figuera Aymerich, han sido un gran descubrimiento. Me ha dolido el casi no conocerlas
antes, el pensar que, en los libros con los que estudiábamos en la ESO o
Bachillerato, se las nombra a algunas y a otras ni eso. Al menos, ya lo hemos
comentado en clase, queda la esperanza de que en el futuro no sea así, puesto
que que en los últimos años cada vez hay más estudios sobre ellas.
En
sus escritos, estas mujeres, de una manera u otra, denuncian lo que está
pasando. Todas lucharon por un futuro mejor, a través de la palabra -y de los hechos
muchas veces-. Sus textos y sus vidas me han emocionado y me han inspirado.
Lucharon
incluso sabiendo que ponían en peligro su vida. No se callaron, porque creían
en lo que estaban defendiendo. Fueron vencidas pero no convencidas. Prefirieron
usar la inteligencia y la palabra antes que las armas y demostraron, citando de
nuevo V de Vendetta, que “los ideales
son a prueba de balas”.
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