La generación del medio siglo o de los niños de la guerra.
En esta entrada,
me propongo contextualizar a la generación de autores que abordaron las novelas
que son objeto de este trabajo.
En los manuales de
historia de la literatura, se conoce a este grupo de escritores, poetas y
ensayistas como Generación de los 50,
por haber nacido en la década de los años veinte y haber empezado a publicar en
el decenio de 1950. Se caracterizan por su origen burgués y por su formación
universitaria y también por ser escritores que se forjaron en la dictadura y no
en la guerra.
El contexto
histórico de los años cincuenta estuvo marcado por la penuria económica y por
el aislamiento político internacional. Son años de posguerra, hambre y miseria,
pero también de mercado negro, estraperlo y racionamiento. El sentimiento
generalizado entre la población era que pese al fin de la contienda civil,
ahora tocaba reconstruir España. Por eso, el régimen franquista se había
propuesto modernizar la anquilosada estructura productiva nacional dañada por los
años de conflicto bélico y el hundimiento de la producción.[1]
Este periodo de la
literatura española es conocido como de «ՙresurgimiento՚ y resplandor de la novela social
española de los años cincuenta, frente a la ՙpobreza de la novelística de los
años cuarenta՚».
[2]
Como menciona Rodríguez Cacho [3],
los autores de los 50 destacaron por:
«una
concepción de la novela marcada por la idea sartriana del compromiso moral y
político, pero de intención crítica, en cualquier caso, y de influjos foráneos
que penetró sobre todo a través del cine, y algunos autores de la ՙgeneración
maldita norteamericana՚».
En todos ellos persistía la idea de recuperación de
una realidad perdida, a través del ejercicio de la nostalgia.
A mediados del
siglo XX, España ofrecía a los novelistas un asunto de trascendental importancia
sobre el cual escribir: la memoria de la Guerra Civil. Este compromiso ético
marcó una línea divisoria entre aquellos escritores que veían necesario incluir
en sus narraciones referencias a los sucesos acaecidos durante la contienda y
los que preferían novelar sobre temas menos comprometidos con la realidad
política e histórica de la España de posguerra.
La nómina de
escritores preocupados por recuperar para el gran público la memoria viva de la
Guerra Civil se componía de los siguientes nombres. En primer lugar, José María
Gironella que con su novela Los cipreses
creen en Dios (1953) consiguió un gran éxito de crítica y de público
gracias al tema abordado en la novela y que consistía en refutar la visión
romántica que autores extranjeros y antifascistas, como Ernst Hemingway y A.
Malraux, habían hecho del semblante de los milicianos republicanos. En sus
novelas, estos escritores presentaban a los milicianos como víctimas de la
historia y héroes del pueblo, de un pueblo indómito y con el coraje suficiente
para enfrentarse en inferioridad de condiciones al avance del fascismo en suelo
español. Después de Gironella es obligado mencionar al novelista Ricardo Fernández
de la Reguera, que con la novela Cuerpo a
tierra (1954) consiguió conmover a los lectores con el tema del dramatismo
de la guerra y el sufrimiento, las dudas y las contradicciones que la guerra
provocó en las gentes que la padecieron.
Sin embargo, dos fueron
las novelas que arrojaron algo de luz sobre un tema tan controvertido y difícil
de abordar por los escritores como fue y es el de la participación de la
Iglesia Católica en la gestación y en el desarrollo de la sublevación militar,
así como en el desenlace de la Guerra Civil y en el sostenimiento político e
ideológico de la dictadura y de la represión franquista, justificando la
Iglesia Católica ambas instancias políticas como de mal necesario para recobrar
el imperio del orden y de la ley. Las ficciones creadas por José Ramón Arana y
Ramón J. Sender ahondaban en «la renovación del personaje del sacerdote en ambiente
rural.»
[4]
Se completa la nómina de escritores con nombres de la talla de Juan Goytisolo,
Rafael Sánchez Ferlosio, Ana María Matute, María Teresa León y Rosa Chacel. En
lengua catalana, destacan los nombres de María Aurélia Campmany, y el de Mercé
Redoreda que con su éxito editorial La
plaça del Diamant (1962) retrató los años cruciales de la posguerra en
Cataluña.
Camilo José Cela
inauguró con La Colmena (1951) las
nuevas vertientes del realismo social en los años cincuenta. La novela tuvo que
publicarse en el exilio, porque no superó la censura franquista. La Colmena «quería ser una pintura
social del estricto presente en su acontecer cotidiano». [5]
Por eso, esta novela está considerada como una de las más renovadora de toda la
posguerra. La acción transcurre en el Madrid de 1942,
«visto
como una gran colmena donde conviven una multitud de diminutos seres que se
afanan, ante todo, por sobrevivir.”» [6]
La narración es omnisciente y Cela le adjudica […] a cada cual una pequeña ՙcelda՚,
[…] aparentemente aislada de las otras, pero que en conjunto componen un
complejo entramado similar al de la maquinaría de un reloj, que es a lo que
Cela comparó la preciosa organización de su novela.» [7]
Otros autores que
se apuntaron a la moda de «ՙretratar՚ las formas de vida nacionales en los años
más duros de la posguerra» [8]
fueron Antonio de Zunzunegui, Max Aub y Miguel Delibes. Los novelistas que se
ocuparon de “condenar la amoralidad burguesa” fueron J. García Hortelano, Juan
Goytisolo o Miguel Delibes. Es precisamente Miguel Delibes el precursor de una
nueva vertiente del realismo social en la década de los cincuenta. Esta
tendencia se caracterizó por poner el acento en cuestionar el modelo de educación
pública y privada que se impartía en España y que
«solo forjaba
temperamentos retraídos, pesimistas y sobre todo incapaces de trato cordial, lo
cual era una forma de volver sobre esta insociabilidad que tanto preocupó a los
noventayochistas.»
[9]
El novelista
vitoriano Ignacio Aldecoa destacó por la coherencia de sus escritos y por la integridad
ética de sus propuestas. Aldecoa quiso centrar su obra en la ՙépica de los
oficios՚,
«con
tipos que a su juicio no habían tenido un tratamiento unitario en la narrativa
española: los trabajadores del mar, los trabajadores de las minas y de los
altos hornos y un terceto genuinamente español - los gitanos, la Guardia Civil
y los toreros-»[10]
Aldecoa abrió el
camino al que sería un tema por excelencia en la novela social española de
aquellos tiempos: la soledad vivida en grupo en los barrios marginales y cuyo
origen era la desigualdad social.
Jesús Fernández
Santos es otro de los autores que sigue la estela dejada por Ignacio de
Aldecoa. Su obra al igual que la de otros autores, es descrita como objetivista,
porque «desplaza
al narrador de la escena, por considerarlo un estorbo entre el lector y el
mundo que le presenta.» [11]
La novela que le hizo famoso son Los
bravos (1954). Gonzalo Torrente Ballester, con Los gozos y las sombras (1957-1962) renueva el costumbrismo
regionalista decimonónico imprimiéndole «un realismo muy matizado por la idealización.» [12]
Pero la novela que junto a La Colmena,
es considerada como el otro gran hito de la narrativa de la posguerra es El Jarama, de Rafael S. Ferlosio, que
abordaremos en otra entrada.
Entre finales de
los cincuenta y mediados de los sesenta surgió en España un nuevo tipo de
realismo social más preocupado por hacer «[…] una seria reflexión sobre las condiciones
económicas y las injusticias sociales que generaban [...]» [13]
Esto se puede apreciar con la lectura de novelas como Funcionario público (1957), de Dolores Medio, o La mina (1960), de Armando López
Salinas. Abordaremos este trema con mayor profundidad en sucesivas entradas.
NOTAS:
[2] Rodríguez Cacho, Lina, 2009a, p. 423.
[3] Rodríguez Cacho, Lina, 2009b, p. 423.
[4] Rodríguez Cacho, Lina, 2009c, p.426.
[5] Rodríguez Cacho, Lina, 2009d, p. 431.
[6] Rodríguez, Cacho, Lina, 2009e, p. 431.
[7] Rodríguez Cacho, Lina, 2009f, p. 432.
[8] Rodríguez Cacho, Lina, 2009g, p. 436.
[9] Rodríguez Cacho, Lina, 2009h, p. 438.
[10] Rodríguez Cacho, Lina, 2009j, p. 439.
[11] Rodríguez Cacho, Lina, 2009k, p. 442.
[12] Rodríguez Cacho, Lina, 2009l, p. 443.
[13] Rodríguez Cacho, Lina, 2009m, p. 446.
Bibliografía:
Ø Rodríguez Cacho, Lina, Manual de Historia de la Literatura Española, vol. 2 (siglos XVIII
al XX [Hasta 1975]), Madrid, ed. Castalia, 2009.
Ø Valverde, Marta, «ՙEspaña años 50՚: La miseria que captó el objetivo de
Carlos Saura»,
en http://www.infolibre.es/noticias/verano_libre/2016/08/24/anos_50_53850_1621.html,
(Acceso: 14 / 05 / 2017).
No hay comentarios:
Publicar un comentario