jueves, 18 de mayo de 2017

La generación del medio siglo o de los niños de la guerra.



La generación del medio siglo o de los niños de la guerra.

En esta entrada, me propongo contextualizar a la generación de autores que abordaron las novelas que son objeto de este trabajo.
En los manuales de historia de la literatura, se conoce a este grupo de escritores, poetas y ensayistas como Generación de los 50, por haber nacido en la década de los años veinte y haber empezado a publicar en el decenio de 1950. Se caracterizan por su origen burgués y por su formación universitaria y también por ser escritores que se forjaron en la dictadura y no en la guerra.
El contexto histórico de los años cincuenta estuvo marcado por la penuria económica y por el aislamiento político internacional. Son años de posguerra, hambre y miseria, pero también de mercado negro, estraperlo y racionamiento. El sentimiento generalizado entre la población era que pese al fin de la contienda civil, ahora tocaba reconstruir España. Por eso, el régimen franquista se había propuesto modernizar la anquilosada estructura productiva nacional dañada por los años de conflicto bélico y el hundimiento de la producción.[1]
Este periodo de la literatura española es conocido como de «ՙresurgimiento՚ y resplandor de la novela social española de los años cincuenta, frente a la ՙpobreza de la novelística de los años cuarenta՚». [2] Como menciona Rodríguez Cacho [3], los autores de los 50 destacaron por:
«una concepción de la novela marcada por la idea sartriana del compromiso moral y político, pero de intención crítica, en cualquier caso, y de influjos foráneos que penetró sobre todo a través del cine, y algunos autores de la ՙgeneración maldita norteamericana՚».
En todos ellos persistía la idea de recuperación de una realidad perdida, a través del ejercicio de la nostalgia.
A mediados del siglo XX, España ofrecía a los novelistas un asunto de trascendental importancia sobre el cual escribir: la memoria de la Guerra Civil. Este compromiso ético marcó una línea divisoria entre aquellos escritores que veían necesario incluir en sus narraciones referencias a los sucesos acaecidos durante la contienda y los que preferían novelar sobre temas menos comprometidos con la realidad política e histórica de la España de posguerra.
La nómina de escritores preocupados por recuperar para el gran público la memoria viva de la Guerra Civil se componía de los siguientes nombres. En primer lugar, José María Gironella que con su novela Los cipreses creen en Dios (1953) consiguió un gran éxito de crítica y de público gracias al tema abordado en la novela y que consistía en refutar la visión romántica que autores extranjeros y antifascistas, como Ernst Hemingway y A. Malraux, habían hecho del semblante de los milicianos republicanos. En sus novelas, estos escritores presentaban a los milicianos como víctimas de la historia y héroes del pueblo, de un pueblo indómito y con el coraje suficiente para enfrentarse en inferioridad de condiciones al avance del fascismo en suelo español. Después de Gironella es obligado mencionar al novelista Ricardo Fernández de la Reguera, que con la novela Cuerpo a tierra (1954) consiguió conmover a los lectores con el tema del dramatismo de la guerra y el sufrimiento, las dudas y las contradicciones que la guerra provocó en las gentes que la padecieron.
Sin embargo, dos fueron las novelas que arrojaron algo de luz sobre un tema tan controvertido y difícil de abordar por los escritores como fue y es el de la participación de la Iglesia Católica en la gestación y en el desarrollo de la sublevación militar, así como en el desenlace de la Guerra Civil y en el sostenimiento político e ideológico de la dictadura y de la represión franquista, justificando la Iglesia Católica ambas instancias políticas como de mal necesario para recobrar el imperio del orden y de la ley. Las ficciones creadas por José Ramón Arana y Ramón J. Sender ahondaban en «la renovación del personaje del sacerdote en ambiente rural.» [4] Se completa la nómina de escritores con nombres de la talla de Juan Goytisolo, Rafael Sánchez Ferlosio, Ana María Matute, María Teresa León y Rosa Chacel. En lengua catalana, destacan los nombres de María Aurélia Campmany, y el de Mercé Redoreda que con su éxito editorial La plaça del Diamant (1962) retrató los años cruciales de la posguerra en Cataluña.
Camilo José Cela inauguró con La Colmena (1951) las nuevas vertientes del realismo social en los años cincuenta. La novela tuvo que publicarse en el exilio, porque no superó la censura franquista. La Colmena «quería ser una pintura social del estricto presente en su acontecer cotidiano». [5] Por eso, esta novela está considerada como una de las más renovadora de toda la posguerra. La acción transcurre en el Madrid de 1942,
«visto como una gran colmena donde conviven una multitud de diminutos seres que se afanan, ante todo, por sobrevivir.”» [6] La narración es omnisciente y Cela le adjudica […] a cada cual una pequeña ՙcelda՚, […] aparentemente aislada de las otras, pero que en conjunto componen un complejo entramado similar al de la maquinaría de un reloj, que es a lo que Cela comparó la preciosa organización de su novela.» [7]
Otros autores que se apuntaron a la moda de «ՙretratar՚ las formas de vida nacionales en los años más duros de la posguerra» [8] fueron Antonio de Zunzunegui, Max Aub y Miguel Delibes. Los novelistas que se ocuparon de “condenar la amoralidad burguesa” fueron J. García Hortelano, Juan Goytisolo o Miguel Delibes. Es precisamente Miguel Delibes el precursor de una nueva vertiente del realismo social en la década de los cincuenta. Esta tendencia se caracterizó por poner el acento en cuestionar el modelo de educación pública y privada que se impartía en España y que
«solo forjaba temperamentos retraídos, pesimistas y sobre todo incapaces de trato cordial, lo cual era una forma de volver sobre esta insociabilidad que tanto preocupó a los noventayochistas.» [9]
El novelista vitoriano Ignacio Aldecoa destacó por la coherencia de sus escritos y por la integridad ética de sus propuestas. Aldecoa quiso centrar su obra en la ՙépica de los oficios՚,
«con tipos que a su juicio no habían tenido un tratamiento unitario en la narrativa española: los trabajadores del mar, los trabajadores de las minas y de los altos hornos y un terceto genuinamente español - los gitanos, la Guardia Civil y los toreros-»[10]
Aldecoa abrió el camino al que sería un tema por excelencia en la novela social española de aquellos tiempos: la soledad vivida en grupo en los barrios marginales y cuyo origen era la desigualdad social.
Jesús Fernández Santos es otro de los autores que sigue la estela dejada por Ignacio de Aldecoa. Su obra al igual que la de otros autores, es descrita como objetivista, porque «desplaza al narrador de la escena, por considerarlo un estorbo entre el lector y el mundo que le presenta.» [11] La novela que le hizo famoso son Los bravos (1954). Gonzalo Torrente Ballester, con Los gozos y las sombras (1957-1962) renueva el costumbrismo regionalista decimonónico imprimiéndole «un realismo muy matizado por la idealización.» [12] Pero la novela que junto a La Colmena, es considerada como el otro gran hito de la narrativa de la posguerra es El Jarama, de Rafael S. Ferlosio, que abordaremos en otra entrada.
Entre finales de los cincuenta y mediados de los sesenta surgió en España un nuevo tipo de realismo social más preocupado por hacer «[…] una seria reflexión sobre las condiciones económicas y las injusticias sociales que generaban [...]» [13] Esto se puede apreciar con la lectura de novelas como Funcionario público (1957), de Dolores Medio, o La mina (1960), de Armando López Salinas. Abordaremos este trema con mayor profundidad en sucesivas entradas.

NOTAS:
[1] Valverde, Marta, 2016, (Acceso: 14/05/2017).
[2] Rodríguez Cacho, Lina, 2009a, p. 423.
[3] Rodríguez Cacho, Lina, 2009b, p. 423.
[4] Rodríguez Cacho, Lina, 2009c, p.426.
[5] Rodríguez Cacho, Lina, 2009d, p. 431.
[6] Rodríguez, Cacho, Lina, 2009e, p. 431.
[7] Rodríguez Cacho, Lina, 2009f, p. 432.
[8] Rodríguez Cacho, Lina, 2009g, p. 436.
[9] Rodríguez Cacho, Lina, 2009h, p. 438.
[10] Rodríguez Cacho, Lina, 2009j, p. 439.
[11] Rodríguez Cacho, Lina, 2009k, p. 442.
[12] Rodríguez Cacho, Lina, 2009l, p. 443.
[13] Rodríguez Cacho, Lina, 2009m, p. 446.

Bibliografía:
Ø  Rodríguez Cacho, Lina, Manual de Historia de la Literatura Española, vol. 2 (siglos XVIII al XX [Hasta 1975]), Madrid, ed. Castalia, 2009.
Ø  Valverde, Marta, «ՙEspaña años 50՚: La miseria que captó el objetivo de Carlos Saura», en http://www.infolibre.es/noticias/verano_libre/2016/08/24/anos_50_53850_1621.html, (Acceso: 14 / 05 / 2017).







No hay comentarios:

Publicar un comentario