Antes
de haberla visto sabías ya su nombre
y
ya los batintines de tu léxico aturdían tus ojos-luego, al salir al
aire, fuiste inmune
a
lo que animara en tu memoria
la
falsa herida en que las cuatro letras
omiten
esa mancha de color: la rosa tiembla, es tacto.
Si
llegaste a advertir lo que no tiene nombre
regresas
luego a dárselo, en él ver: un tallo mondo, nada;
cuando
otra se repite y nace pura
careces
de más vida, tus ojos no padecen agresión de la luz,
sólo
una vez son nuevos.
Variaciones
y figuras sobre un tema de La Bruyère, 1974
No hay comentarios:
Publicar un comentario