jueves, 20 de abril de 2017

Un poema cada día: comentario "Mira el breve minuto de la rosa"




El poema que acabamos de leer está recogido en la antología Variaciones y figuras sobre un tema de La Bruyère (1974) escrita por Guillermo Carnero, a quien encuadramos en el grupo poético de los novísimos españoles. Este grupo es conocido por albergar a los poetas más renovadores de la década de los años setenta: Manuel Vázquez Montalbán, Antonio Martínez Sarrión, José María Álvarez, Ana M.ª Moix, Feliz de Azúa, Vicente Molina Foix, Leopoldo M.ª Panero, Pere Gimferrer, y, por último, el autor del poema que vamos a comentar a continuación, Guillermo Carnero. No obstante, podemos establecer una clara bifurcación en esta corriente entre la tendencia culturalista, en la que se incluyen Guillermo Carnero, José María Álvarez y Pere Gimferrer, y la relacionada con la cultura de masas caracterizada por su rechazo a los valores establecidos (Manuel Vázquez Montalbán, Leopoldo María Panero). En el poema “Mira el breve minuto de la rosa” vamos a encontrar muchas características propias de esta corriente: absoluta libertad formal y métrica derivada del ansia de experimentación, técnicas de collage, introducción de elementos exóticos y modernistas. Es por tanto una poesía muy visual, con grandes tintes surrealistas y culturalistas.

Antes de entrar de lleno en el poema, es importante saber algo más del creador del mismo. Guillermo Carnero es doctor en Filosofía y Letras, catedrático de Filología Española en la Universidad de Alicante y licenciado en Ciencias Económicas. Además, es especialista en literatura española de los siglos XVIII y XIX y de las vanguardias del XX. Estos datos demuestran y explican que la poesía de Guillermo Carnero esté cargada de referencias y motivos culturales. Finalmente, decir que su obra poética está compuesta por siete libros: Dibujo de la muerte (1967), Variaciones y figuras sobre un tema de la Bruyére (1974), Música para fuegos de artificio (1989), Divisibilidad indefinida (1990), Verano inglés (1999), Espejo de gran niebla (2002), Fuente de Médicis (2006).

Para comenzar a analizar el poema, me gustaría citar unas palabras que Guillermo Carnero pronunció en una entrevista que le hizo Ángel L. Prieto de Paula:

En resumen, creo —y más de una vez lo he dicho— que intimismo, máscara cultural y reflexión existencial y metapoética son, en lo que puedo alcanzar, los componentes de esa trayectoria a que te refieres, con distintas proporciones en la combinación según los libros.”

Como hemos visto, en pocas palabras Guillermo Carnero nos ha definido los componentes fundamentales de su trayectoria poética. Muchos de los mencionados los podemos advertir en el poema escogido.

De modo que, bajo las palabras del poeta subyace un intimismo que muestra los propios sentimientos o emociones del autor. Por ello, encontramos en este poema gran carga reflexiva existencial, pues el autor medita sobre la fugacidad del tiempo. Si atendemos a la simbología tradicional de la rosa en la literatura, ha significado la inestabilidad que domina todo aquello que nace, y, por lo tanto, muere. Es decir, hoy podemos ver la rosa muy bella, pero mañana verla morir.

Sin embargo, hay que decir que sobre este tópico tan utilizado tradicionalmente, Guillermo Carnero aplica su propia visión personal. Tal y como ha señalado la profesora M.ª Teresa González de Garay en su artículo Dos novísimos y un barroco.:

su visión personal (...) compatibiliza la emoción sensorial y táctil que el hombre siente al ver la rosa con la preocupación del artista por nombrar de nuevo el mundo, el exterior en sus conexiones con el interior y viceversa.” (p.6)

Por lo tanto, además de la preocupación por el paso del tiempo, también advertimos en el poema una preocupación por “la poetización de la rosa”.

En lo formal, apreciamos un rechazo a las formas tradicionales y la carencia de métrica y rima. Ambas, características mencionadas antes como determinantes dentro de la tendencia poética en la que se identifica a Guillermo Carnero. Además, el carácter sensorial del poema es evidente en expresiones como “mancha de color”, “la rosa tiembla, es tacto”.

En conclusión, en este poema vemos el desasosiego de Guillermo Carnero por la poesía y su relación con ésta. Es decir, estamos ante un metapoema, enmascarado bajo la simbología de la rosa en la lírica tradicional que trata el tema del paso del tiempo. Así, me parecen fundamentales las palabras de Marta Beatriz Ferrari, en su texto titulado Un espejo fragmentado:

El título haría pensar en el tópico barroco del tempus fugit (...); sin embargo, lo que nos ofrece Carnero es un texto que ha de ser decodificado en clave metapoética y leído en la línea inaugurada por Borges en ‘El Golem’, al plantear una pregunta acerca de cómo coincide la preexistencia del lenguaje en la captación de la experiencia” (p. 146)


Bibliografía:
Ferrari, Marta (1996). «Un espejo fragmentado: la práctica metapoética de Guillermo Carnero», en Laura Scarano et al. (eds.), Marcar la piel del agua. La autorreferencia en la poesía española contemporánea. Rosario: Beatriz Viterbo, pp. 141-148.

Webgrafía:
Ángel L. Prieto de Paula (2003) «Guillermo Carnero». Quimera 227, 44-51. Recuperado desde: http://www.cervantesvirtual.com/portales/guillermo_carnero/entrevista/

Ministerio de Educación, cultura y deporte. «Guillermo Carnero». España: España es cultura. Recuperado desde:

González Garay M.ª Teresa (2007). «Dos novísimos y un barroco», pp. 189-202. Recuperado desde: file:///C:/Users/Raquel/Downloads/Dialnet-DosNovisimosYUnBarroco-2667971%20(2).pdf

1 comentario:

  1. Me han gustado mucho el comentario, Raquel. El tema del poema es muy interesante y me ha hecho pensar en "El poema" de Juan Ramón Jiménez que vimos con el profesor Francisco Domínguez Matito:

    ¡No le toques ya más,
    que así es la rosa!

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