miércoles, 12 de abril de 2017

Poesía existencial de Blas de Otero: "En Dios me encuentro y en Dios me pierdo"



Hombre”

Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahora mi voz en el vacío inerte.

Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.

Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.

Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser — y no ser — eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!

(Ángel fieramente humano, 1950)

Para entender la primera etapa poética de Blas de Otero es necesario recuperar ciertos datos biográficos mencionados ya en la primera entrada. El hecho de que naciera en el seno de una familia acomodada determinó su primer contacto con una educación religiosa en un colegio jesuita. También hay que recordar que fue un hombre que a lo largo de su vida sufrió numerosas crisis emocionales. En sus primeras crisis nerviosas, Blas de Otero se refugió en los amigos, el arte y la religión. Es entonces cuando compone su primera obra poética Cántico espiritual.

En un primer momento, su creación poética se orienta a la expresión de la angustia existencial de su “yo” personal o individual. Mas tarde, y como veremos posteriormente, manifestará su solidaridad con el resto de seres humanos, es decir, dará el paso hacia una poesía social.

Su educación jesuita en Bilbao influyó mucho en su primera etapa de poesía existencial (1948-1958) en la que Blas de Otero se centra en su atormentado vínculo entre su “yo” personal y ciertas cuestiones existenciales: el amor, la vida y la muerte o religiosas: Dios. Es decir, Blas de Otero inicia en su poesía la busca de una nueva fe.

En su obra existencial de contenido más religioso, Blas de Otero expresa su incomprensión ante la ley del silencio que impone Dios ante los sucesos devastadores que padecen las criaturas de su creación. En este sentido, Blas de Otero dirige una serie de preguntas a Dios sobre su propia fe como si fuera un grito a alguien de quien solo recibe silencio. Esto acentúa su miedo a la muerte (latente en él desde el fallecimiento de su hermano mayor y su padre) que le sume en una crisis existencial muy profunda, pues Blas de Otero no encuentra el sentido en una vida que está condenada a acabar sin más. 

En esta etapa de creación existencial, fue determinante el sentimiento de culpa que sintió Blas de Otero por haber cargado a su hermana con una excesiva responsabilidad familiar al marcharse a estudiar Filosofía y Letras a Madrid. Como consecuencia, se refugia en la composición de sus tres obras existencialistas: Ángel fieramente humano, Redoble de Conciencia y Ancia. De la composición de estas obras, la fe de Blas de Otero se ve totalmente resquebrajada. Es en este momento en el que influyen en su obra la publicación de Oscura noticia e Hijos de la ira de Dámaso Alonso. Todo esto provoca que Blas de Otero cambie su forma y temática poética. A partir de este momento, encontramos una poesía que supura angustia, pero también desarraigo y rebeldía. Sigue haciendo preguntas a Dios, pero ya no muestra su esperanza de obtener respuesta.


Bibliografía:
Blas de Otero. Obra completa (1935-1977). Edición de Sabina de la Cruz con la colaboración de        Mario Hernández. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2013.



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