El
circo
Dos atletas saltan de un
lado a otro de mi alma
lanzando gritos y bromeando acerca de la vida:
y no sé sus nombres. Y en mi alma vacía escucho siempre
cómo se balancean los trapecios. Dos
atletas saltan de un lado a otro de mi alma
contentos de que esté tan vacía.
Y oigo
oigo en el espacio sonidos
una y otra vez el chirriar de los trapecios
una y otra vez.
Una mujer sin rostro canta de pie sobre mi alma,
una mujer sin rostro sobre mi alma en el suelo,
mi alma, mi alma: y repito esa palabra
no sé si como un niño llamando a su madre a la luz,
en confusos sonidos y con llantos, o bien simplemente
para hacer ver que no tiene sentido.
Mi alma. Mi alma
es como tierra dura que pisotean sin verla
caballos y carrozas y pies, y seres
que no existen y de cuyos ojos
mana mi sangre hoy, ayer, mañana. Seres
sin cabeza cantarán sobre mi tumba
una canción incomprensible.
Y se repartirán los huesos de mi alma.
Mi alma. Mi
hermano muerto fuma un cigarrillo junto a mí.
lanzando gritos y bromeando acerca de la vida:
y no sé sus nombres. Y en mi alma vacía escucho siempre
cómo se balancean los trapecios. Dos
atletas saltan de un lado a otro de mi alma
contentos de que esté tan vacía.
Y oigo
oigo en el espacio sonidos
una y otra vez el chirriar de los trapecios
una y otra vez.
Una mujer sin rostro canta de pie sobre mi alma,
una mujer sin rostro sobre mi alma en el suelo,
mi alma, mi alma: y repito esa palabra
no sé si como un niño llamando a su madre a la luz,
en confusos sonidos y con llantos, o bien simplemente
para hacer ver que no tiene sentido.
Mi alma. Mi alma
es como tierra dura que pisotean sin verla
caballos y carrozas y pies, y seres
que no existen y de cuyos ojos
mana mi sangre hoy, ayer, mañana. Seres
sin cabeza cantarán sobre mi tumba
una canción incomprensible.
Y se repartirán los huesos de mi alma.
Mi alma. Mi
hermano muerto fuma un cigarrillo junto a mí.
El
autor
Leopoldo
María Panero nace en Madrid el 16 de junio de 1948, hijo de Leopoldo Panero y
Felicidad Blanc y hermano de Juan Luis y Michi Panero. Fue un escritor precoz
(escribió su primer poema con tres años y medio) con una gran imaginación que
preocupó a su familia porque sus poemas “no eran nada infantiles, sino de un
tono bastante dramático”. Así comenzó su creación poética, con “una extraña
filosofía que nos dejaba atónitos”, en palabras de su madre. Él decía que se
quedaba en trance y estaba inspirado. Precisamente por el tono dramático que ya
quedaba reflejado en sus poemas infantiles, su familia intentaba no fomentar su
creación poética, mostrándose a veces indiferente con sus producciones.
Considerado
un poeta ‘maldito’, fue siempre un incomprendido, visto por su propia familia
como “un problema”, como “alguien molesto”. Durante su vida pasó por numerosos
centros psiquiátricos y cárceles y tuvo dos intentos de suicidio. Hay quien
opina que realmente estaba loco y hay quien opina que poseía una inteligencia
de una lucidez extraordinaria.
“Yo
creo que he sido el chivo expiatorio de toda mi familia. Me han convertido en
el símbolo de todo lo que más detestaban de ellos mismos y que estaba en ellos
mismos incluso más que en mí”.
Leopoldo María
Panero
Su
poesía se enmarca dentro del grupo de los ‘nueve novísimos’ (considerados
renovadores del lenguaje poético de su época, entre los que él era el más
joven), bautizados así por José María Castellet, autor de la antología Nueve
novísimos poetas españoles. En cuanto a las características del grupo de los
novísimos, ya han sido ampliamente comentadas en distintas entradas, por lo que
nos centraremos únicamente en el individuo, en el poeta que fue Leopoldo María
Panero.
“Por mi poesía, y
no por mi biografía”.
Leopoldo María
Panero
Comentario del poema
Tras
una primera lectura, el contenido nos resulta esencialmente introspectivo.
Identificamos la palabra “alma” en el texto como la clave en torno a la cual
gira el resto del poema. En relación con esta introspección y con el indudable
tono intimista del poema, “alma” parece figurársenos aquí como la misma esencia
del ser, como lo más hondo que describe al mismo ‘yo’ íntimo.
También
desde la primera lectura del poema encontramos que está construido de modo que
fluye con un ritmo interno muy peculiar y cuya rima está conseguida desde la
auténtica inspiración.
Analizando
un poco más a fondo el poema, y siguiendo con su rima, encontramos que la
sensación de repetición es provocada por determinadas estructuras paralelas
(“una y otra vez (…) / una y otra vez”; “Mi alma. Mi alma”; “Una mujer sin
rostro (…) / una mujer sin rostro (…)”, etc.). Estas nos ayudan a lograr una
especie de inmersión en el poema, casi como si de algo hipnótico se tratara,
que a su vez nos sugiere esa sensación de autoanálisis de la que hablábamos
unas líneas más arriba. Además, la distribución de los encabalgamientos en el
poema provoca un ritmo que refuerza esa sensación hipnótica de repetición,
generando la impresión de que se está recitando una sentencia verdaderamente
importante y trascendental.
La
reflexión que la voz poética hace en torno al objeto de su alma es pesimista,
desesperanzada, triste, o bien, demuestra incertidumbre e inestabilidad, algo
que también sugiere el título El circo, que podría traducirse como símbolo
de una vida marginal, salvaje, sin normas, como la vida vista desde los ojos de
la inestabilidad. Esta idea puede cobrar cierto sentido si tenemos en cuenta
que compara su alma (es decir, su ‘yo’ más íntimo y verdadero, como hemos
dicho) con algo “vacío”, con “tierra” pisoteada en la que nadie repara.
En
general, los símbolos o las posibles metáforas escondidas tras los individuos
mencionados en el poema, parecen girar en torno a ideas de una índole muy
similar. Tanto los “seres / que no existen y de cuyos ojos / mana mi sangre
hoy, ayer, mañana”, como la “nada” o el “vacío” en el que se describe, e
incluso en el “y se repartirán los huesos de mi alma” me sugiere que la voz poética
se siente una especie de canal por el que fluye el mundo, como alguien que se
funde con este y cuya individualidad no existe, no es nada: nadie remarca en
él. Es casi como si no fuera dueño de sí mismo y perteneciera (él, su alma) a
todo lo que le rodea. En este sentido el poema parece el testimonio de un
vagabundo que observa el mundo sin que nadie le observe a él.
Por
otro lado, los “dos atletas” sugieren de un modo bastante obvio una especie de
“tirantez”, una dicotomía entre dos elementos que desconocemos tanto nosotros
como el ‘yo’ poético, aparentemente (“y no sé sus nombres”). Teniendo esto en
cuenta se podrían realizar diversas conjeturas sobre cuáles son los “nombres”
de esos “dos atletas” que representan dos opciones o elecciones en torno a las
cuales la voz poética parece reflexionar recurrentemente (¿la doble identidad?,
¿el bien y el mal?, ¿lo correcto y lo incorrecto?, ¿la vida y la muerte? ...).
El saltar de un lado a otro vuelve a sugerir una fluctuación interna, tal vez
sobre qué decisión vital ha de tomar, cuál de las dos opciones debe elegir, o
cómo ha de comportarse.
Del
mismo modo, la “mujer sin rostro” equivale a los “dos atletas” cuyo nombre
desconoce: no tiene una definición para ese algo que representan. Esto es
interesante porque si, como decíamos antes, el ‘yo’ poético parece sentirse
alguien cuya individualidad no existe, no es nada y nadie remarca en él,
podríamos entender que no logra definirse a sí mismo: él tampoco tiene nombre
ni rostro. La figura del hermano muerto que fuma junto a él también podría
entenderse como símbolo del “otro yo” (es su hermano), que precisamente por
estar muerto y no formar parte de la vida, lleva a la voz poética a no poder
reconocerse en alguien que es ‘su mismo yo’. De este modo le impide verse
reflejado en ‘el otro’, no actúa como un espejo. Esta circunstancia conduce de
nuevo a la voz poética a la imposibilidad de definirse a sí misma: se encuentra
enfrascada en una lucha por conocer su auténtica identidad individual, pero no
ve nada más que vacío en el mundo que le rodea. El vacío que identifica en el
mundo (que le resulta incomprensible y carente de sentido) le lleva a
identificarse a sí mismo, en consecuencia, como vacío.
Conclusión
En general, la temática del poema parece
girar en torno al concepto de identidad, tanto por el léxico utilizado como por
la sensación introspectiva creada por el ritmo interno del poema. Parece haber
incertidumbre, fluctuación, confusión e incomprensión (El circo) en
torno a lo que significa su propio ‘yo’, en torno a lo que significa su alma,
así como una clara fijación con ‘el otro’, con lo que no soy ‘yo’.
“La salud mental está en el otro, como decía Deleuze”.
Leopoldo María Panero
Bibliografía
utilizada:
QUEREJETA, E. (productor) y CHÁVARRI, J. (director).
(1976) El desencanto [documental].
España. Disponible en: https://vk.com/video164904740_166970283
MANRIQUE SABOGAL, W. e INTXAUSTI, A. (2014). Muere Leopoldo María Panero, poeta de los
Nueve Novísimos. El País: Cultura. Disponible en: http://cultura.elpais.com/cultura/2014/03/06/actualidad/1394093486_474925.html
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