miércoles, 5 de abril de 2017

Temas comunes de la Generación del 27 en el exilio.
Presentación: Localización histórica y literaria.

A lo largo de mis intervenciones en el blog TOMAMOS LA PALABRA trataré de hallar los puntos comunes en la expresión literaria de los autores de la Generación del 27 durante el exilio, destacando los temas más relevantes y los distintos enfoques que hacen de ellos.
El paso previo necesario para acceder al tema consiste en situarlo en la realidad histórica y literaria.
La realidad histórica, en este tema más que nunca, es determinante, ya que el factor que desencadena el exilio es un hecho histórico: la Guerra Civil española. Esta tuvo como consecuencia la Dictadura franquista, que a su vez, generó las circunstancias propicias para que muchos escritores de la Generación del 27 se exiliaran.
La Guerra Civil española, es, en primer término, como el propio nombre indica, un conflicto bélico entre ciudadanos españoles, que, como cualquier guerra, trasciende al ámbito político, social, económico y humano.
Duró tres años, de 1936 a 1939, y fue la consecuencia violenta de un conflicto político-social que venía de muy atrás y, que, poco a poco, se fue acrecentando y abocando hacia la confrontación de dos bandos: el bando republicano (situado en la parte este de la península y la zona de Asturias) y el bando nacional (el resto del territorio).
Finalmente, el bando nacional venció al republicano, tras el triunfo en la batalla del Ebro, y la posterior toma de Madrid. A partir de este momento se inicia la dictadura de Francisco Franco, líder del partido nacional, que durará 36 años. La dictadura de Franco supone la imposición de un sistema político nacionalista, con ansia de venganza y superioridad respecto a los vencidos. A esta imposición despótica y violenta de un sistema de gobierno, que refleja una mentalidad tradicional retrógrada, se suman las consecuencias de la guerra: miseria, muertes, familias enfrentadas, dolor.
El exilio es el medio que adoptan muchos escritores, intelectuales y personas de a pie, disconformes con el sistema franquista, para lograr la libertad personal y de expresión, arrebatada en España durante la dictadura.
Para comprender mejor la situación de represión en España, y en definitiva, el impulso liberador de los exiliados, introduciré un extracto del discurso de Miguel de Unamuno pronunciado en el paraninfo de la Universidad de Salamanca como respuesta al general Millán- Astray, que había gritado “Viva la muerte, mueran los intelectuales”:

"Este es el templo de la inteligencia. Y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho."
Una vez situada la realidad histórica, pasaremos a situar el tema en la realidad literaria. Para localizar la literatura de la Generación del 27 durante el exilio hacen falta, al menos, dos coordenadas: una previa, la localización de la Generación del 27 en el plano literario español del siglo XX, y otra “posterior”, la convivencia de las muestras literarias de exilio de la Generación del 27 con otras expresiones literarias no pertenecientes al Grupo del 27 como la de Gil-Albert y otros, con los se les agrupa bajo el nombre de “la España peregrina”, por compartir la experiencia del exilio a pesar de no pertenecer al mismo movimiento literario.
Primero, hay que definir a la Generación del 27 como grupo literario. Para ello, introduciré una cita de Dámaso Alonso, vinculada a Las generaciones literarias de Petersen:
“Lo que quiero es simplemente afirmar que esos escritores no formaban un mero grupo, sino que en ellos se daban las condiciones mínimas de lo que entiendo por generación: coetaneidad, compañerismo, intercambio, reacción similar ante excitantes externos.”
Pasemos ya a situar la Generación del 27 en el plano literario del siglo XX. En primer término, considero que la Generación del 27 marca el fin no definitivo, pero sí temporal, de la innovación literaria. Es decir, que el movimiento literario inmediatamente posterior, la Generación del 36, dejaría de lado este aspecto renovador, centrándose en la expresión de los sentimientos concernientes a la Guerra Civil española a través de la sencillez de expresión. La Generación del 50 seguiría esta línea de sencillez y prevalencia de la expresión de sentimientos, en este caso, de postguerra. Y habría que esperar hasta los Novísimos para apreciar nuevamente el deseo de innovación y ruptura.
Así, la Generación del 27 podría considerarse un movimiento renovador del primer tercio del siglo XX. Pretende desligarse de la tradición Modernista y Noventayochista, abogando por una ”nueva literatura”, por la mirada del instante, desligada de conceptos ideológicos cargados y sentimentalismos.
Aunque nueva, lo que se dice, nueva, no fue, porque bebe directamente de las Vanguardias, introducidas en España por Ramón Gómez de la Serna a principios de siglo. Se nota en ellos, además de la influencia de la Vanguardia española o Ultraísmo (mezcla española de Vanguardias europeas), la influencia del Surrealismo, y de otras Vanguardias europeas como el Futurismo o el Creacionismo.
Ya, por último, para acabar de encuadrar el tema, pasaré a mencionar algunas muestras literarias españolas de exilio de autores no pertenecientes a la Generación del 27, pero con los que guardan relación por compartir una experiencia tan personal como es el exilio, y con los que, como decíamos, se les ha agrupa en “La España peregrina”.
Quizá resultaría más interesante acercarnos a los textos de exilio ajenos a la Generación del 27 tras haber desarrollado el análisis de los temas del grupo del 27 durante el exilio, para poder, así, establecer correspondencias entre autores pertenecientes a movimientos literarios diferentes. Pero dado el tiempo reducido, prefiero adelantar algunos ejemplos representativos, para acabar de localizar el tema que realmente nos ocupa, sin dejar la puerta abierta, por supuesto, a una posible entrada posterior reflexionando sobre las relaciones entre expresiones literarias del exilio de autores de diferentes corrientes.
El término “España peregrina”, según ilustra Lina Rodríguez Cacho en su Manual de historia de la literatura española, proviene de un ensayo de José Bergamín titulado De una España peregrina (1972), y se refiere a los escritores, poetas sobre todo, españoles, que por circunstancias que les desvinculaban de las directrices obligadas marcadas por el régimen, o por iniciativa propia, decidieron abandonar España.
Hay que destacar la expresión lírica melancólica pero serena de Juan Gil-Albert en Las ilusiones (1944). También cabe mencionar las muestras literarias de exilio de otros escritores, que, aunque se les ha acabado abscribiendo en la Generación del 27, su pertenencia al grupo es discutible, por su individualismo y estilo personal. El caso más destacado de este sector es el de Juan Felipe, un “poeta maldito” zamorano, de formación modernista y estilo personal, sincero, tendiente al coloquialismo. Destaca su poema “Elegía española”, perteneciente al poemario Español del éxodo y el llanto (1939), en el que muestra un pesimismo desesperanzado.
Para cerrar esta presentación, acabaré introduciendo el poema “Elegía española”. Me parece una muestra muy personal, clara, sincera y desgarrada, que nos introduce en este ambiente de sentimientos fuertes de dolor y frustración, por ver desde la distancia a una España que se muere sin remedio.
Elegía española

¡Oh, este dolor,
este dolor de no tener ya lágrimas;
este dolor
de no tener ya llanto
para regar el polvo!
¡Oh, este llanto de España,
que ya no es más que arruga y sequedad…
mueca,
enjuta congoja de la tierra,
bajo un cielo sin lluvias,
hipo de cigüeñal
sobre un pozo vacío,
mecanismo, sin lágrimas, del llanto!
¡Oh, esta mueca española,
esta mueca dramática y grotesca!
Llanto seco del polvo
y por el polvo;
por el polvo de todas las cosas acabadas de España,
por el polvo de los muertos
y de todas las ruinas de España,
por el polvo de una casta
perdida ya en la Historia para siempre!
(…)
¿Por qué habéis dicho todos
que en España hay dos bandos,
si aquí no hay más que polvo?
En España no hay bandos,
en esta tierra no hay bandos,
en esta tierra maldita no hay bandos.
No hay más que una hacha amarilla
que ha afilado el rencor.
Un hacha que cae siempre,
siempre,
siempre,
implacable y sin descanso
sobre cualquier humilde ligazón;
sobre dos plegarias que se funden,
sobre dos herramientas que se enlazan,
sobre dos manos que se estrechan.
La consigna es el corte,
el corte,
el corte,
el corte hasta llegar al polvo,
hasta llegar al átomo.
Aquí no hay bandos,
aquí no hay bandos,
ni rojos
ni blancos
ni egregios
ni plebeyos…
Aquí no hay más que átomos,
átomos que se muerden
(…)
¡Qué viejo veneno lleva el río
y el viento,
y el pan de tu meseta,
que emponzoña la sangre,
alimenta la envidia,
da ley al fratricidio
y asesina el honor y la esperanza!
(…)
Tuya es el hacha, tuya.
Más tuya que tu sombra.
Contigo la llevaste a la Conquista
y contigo ha vivido
en todos los exilios.
Yo la he visto en América
–en México y en Lima—.
Se la diste a tu esposa
y a tu esclava…
y es la eterna maldición de tu simiente.
(…)
Y el hacha cae ciega,
incansable y vengativa
y se prolonga;
sobre todo lo que se congrega
sobre la gavilla
y el manojo,
sobre la espiga
y el racimo,
sobre la flor
y la raíz,
sobre el grano y la simiente,
y sobre el polvo mismo
del grano y la simiente.
(…)
Habrá llanto de sobra para el hombre
y agua amarga
para las dunas calcinadas…
salitre para todos,
mañana
¡para todos el mar!
El mar solo otra vez, como al principio,
y el hombre solo, al fin, con su conciencia.
¡Para todos el mar!
y el hombre solo, solo,
sin tribu,
sin obispo
y sin espada.
Cada hombre solo, solo,
sin Historia y sin grito,
con el grito partido
y las escalas y las sondas rotas.
Cada hombre solo. Yo solo
solo, sí,
solo,
solo,
flotando sobre el mar,
sobre el lecho profundo de mi llanto
y bajo el palio altivo de los cielos,
altivo,
silencioso
y estelar.
(…)
Mañana
para todos el mar…
sobre la zorra y sobre el buitre, el mar;
sobre el cobarde el mar;
sobre el obispo y su amatista, el mar;
sobre mi carne el mar;
sobre el desierto, el mar;
y sobre el polvo y sobre el hacha, el mar.
¡El mar,
el mar,
el mar solo otra vez, como al principio!
¡el llanto…el mar!








Bibliografía
Rodríguez, L. (2009). Manual de Historia de la Literatura Española. Madrid: Castalia.
V. García de la Concha. (1998). Poetas del 27. La generación y su entorno. Antología comentada. Madrid: Colección Austral.
Webgrafía







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